Francisco Bergoglio realizó el Mandátum (Lavatorio de los pies) a doce mujeres [sic] de diversos países, como Italia, Bulgaria, Nigeria, Ucrania, Rusia, Perú, Venezuela y Bosnia, con edades de entre los 40 y 50 años, detenidas en la cárcel de mujeres de Rebibbia, cerca de Roma.
Siguiendo su costumbre desde Buenos Aires, Bergoglio ha lavado los pies de musulmanes, homosexuales, inmigrantes y criminales (costumbre que hizo ley en 2016). Esta, sin embargo, fue la primera vez (que se conoce) que solamente le lava los pies a mujeres.
El rito montini-bugniniano desde su promulgación el Jueves Santo 3 de Abril de 1969, además de presentar la Misa como el “memorial de la Cena del Señor” (como los herejes protestantes), pone el énfasis de la celebración del Jueves Santo en el Lavatorio de los pies (añadido en medio de esta desde la “reforma” de 1955).
Durante gran parte de la celebración, Bergoglio, con todo y llevar casulla y palio, permaneció sentado, presidiendo en cambio su maestro de ceremonias Diego Giovanni Ravelli.
En la homilía, Bergoglio atentó una vez más canonizar a Judas Iscariote, por cuya traición la Escritura registra que Cristo dijo: «más le valiera no haber nacido», diciendo:
«En esto momento de la cena, dos episodios atraen nuestra atención. El lavatorio de los pies de Jesús: Jesús se humilla, y con este gesto nos hace entender aquello que había dicho: “Yo no he venido para ser servido, sino para servir” (cf. Mc. 10, 45). Nos enseña el camino del servicio.El otro episodio –triste– es la traición de Judas que no es capaz de llevar adelante el amor, y después el dinero y el egoísmo lo llevan a esta cosa mala [la traición]. Pero Jesús perdona todo. Jes perdona siempre. Solamente quiere que nosotros pidamos perdón».
Acto seguido, Bergoglio aderezó su herejía con otra anécdota y su predilección por las viejas:
«Una vez, oí a una viejita, sabia, una viejecita abuela, del pueblo… Ella dijo así: “Jesús no se cansa nunca de perdonar: somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón”. Pidamos hoy al Señor la gracia de no cansarnos».
La Iglesia Católica ha enseñado siempre que el Señor perdona los pecados si el pecador se arrepiente sinceramente de ellos y acude al Sacramento de la Confesión, que requiere cinco elementos:
- Examen de conciencia.
- Contrición de corazón (que debe ser 1.º Interior, 2.º Universal [= Suma en el aprecio], 3.º Sobrenatural, y 4.º Soberana).
- Confesión de boca ante el sacerdote.
- Propósito de enmienda.
- Satisfacción de obra [= penitencia].
Bergoglio ha ido más allá de sus “papaexplicadores” como James “Jimmy” Akin y Steve Kellmeyer, quienes simplemente afirmaban que había una “esperanza” de que Judas Iscariote se haya salvado, contrariando a la Sagrada Escritura, la Tradición Apostólica, el Magisterio, los Doctores de la Iglesia, y la Liturgia (tanto de Oriente como de Occidente) que han sostenido lo contrario:
- «En cuanto al Hijo del hombre, él se marcha, conforme está escrito de él; pero ¡ay de aquel hombre, por quien el Hijo del hombre será entregado! Mejor le fuera al tal si no hubiese jamás nacido» (San Mateo XXVI, 24).
- «Mientras estaba Yo con ellos, yo los defendía en tu Nombre. Guardado he los que Tú me diste, y ninguno de ellos se ha perdido, sino Judas el hijo de la perdición, cumpliéndose así la Escritura [Salmo CVIII, 8]» (San Juan XVII, 12)
- «Y haciendo oración dijeron: “¡Oh Señor!, Tú que ves los corazones de todos, muéstranos cuál de estos dos has destinado a ocupar el puesto de este ministerio y apostolado, del cual cayó Judas por su prevaricación, para irse a su lugar a la habitación de los malvados”» (Hechos I, 24-25)
- «Deus, a quo et Judas reátus sui pœnam, et confessiónis suæ latro prǽmium sumpsit, concéde nobis tuæ propitiatiónis efféctum: ut, sicut in passióne sua Jesus Christus, Dóminus noster, divérsa utrísque íntulit stipéndia meritórum; ita nobis, abláto vetustátis erróre, resurrectiónis suæ grátiam largiátur: Qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti Deus per ómnia sǽcula sæculórum [Dios, de quien Judas recibio el castigo de su pecado y el Ladrón el premio de su confesión: haznos sentir el efecto de tu propiciación, para que así como Nuestro Señor Jesucristo en su Pasión dio a entrambos su merecido, así destruido el error del hombre viejo, nos conceda resucitar gloriosamente con Él. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos]. Amén». (Oración colecta de la Misa del Jueves Santo, y de la Misa de Presantificados del Viernes Santo).
