Novena
dispuesta por un sacerdote deseoso de extender la devoción al Santo, y
reimpresa en Ciudad de México por don Mariano de Zúñiga y Ontiveros en
1790, con aprobación eclesiástica.
INTRODUCCIÓN
Si alguna cosa pudiera turbar la serenidad que gozan los Santos en la Gloria, esta sería el olvido de sus beneficios. Es la ingratitud monstruo tan aborrecible, que aun los que no hacen el beneficio por el interés de la correspondencia, es preciso sientan, o se duelan de no verse correspondidos: y si los beneficios que los Santos hacen a los hombres siempre van enderezados a la mayor honra y gloria de Dios, con el olvido de estos beneficios se le disminuye a Dios la gloria que le resulta del agradecimiento. Esto es lo que puntualmente está sucediendo con el esclarecido Jesuita San Juan Francisco Regis, uno de los Santos que más trabajó en beneficio de los hombres, ya fuese estando de pasajero y de viador en este Mundo, ya estando glorioso y bienaventurado en el Empíreo: pues mientras vivió en el Mundo no fue otro su anhelo que socorrer y beneficiar al prójimo, sin perdonar trabajo o incomodidad que fuese conducente al bien de los hombres. Largas peregrinaciones, ásperos caminos, sedes, hambres, cansancios, y todo género de penalidades, eran las delicias de su corazón, como con esto se lograse el remedio de alguna necesidad del prójimo. Y ahora que está en el Cielo no hay trabajo, necesidad y enfermedad o miseria que no remedie luego que llegan a sus oídos los clamores de quien se acoge a su protección. Este es un privilegio que ha querido Dios conceder al Santo Regis, haciendo que su Patrocinio se extienda, no a una u otra especie de Enfermedad o necesidad, sino a todas generalmente, y cuando a otros Santos ha concedido el Señor que sean Patronos y Abogados de particulares enfermedades, como a San Blas del mal de garganta, a San Paulino del dolor de costado, a San Francisco de Borja de la enfermedad de tercianas, a Santa Clara de la de demencias, a Santa Lucía del mal de ojos, y así de otros: a San Juan Francisco Regis ha constituido Abogado universal de todas enfermedades, que, como consta de su vida, Ciegos, Sordos, Mudos , Hidrópicos, Paralíticos, Atabardillados, Héticos, Ulcerados Gálicos, Dementes, Agonizantes de varias enfermedades, todos han hallado su remedio en el Patrocinio de San Juan Francisco Regis. Y en lo que principalmente se ha experimentado su protección es en la enmienda de las costumbres, alcanzando el Santo de Dios auxilios eficaces para mudar de vida aquellos que se hallan sumergidos en el abismo de algunos hábitos viciosos, o con horror a la confesión sacramental de sus culpas.
Pero después de esto, tiene ya tan olvidado la piedad y devoción cristiana a este Ínclito Celador de las Almas, que son pocos los que lo conocen; y aún más pocos los que se acercan a sus Aras a venerarlo, y a invocarlo en sus necesidades. Por eso en desagravio de este olvido y abandono, se ha reimpreso esta Novena, y corregídola según el estilo del día, procurando poner a los ojos de los Católicos aquellos pasajes más notables de la portentosa Vida de nuestro Santo Juan Francisco Regis, las virtudes más heroicas en que con particularidad resplandeció; para que del conocimiento de uno y otro se excite la devoción a venerarlo, y la confianza se aliente a pedirle su auxilio en las necesidades.
Y aunque todo tiempo es a propósito para hacer esta Novena; pero el más propio es comenzándola a siete de Junio, para acabarla a quince, que es la víspera del Santo, pues su Canonización tan plausible la celebró a diez y seis de Junio del año de mil setecientos treinta y siete el Sumo Pontífice Clemente XII, quien expidió el Decreto solemne de dicha Canonización a cinco de Abril del propio año; y nuestra Madre la Iglesia celebra anualmente con Misa y Oficio propio la Festividad de este gran Santo el día diez y seis de Junio.
También se puede empezar a diez y seis de Mayo, para concluirla a veinte y cuatro, en cuyo día el año de mil setecientos diez y seis se celebró en Roma la Beatificación de San Juan Francisco Regis, habiendo expedido su Breve el Señor Clemente XI a ocho del mismo mes y año.
Finalmente, como este Glorioso Santo nació en el Reino de Francia, en la Diócesis de Narbona a treinta y uno de Enero del año de mil quinientos noventa y siete, y murió a treinta y uno de Diciembre del de mil seiscientos y cuarenta, a los cuarenta y cuatro de su edad, y veinte y cuatro de Religión, empleando los diez últimos en el Apostólico Ministerio de las Misiones por el celo y bien espiritual de los Prójimos: se puede asimismo hacer esta Novena en alguno de dichos dos meses, dando principio a ella el día veinte y tres, y finalizándola el treinta y uno.
Pero en cualquier tiempo que se haga dicha Novena, ha de ser haciendo una buena, verdadera y dolorosa confesión de las culpas, para que éstas no corten el camino a los favores que el Santo quisiere hacer, como se refiere en su Vida haber acaecido a uno que le empezó su Novena para conseguir la salud, determinando confesarse bien en ese tiempo} pero mudando de parecer en el discurso de la Novena, resolvió no confesarse, y al punto se le agravaron los accidentes, de modo que reconoció ser castigo del Cielo; y habiéndose confesado, quedó perfectamente sano con asombro de todos. Y son muchos los milagros que ha hecho el Santo Juan Francisco de Regis a las personas que en honor suyo han dicho nueve Misas, o las han mancado decir, o a lo menos una; pues esta devoción le agrada mucho al Santo, quien nos haga sus verdaderos devotos y nos lleve a la Gloria.
INTRODUCCIÓN
Si alguna cosa pudiera turbar la serenidad que gozan los Santos en la Gloria, esta sería el olvido de sus beneficios. Es la ingratitud monstruo tan aborrecible, que aun los que no hacen el beneficio por el interés de la correspondencia, es preciso sientan, o se duelan de no verse correspondidos: y si los beneficios que los Santos hacen a los hombres siempre van enderezados a la mayor honra y gloria de Dios, con el olvido de estos beneficios se le disminuye a Dios la gloria que le resulta del agradecimiento. Esto es lo que puntualmente está sucediendo con el esclarecido Jesuita San Juan Francisco Regis, uno de los Santos que más trabajó en beneficio de los hombres, ya fuese estando de pasajero y de viador en este Mundo, ya estando glorioso y bienaventurado en el Empíreo: pues mientras vivió en el Mundo no fue otro su anhelo que socorrer y beneficiar al prójimo, sin perdonar trabajo o incomodidad que fuese conducente al bien de los hombres. Largas peregrinaciones, ásperos caminos, sedes, hambres, cansancios, y todo género de penalidades, eran las delicias de su corazón, como con esto se lograse el remedio de alguna necesidad del prójimo. Y ahora que está en el Cielo no hay trabajo, necesidad y enfermedad o miseria que no remedie luego que llegan a sus oídos los clamores de quien se acoge a su protección. Este es un privilegio que ha querido Dios conceder al Santo Regis, haciendo que su Patrocinio se extienda, no a una u otra especie de Enfermedad o necesidad, sino a todas generalmente, y cuando a otros Santos ha concedido el Señor que sean Patronos y Abogados de particulares enfermedades, como a San Blas del mal de garganta, a San Paulino del dolor de costado, a San Francisco de Borja de la enfermedad de tercianas, a Santa Clara de la de demencias, a Santa Lucía del mal de ojos, y así de otros: a San Juan Francisco Regis ha constituido Abogado universal de todas enfermedades, que, como consta de su vida, Ciegos, Sordos, Mudos , Hidrópicos, Paralíticos, Atabardillados, Héticos, Ulcerados Gálicos, Dementes, Agonizantes de varias enfermedades, todos han hallado su remedio en el Patrocinio de San Juan Francisco Regis. Y en lo que principalmente se ha experimentado su protección es en la enmienda de las costumbres, alcanzando el Santo de Dios auxilios eficaces para mudar de vida aquellos que se hallan sumergidos en el abismo de algunos hábitos viciosos, o con horror a la confesión sacramental de sus culpas.
Pero después de esto, tiene ya tan olvidado la piedad y devoción cristiana a este Ínclito Celador de las Almas, que son pocos los que lo conocen; y aún más pocos los que se acercan a sus Aras a venerarlo, y a invocarlo en sus necesidades. Por eso en desagravio de este olvido y abandono, se ha reimpreso esta Novena, y corregídola según el estilo del día, procurando poner a los ojos de los Católicos aquellos pasajes más notables de la portentosa Vida de nuestro Santo Juan Francisco Regis, las virtudes más heroicas en que con particularidad resplandeció; para que del conocimiento de uno y otro se excite la devoción a venerarlo, y la confianza se aliente a pedirle su auxilio en las necesidades.