- «Quándo Discípuli gloriósi in lotióne Cœnæ illuminábantur; tunc Judas ille ímpius pecúniæ cupiditáte ægrótans obscurábatur: et ex légibus judísibus te justum Júdicem pródebat. Intúere pecuniárum amátor illum, qui per eas láqueum reportávit, fuge insatiábilem ánimam, quæ tália ausa est in Magístrum [Cuando los gloriosos discípulos fueron iluminados al lavarles los pies, el impío Judas oscurecido por su enferma codicia, Te entregó, ¡oh Juez justo!, a los jueces sin ley. Mire el que ama las riquezas, cómo por ellas él se colgó a sí mismo, y huya el alma insaciable que haría tales cosas al Maestro]» (Liturgia bizantina, Maitines Reales del Gran Viernes Santo, tropario al primer Evangelio).
- «Sensus nostros mundos Christo præsentémus: et támquam amíci Christi, ánimas nostras propter eum ponámus; néque sollicitudínibus vitæ suffocémus ut Judas. Sed in cubículis nostris clamémus; Pater noster qui es in cœlis, lilíbera nos a malo [Presentemos a Cristo nuestros sentidos purificados, y como amigos de Cristo ofrezcamos por Él nuestras almas: que no nos ahoguen las preocupaciones de la vida como Judas, sino que en nuestras recámaras, clamemos: Padre nuestro que estás en los cielos, líbranos de todo mal]» (Ibid., Antífona 1.ª).
- «In Cœna Discípulos enútriens, et proditiónes consílium cognóscem, in ea Judam redarguísti: incorrigíbilem quídem sciens eum; sed ut cunctis notum fáceres quod volens próditus sis, ut Mundum ráperes ab aliéno [Cuando alimentaste a tus discípulos en la cena, expusiste a Judas porque sabías que él Te traicionaría, y también que él no se arrepentiría, Tú le revelaste a todos que Te dejarías entregar para liberar al mundo del maligno]» (Ibid., Himno temporal para el segundo Evangelio).
- «Amórem fraternitátis tánquam in Christo fratres, est non inclemeléntiam erga nostrum próximum acquirámus: ne ut servus ille immiséricors propter denários damnénur; et ne ut Judas pœniténtia ducti, nihil juvémur [Como hermanos en Cristo adquiramos el amor fraternal y no la inclemencia ante nuestro prójimo, para que como el siervo sin misericordia no seamos condenados por el dinero, o no consigamos nada de nuestras penitencias como Judas]» (Ibid., Antífona 4.ª).
- «A otros lleva al orden Sacerdotal la ambición y apetito de honras. Otros quieren ordenarse por abundar en riquezas: de lo cual es prueba clara que sino se les confiere algún beneficio pingüe de la Iglesia, ni se acuerdan siquiera de los Sagrados órdenes. Estos son los que llama nuestro Salvador mercenarios (Jn. X) de quienes decía Ezequiel, que se apacentaban a sí mismos, no a las ovejas (cap. XXXIV) cuya vileza y perversidad no solo obscurece el orden del Sacerdocio, tanto que vienen a ser el oprobrio y desecho en el pueblo Cristiano, sino que hace también que no saquen ellos mismos del Sacerdocio sino lo que Judas de la dignidad del Apostolado, que fue su eterna perdición» (Catecismo del Santo Concilio de Trento, parte II, cap. VII “Del Sacramento del Orden”, pág. 207).
- «Pero está firmemente establecido que Judas fue reprobado y condenado, tanto desde el paso donde es llamado “hijo de la perdición” [Juan XVII, 12] como desde Mateo 26, donde el Señor dice sobre Judas: “Mejor sería para ese hombre si no hubiera nacido”» (San Roberto Belarmino, “De Justificatióne”, Libro 3, Cap. XIV).
- «Cuando se reflexiona que un apóstol de Cristo, uno de los Doce, como con dolor observan los evangelistas, Judas, fue arrastrado al abismo de la maldad precisamente por el espíritu de codicia de los bienes de la tierra, se comprende bien que ese mismo espíritu haya podido acarrear a la Iglesia tantos males en el curso de los siglos» (Papa Pío XI, Encíclica Ad Cathólici Sacerdótii, n. 39).
Por donde se colige lo siguiente:
- Judas Iscariote estaba cegado por la codicia, y llevaba dos años urdiendo la traición al Señor después de que Él no procediera según sus expectativas de un reino terrenal.
- Judas rechazó las inspiraciones de la gracia que lo llamaban a arrepentirse de su inicuo proceder.
- Ante el resultado de su traición (la condena a muerte de Jesús), busca por sus propias fuerzas liberarse de su culpa.
- Al verse rechazado por el Sanedrín y que su remordimiento fue inútil, desespera y saliendo de la ciudad, se suicida ahorcándose.
- Por ende, Judas Iscariote está en el Infierno, donde es atormentado por los demonios POR TODA LA ETERNIDAD.
Y si se mide aun con el estándar tan “vara baja” bergogliano, IGUAL JUDAS SE CONDENA por “no pedir perdón”.
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)