Y aunque todo tiempo es a propósito para hacer esta Novena; pero el más propio es comenzándola a siete de Junio, para acabarla a quince, que es la víspera del Santo, pues su Canonización tan plausible la celebró a diez y seis de Junio del año de mil setecientos treinta y siete el Sumo Pontífice Clemente XII, quien expidió el Decreto solemne de dicha Canonización a cinco de Abril del propio año; y nuestra Madre la Iglesia celebra anualmente con Misa y Oficio propio la Festividad de este gran Santo el día diez y seis de Junio.
También se puede empezar a diez y seis de Mayo, para concluirla a veinte y cuatro, en cuyo día el año de mil setecientos diez y seis se celebró en Roma la Beatificación de San Juan Francisco Regis, habiendo expedido su Breve el Señor Clemente XI a ocho del mismo mes y año.
Finalmente, como este Glorioso Santo nació en el Reino de Francia, en la Diócesis de Narbona a treinta y uno de Enero del año de mil quinientos noventa y siete, y murió a treinta y uno de Diciembre del de mil seiscientos y cuarenta, a los cuarenta y cuatro de su edad, y veinte y cuatro de Religión, empleando los diez últimos en el Apostólico Ministerio de las Misiones por el celo y bien espiritual de los Prójimos: se puede asimismo hacer esta Novena en alguno de dichos dos meses, dando principio a ella el día veinte y tres, y finalizándola el treinta y uno.
Pero en cualquier tiempo que se haga dicha Novena, ha de ser haciendo una buena, verdadera y dolorosa confesión de las culpas, para que éstas no corten el camino a los favores que el Santo quisiere hacer, como se refiere en su Vida haber acaecido a uno que le empezó su Novena para conseguir la salud, determinando confesarse bien en ese tiempo} pero mudando de parecer en el discurso de la Novena, resolvió no confesarse, y al punto se le agravaron los accidentes, de modo que reconoció ser castigo del Cielo; y habiéndose confesado, quedó perfectamente sano con asombro de todos. Y son muchos los milagros que ha hecho el Santo Juan Francisco de Regis a las personas que en honor suyo han dicho nueve Misas, o las han mancado decir, o a lo menos una; pues esta devoción le agrada mucho al Santo, quien nos haga sus verdaderos devotos y nos lleve a la Gloria.
NOVENA
AL APÓSTOL DE LA FRANCIA SAN JUAN FRANCISCO REGIS, DE LA COMPAÑÍA DE
JESÚS, PADRE DE POBRES Y ABOGADO UNIVERSAL PARA TODAS LAS NECESIDADES DE
ALMA Y CUERPO
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
¡Oh Piélago inmenso de bondad y misericordia! Jesús mío, cuán
avergonzado llego, Señor, a vuestros pies, viendo mi torpe ingratitud.
Después que Vos disteis la Sangre y la Vida por mí; después que me
abristeis las puertas de la Gloria con vuestra afrentosa muerte; después
que por medio de los Santos Sacramentos me facilitasteis el camino para
la eterna felicidad, yo todo lo he despreciado, y por un deleite tan
breve, que se ha desaparecido como sombradme he atrevido a ofenderos, a
volveros las espaldas, y a renunciar vuestra amistad. Yo me arrepiento,
Jesús mío, me pesa con todo mi corazón, y aborrezco sobre todo mal el
pecado, por ser ofensa de tan grande Bondad: lo reconozco como una
ingratitud la más monstruosa, y espero que la Bondad con que me has
sufrido cuando te ofendí, has de continuar ahora que te busco, dándome
el perdón de mis pasados desacatos, y concediéndome los auxilios que
necesito para no volverte a desagradar. Amén.
ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA
Soberana Reina de los Ángeles MARÍA Santísima: Madre verdadera del Hombre Dios, y Madre también amorosísima de los hombres pecadores: ¿Cómo podría yo atreverme a llamar a las puertas de la Divina Misericordia, si no tuviera en aquel Tribunal una Abogada tan piadosa y tan poderosa como Tú? ¿Cómo podría esperar de la Divina Justicia el perdón de mis pecados, si no fueras Tú la Intercesora que pidiera por mí, y la Madre de misericordia y de piedad? El mismo título que gozas de Madre del Salvador, te hace también Procuradora de mi salud: faltan méritos en mí para obligarte a socorrerme, pero esa misma miseria mía es motivo a tu piedad para socorrerme. Ea, Madre del Amor hermoso, Tesorera de las divinas gracias, aquí tienes al más despreciable de todas las criaturas; abre el seno de tu piedades para abrigar a quien clama desamparado; dale la mano a quien caído en un abismo de miserias, no- tiene otra esperanza de salir de él sin tu piadosísima intercesión. Amén.
ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA
Soberana Reina de los Ángeles MARÍA Santísima: Madre verdadera del Hombre Dios, y Madre también amorosísima de los hombres pecadores: ¿Cómo podría yo atreverme a llamar a las puertas de la Divina Misericordia, si no tuviera en aquel Tribunal una Abogada tan piadosa y tan poderosa como Tú? ¿Cómo podría esperar de la Divina Justicia el perdón de mis pecados, si no fueras Tú la Intercesora que pidiera por mí, y la Madre de misericordia y de piedad? El mismo título que gozas de Madre del Salvador, te hace también Procuradora de mi salud: faltan méritos en mí para obligarte a socorrerme, pero esa misma miseria mía es motivo a tu piedad para socorrerme. Ea, Madre del Amor hermoso, Tesorera de las divinas gracias, aquí tienes al más despreciable de todas las criaturas; abre el seno de tu piedades para abrigar a quien clama desamparado; dale la mano a quien caído en un abismo de miserias, no- tiene otra esperanza de salir de él sin tu piadosísima intercesión. Amén.
DÍA PRIMERO – 7 DE JUNIO
LECCIÓN
El amor de Dios fue el alma de todas las empresas, y de todas las obras
de San Juan Francisco Regis, y nada ejecutaba que no fuese por agradar a
Dios, prorrumpiendo continuamente en estas opresiones: «¡Oh Dios, amor y
leticias de mi corazón! ¡Que no pueda yo amaros cuanto Vos merecéis ser
amado, y cuánto yo deseo amaros!». Y era tan ardiente la llama de este
amor, que le era necesario algunas veces refrigerar la cabeza con agua,
para hacer tolerable el incendio en que se abrasaba.
De este amor de Dios le nacía el anhelo y el ansia de evitar todo cuanto era ofensa de su Divina Majestad, aunque fuese a costa de su vida: y en cierta ocasión que le maltrataron unos mozos, a quienes había estorbado sus licenciosos y deshonestos arrojos, luego que volvió en sí de los golpes que le dieron, dijo: «¡Oh mi Dios, que no pueda yo padecer más por vuestro amor!».
ORACIÓN
Amabilísimo Dios y Señor mío, que concediste a tu siervo San Juan
Francisco Regis tan puro amor tuyo, para que con él te agradara en todas
sus acciones, palabras y pensamientos, y para que procurara atraerlos a
todos a que te sirvieran y amaran. Suplícoos humildemente que por sus
méritos me concedas un purísimo amor tuyo, para que aborreciendo todo lo
que es ofensa tuya, solo atienda a observar tus divinos preceptos, y
aumentar la gracia, hasta llegar a adorarte y amarte por toda la
eternidad en la Gloria. Amén.
Aquí se rezan tres Padre nuestros y tres Ave Marías, con Gloria Patri.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Gloriosísimo y Bienaventurado San Juan Francisco Regis, que con tan
singular esmero procuraste agradar a Dios en todos tus pensamientos,
palabras y obras; y con tan ardiente celo te aplicaste a la salvación de
las Almas, sin perdonar trabajo alguno por evitar ofensas de Dios. Yo
imploro, Santo mío, humildemente a tu poderosísima Caridad, para que me
alcances de la divina Misericordia un aborrecimiento eficaz a toda
culpa, un vivísimo dolor de las que he cometido, y que en lo venidero
solo atienda a servir y amar a mi Dios con todas las veras de mi
corazón, procurando asegurar mi eterna salvación, imitando tus virtudes
de manera que merezca en la hora de mi muerte que me asistas y me
alcances sentencia favorable del Juez Supremo. Así mismo te suplico
intercedas con Dios nuestro Señor, para que me conceda la gracia que
necesito y deseo conseguir por medio tuyo en esta Novena, si fuere para
honra y gloria de Dios y bien de mi Alma. Amén.
GOZOS DE SAN JUAN FRANCISCO REGIS
Pues el blanco de tu celo
Fueron las necesidades,
Remédiennos tus piedades
Ahora que estás en el Cielo.
Apenas al Mundo sales
A ser del Mundo consuelo,
Fueron las necesidades,
Remédiennos tus piedades
Ahora que estás en el Cielo.
Apenas al Mundo sales
A ser del Mundo consuelo,
Cuando ya tu vida el Cielo
Libra de riesgos fatales:
Y es que Dios a los mortales
Preparaba en ti el consuelo:
Remédiennos tus piedades
Ahora que estás en el Cielo.
Para Vaso de elección
Ahora que estás en el Cielo.
Para Vaso de elección
Que de Dios el Nombre lleve,
Sagrado impulso te mueve
A entrar en la Religión:
En ella a la íntima unión
Con Dios levantas el vuelo.
Remédiennos tus piedades
Ahora que estás en el Cielo.
Porque el verdadero Dios
Remédiennos tus piedades
Ahora que estás en el Cielo.
Porque el verdadero Dios
De todos fuese adorado,
Querrías que hubiese sonado
En todo el Mundo tu voz:
Por eso corres veloz
De tu Patria el largo suelo:
Remédiennos tus piedades
Ahora que estás en el Cielo.
Tú eres pies para los cojos,
Ahora que estás en el Cielo.
Tú eres pies para los cojos,
De Huérfanos eres Padre,
A cual amorosa Madre
A todos les sirves de ojos:
De la suerte los enojos
Remedias con dulce Celo:
Remédiennos tus piedades
Ahora que estás en el Cielo.
No hay mal a que no se extienda
Remédiennos tus piedades
Ahora que estás en el Cielo.
No hay mal a que no se extienda
Tu caridad compasiva,
Ni hay Pobre que no reciba
De tu amor alguna prenda:
Tu piedad es una tienda
En que hallan todos consuelo:
Remédiennos tus piedades
Ahora que estás en el Cielo.
Pobres, Enfermos, Tullidos,
Ahora que estás en el Cielo.
Pobres, Enfermos, Tullidos,
Todos corren a ti ansiosos,
Y de tus brazos piadosos
Todos salen socorridos:
Jamás tuviste los oídos
Cerrados al desconsuelo.
Remédiennos tus piedades
Ahora que estás en el Cielo.
A trueque de que ofendida
No sea la alta Majestad,
Está pronta tu piedad
A sacrificar la vida:
Caridad tan encendida,
Remédiennos tus piedades
Ahora que estás en el Cielo.
A trueque de que ofendida
No sea la alta Majestad,
Está pronta tu piedad
A sacrificar la vida:
Caridad tan encendida,
Haz que encienda nuestro hielo.
Remédiennos tus piedades
Ahora que estás en el Cielo.
Pues el blanco de tu celo
Fueron las necesidades,
Remédiennos tus piedades
Ahora que estás en el Cielo.
Ahora que estás en el Cielo.
Pues el blanco de tu celo
Fueron las necesidades,
Remédiennos tus piedades
Ahora que estás en el Cielo.
ORACIÓN
Oh Dios, que al Bienaventurado San Juan Francisco Regis adornaste con
una admirable caridad y con una invicta paciencia para poder tolerar los
muchos trabajos que se le ofrecieron en el ejercicio de traer las Almas
al camino de la salvación: concédenos que instruidos con su ejemplo y
ayudados de su intercesión, nos hagamos merecedores del premio de una
vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO – 8 DE JUNIO
Por la señal…
Acto de contrición y Oración a María Santísima.
Aquí se rezan tres Padre nuestros y tres Ave Marías, con Gloria Patri. La Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
Acto de contrición y Oración a María Santísima.
LECCIÓN
Una de las pruebas más seguras de que hay amor
de Dios en el Alma, es el aborrecimiento al pecado. Esta fue la medida
del amor que tuvo a Dios San Juan Francisco Regis, quien de tal manera
aborreció el pecado, que según el testimonio del Sacerdote que le
confesó generalmente para morir, jamás cometió pecado alguno mortal, y
ni aun venial con plena deliberación. De aquí le nacía apetecer antes
las penas del Infierno, que ponerse en riesgo de cometer ni la más
ligera culpa venial: de aquí el exponerse muchas veces al riesgo de
perder la vida por evitar en sus prójimos algún pecado; y de aquí
finalmente le venía aquel gran consuelo que recibía su espíritu cuando
hacía alguna conversión; o la gran pena que le atravesaba el corazón
cuando veía alguna ofensa de Dios.
ORACIÓN
Clementísimo Dios, que te dignaste conceder a tu Siervo San Juan
Francisco Regis tan grande aborrecimiento a la culpa, que jamás la
cometió, ni permitió ofensa tuya: concédeme, Señor, por sus méritos e
intercesión, un odio tan vivo y eficaz a toda culpa, especialmente
mortal, que antes quiera la muerte, y aun el mismo Infierno, que
ofenderte en lo más mínimo: dame un perfectísimo dolor de las que he
cometido, y que me arrepienta de ellas solo por ser ofensas contra tu
infinita Bondad, para que así viviendo siempre en tu gracia, merezca
gozarte eternamente en la Gloria. Amén.
Aquí se rezan tres Padre nuestros y tres Ave Marías, con Gloria Patri. La Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA TERCERO – 9 DE JUNIO
Por la señal…Acto de contrición y Oración a María Santísima.
LECCIÓN
La confianza en Dios se puede decir que fue toda la vida de San Regis, y
la que lo animó en todas sus empresas, pues no pudiera haber salido de
ellas con la felicidad que salió a no llevar siempre por compañera la
confianza en Dios. Los rigores del invierno, lo inaccesible de las
montañas, lo caudaloso de los ríos que tenía que transitar para hacer
sus Misiones, y las estrechas sendas y precipicios que se le ofrecían a
cada paso, no eran bastantes para acobardarlo. Y aunque su compañero le
solía reconvenir de temerario y le ponía delante de los ojos los
peligros a que se exponía, respondía Regis con mucha serenidad,
diciendo: «No hay que temer, Dios es nuestra Guía, Providencia desvelada
por nosotros rige y gobierna nuestros pasos». Algunas veces le avisaron
de la muerte que le estaban tramando, y respondía muy sosegado: «Estoy
debajo de la protección de Dios; ¿pues qué mal me puede venir de los
hombres?». Varias ocasiones llegaron a ponerle a los pechos espadas y
pistolas, amenazándole con la muerte si no desistía de perseguir los
vicios; pero inalterable el Santo respondía: «haced lo que quisiereis,
que Dios me defenderá».
ORACIÓN
Misericordiosísimo Señor, que pusisteis en el Alma de tu Siervo San Juan
Francisco Regis tan gran confianza en ti, que con ella emprendió las
más heroicas obras, y ejecutó los más estupendos milagros a honra y
gloria tuya, y beneficio de sus prójimos: suplícote por sus méritos e
intercesión, infundas en mí la misma confianza, para que esforzándome a
agradarte en todas mis acciones, palabras y pensamientos, espere y
confíe en tu Bondad que me has de dar los auxilios que necesito de la
gracia para servirte como debo, y hacerme con esto merecedor de la
Gloria que tienes prometida a los que confían en ti.
Amén.
Aquí se rezan tres Padre nuestros y tres Ave Marías, con Gloria Patri. La Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA CUARTO – 10 DE JUNIO
Por la señal…Acto de contrición y Oración a María Santísima.
LECCIÓN
La caridad y misericordia de San Juan Francisco
Regis era tan gran- grande, que no le conocían los pueblos con otro
nombre que con el de Agente de los Desvalidos, Tutor de los Huérfanos,
Protector de las Viudas, y Padre de los Pobres, porque aunque su
caritativo celo se extendía generalmente a todos los necesitados, pero
los Pobres eran el blanco de sus más tiernas y cariñosas atenciones,
siendo, el más dulce plato a su misericordia los enfermos más asquerosos
y llagados. En consecuencia de esto, luego que entraba a misionar en
algún lugar pobre y corto, lo primero que hacía era solicitar una lista
de los enfermos, pobres y menesterosos que allí había; y tomando informe
de las Personas piadosas y de facultades que pudieran remediar las
necesidades de los pobres y enfermos, ocurría a ellas para que las
socorriesen: lo que fácilmente conseguía y porque los milagros patentes
que obraba Dios por medio del Santo abrían el corazón de los ricos para
que francamente pusiesen en su mano lo que les pedía.
ORACIÓN
Piadosísimo Dios y Padre amorosísimo de los pobres, que a tu querido
Siervo San Juan Francisco Regis le diste un corazón tan compasivo y
tierno para con los pobres y necesitados: suplícote por sus méritos e
intercesión me concedas emplearme de manera en el servicio de mis
prójimos, y ayudarles en sus necesidades, que llegue a lograr el día del
Juicio final el premio que tienes prometido a los que practican y se
ejercitan en las obras de misericordia.
Amén.
Aquí se rezan tres Padre nuestros y tres Ave Marías, con Gloria Patri. La Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA QUINTO – 11 DE JUNIO
Por la señal…Acto de contrición y Oración a María Santísima.
LECCIÓN
La Pureza de San Juan Francisco Regis más bien se puede llamar de Ángel
que de hombre, porque estuvo siempre tan lejos de la corrupción de la
carne, que jamás sintió ni aun los estímulos de la concupiscencia. Sola
su presencia bastaba para infundir pensamientos castos en quien lo
miraba, tal era su modestia, tales sus palabras, y tal la compostura en
sus ojos. Como su amor a la Pureza era tan grande, ningún vicio le
ofendía más que el de la lujuria: muchas veces expuso su vida al riesgo
de perderla por evitar los efectos de este vicio, ya en hombres
arrastrados de esta torpe pasión, ya en mujeres perseguidas de este
fiero enemigo. Por eso, para asegurar en sus buenos propósitos las
mujeres que libraba del peligro de perder su honestidad, levantó desde
los cimientos una Casa de Recogidas, y allí les administraba cuanto
necesitaban para su sustento. El amor a esta excelente virtud hace ahora
a nuestro admirable Santo ser en el Cielo especial Patrón y Abogado de
la castidad.
ORACIÓN
Purísimo Señor y Dios de la pureza, que a tu siervo el Bienaventurado
San Juan Francisco Regis dotaste de un pureza Angélica: concédeme por
sus méritos e intercesión que de tal modo me sepa conservar puro y
limpio en el cuerpo y en el alma, y que me haga digno de presentarme en
tu divino acatamiento y cantar en Gloria el cántico de alabanza que te
cantan los que no se contaminaron en este mundo con las inmundicias de
la carne.
Amén.
Aquí se rezan tres Padre nuestros y tres Ave Marías, con Gloria Patri. La Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA SEXTO – 12 DE JUNIO
Por la señal…Acto de contrición y Oración a María Santísima.
LECCIÓN
Aunque Dios había llenado a su Siervo San Juan Francisco Regis de
singulares dones de su gracia, y lo había enriquecido de heroicas
virtudes, su humildad era tan profunda que nada veía en sí que no fuese
digno de reprensión y de desprecio. En su estimación no había criatura
más despreciable e inútil. Quiso muchas veces suplicar a sus Superiores
le dejasen en el humilde estado de Coadjutor, sin que le promoviesen a
los Órdenes sagrados. Cuando lo alababan y aplaudían, era tanta su
turbación que le salía al rostro, que obligaba a los que le alababa a
callar, por no afligirlo. En cierta ocasión, habiendo curado
milagrosamente a una doncella que casi estaba agonizando, se le rodeó la
familia, y comenzaba a darle las gracias y a celebrar el milagro,
cuando turbado todo él, y casi en términos de morir por la congoja,
prorrumpió diciendo: «¡Ay de mí! El mayor milagro de Dios sería valerse
de un sujeto tan inútil como yo para obrar algún milagro». Lo que más le
gustaba era oír que lo maltratasen, lo burlasen y lo cargasen de
injurias: persuadido a que nunca lo despreciaban como él merecía, y que
por más que le maltratasen, jamás le daban el castigo que merecían sus
pecados.
ORACIÓN
JESÚS, Señor y Dios mío, ejemplo, modelo y juntamente premio de los
humildes: Yo te suplico rendidamente que así como a tu Siervo San Juan
Francisco Regis le diste una humildad tan profunda y abatida, así a mí
me la concedas, para que aborreciendo de corazón el infernal vicio de la
soberbia, solo tenga, por honra y por grandeza hacer lo que fuere de tu
agrado, y merecer por esto ser coronado en el Reino de tu gloria.
Amén.
Aquí se rezan tres Padre nuestros y tres Ave Marías, con Gloria Patri. La Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA SÉPTIMO – 13 DE JUNIO
Por la señal…Acto de contrición y Oración a María Santísima.
LECCIÓN
Siendo San Juan Francisco Regis afable, amoroso y suave para todos, solo
para sí era cruel: vivió siempre impreso en su corazón el concejo del
Apóstol: «Traed continuamente la mortificación de Jesús en vuestros
cuerpos». Su cuerpo estuvo siempre ceñido con una áspera cadena que le
daba muchas vueltas, con las que apretaba cruelmente el áspero cilicio
de que estaba vestido. La disciplina de sangre que tomaba todas las
noches era despiadada, su cama era la tierra desnuda, su alimento pan y
agua, aunque algunas veces lo mezclaba con legumbres: y el mayor regalo
que solía tomar era un poco de leche. Por no ser enfadoso a los pueblos
donde hacía Misión, cargaba siempre un saquillo de harina, la cual
desleída en agua hacía todo su alimento. Los médicos, y los que lo
comunicaban de cerca, afirmaban que solo por milagro podía vivir en
medio de tantas penitencias.
ORACIÓN
Piadosísimo Señor, que a tu fiel Siervo San Juan Francisco Regis
concediste una insigne fortaleza para vencer por medio de la
mortificación y penitencia el dominio de sus pasiones y apetitos,
haciéndose señor de sí mismo: Concédeme a mí, que imitándole como debo
en la mortificación y penitencia, sujete mis apetitos y pasiones, y
logre vencer sus insultos y rebeldías, para que victorioso de mi enemiga
la carne, me haga digno de la Corona que tienes prometida al que se
venciere.
Amén.
Aquí se rezan tres Padre nuestros y tres Ave Marías, con Gloria Patri. La Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA OCTAVO – 14 DE JUNIO
Por la señal…Acto de contrición y Oración a María Santísima.
LECCIÓN
La fragua del divino amor es la Oración: mal podrá conservarse vivo el
fuego de la divina caridad si no se atiza frecuentemente con los soplos
de la Oración. Así lo conocía San Juan Francisco Regis, y por eso jamás
dejó el ejercicio santo de la Oración, por grandes y continuas que
fuesen sus ocupaciones. La materia más ordinaria de sus súplicas y
peticiones en la Oración era la salud espiritual del prójimo: dando con
esto lección a los Sacerdotes, con particularidad a los Confesores, a
cuyo cargo están las Almas, a que en sus Oraciones y Sacrificios tengan
siempre presente esta necesidad. De aquí es que uno de los principales
Patrones que deben elegir los Confesores para el acierto en su
Ministerio este gran Santo, fiando en que gustoso les procurará alcanzar
de Dios luces para gobernarse en el Confesonario, quien tan celoso se
manejó en vida, y quien con tanta caridad y paciencia se empeñaba en la
conversión de los pecadores.
ORACIÓN
Piadosísimo Señor, que a tu Siervo el Bienaventurado San Juan Francisco
Regís le concediste el Don de una continua y fervorosa Oración, para que
por medio de ella alcanzase de tu Misericordia la conversión de muchos
pecadores: concédeme por sus méritos y ruegos, que de tal suerte viva yo
en este mundo, que sin perderte de vista, y estando siempre en tu
divina presencia, merezca que oigas mis peticiones y súplicas, y me
concedas lo que en ellas te pido, que es la salud espiritual de mi Alma,
y la de mis prójimos.
Amén.
Aquí se rezan tres Padre nuestros y tres Ave Marías, con Gloria Patri. La Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA NOVENO – 15 DE JUNIO
Por la señal…Acto de contrición y Oración a María Santísima.
LECCIÓN
No hubiera llegado San Juan Francisco Regis al grado altísimo de
Santidad a que llegó, si no hubiera grabado en su corazón con tan
tiernos caracteres la devoción a MARÍA Santísima. Desde sus primeros
años se señaló tanto en esta devoción, que todas sus diversiones y
recreos eran formar entre sus compañeros y condiscípulos una especie de
Congregación de esta Divina Señora, a imitación de las que veía
practicar con tanto fruto en los Colegios y Estudios de la Compañía de
Jesús. Premia la Virgen Purísima esta tierna devoción, apareciéndosele a
la lora de la muerte, acompañada de su Santísimo Hijo, y llenándolo de
un gozo tan extraordinario, qué sin poderse contener, exclamó el Santo
Regis diciendo: «¡Ay, qué dicha esta mía, qué contento muero! JESÚS Y
MARÍA se dignan convidarme a la dulce estancia de los Bienaventurados». A
pocos instantes de dicho esto, entregó su espíritu en manos de su
Creador, a los cuarenta y cuatro años de su edad, de los cuales vivió en
la Compañía veinte y cuatro, empleando los diez últimos en las
Misiones. Manifestó nuestro Omnipotente Dios lo que se complacía en las
apostólicas virtudes del espíritu de nuestro Santo con hacer que en
solos treinta y tres años se comenzasen y concluyesen los prolijos
procesos de su Beatificación y Canonización, con demostración tan
visible que, necesitándose dos milagros obrados por el Bienaventurado
después de Beatificado para decretarle los honores de Santo, en el mismo
día en que se celebró en una ciudad de Francia la Beatificación de San
Juan Francisco Regis, ejecutó su poderosa intercesión uno de los que le
brindó grada para su apresurada Canonización.
ORACIÓN
Amorosísimo Dios y Señor mío, que al
Bienaventurado San Juan Francisco Regis le diste un corazón tan
penetrado de la devoción a MARÍA Santísima, para que por medio de esta
misma devoción se hiciese acreedor a los beneficios y mercedes con que
lo enriqueciste. Infunde, Señor, en mí una afectuosa, tierna y sólida
devoción a esta Sacratísima Reina, y concédeme que portándome en vida
como fiel Siervo y amante Esclavo de MARÍA Santísima, merezca de tu
piedad el perdón de mis culpas, el don de La perseverancia final en tu
amistad y gracia, y el que pretendo mediante esta Novena, si de ser para
tu mayor honra y gloria, y bien de mi Alma.
Amén.
Aquí se rezan tres Padre nuestros y tres Ave Marías, con Gloria Patri. La Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)