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domingo, 5 de enero de 2025

EL ÉXITO DEL ERROR RADICA EN EL ATAQUE COLATERAL MÁS QUE EN EL FRONTAL

«Últimamente he leído la Vida de Voltaire de [John] Morley, y él insiste fuertemente que los ataques directos a la Cristiandad (aun si son escritos con la fuerza y vigor de Voltaire) producen poco efecto permanente: verdadero bien parece que solo se sigue de los lentos y silenciosos ataques colaterales. He estado hablando de este tema con [Richard] Litchfield, y él está fuertemente de acuerdo, e insiste en cuán fácilmente un hombre puede destruir para siempre su propia influencia» (CHARLES DARWIN, Carta a su hijo George Howard Darwin, 21 de Octubre de 1873, Posdata).
   
COMENTARIO
El matemático y astrónomo George Howard Darwin (1845 - 1912) había elaborado un ensayo sobre la religión y el sentido moral, en respuesta y crítica al ensayo Literatura y dogma: un ensayo hacia una mejor comprensión de la Biblia del crítico literario y escritor Matthew Arnold. Su padre Charles, si bien apoyó que sus protegidos como el alemán Ernst Haeckel usasen abiertamente su teoría evolucionista como arma para destruir la Cristiandad (Haeckel afirmaba en el capítulo VI su obra de 1878 La libertad en la ciencia y la enseñanza: una respuesta al discurso “La libertad de la ciencia en el Estado moderno” de Rudolf Virchow en Múnich –cuya traducción inglesa fue prologada por el biólogo y filósofo Thomas Henry Huxley, el abuelo de Aldoux y creador del término “agnóstico”– que el evolucionismo era el fundamento de la religión racionalista y naturalista que debía suplantar el cristianismo, y en su carta del 29 de Abril de 1879, Charles tiene «el inmenso placer» de comunicarle a cuánto admira su obra y que está de acuerdo con ella), le aconseja que no lo haga publicar tan pronto (de hecho, George Howard nunca lo publicó, ni se conserva el manuscrito que había hecho enviar a su hermana Henrietta Emma “Etty” para su edición), recordándole a partir de sus conversaciones con su yerno Richard Buckley Litchfield que el éxito de los escritos de John Stuart Mill se debió en parte a ocultar sus opiniones religiosas (aunque le hacía el gasto asistiendo a los servicios anglicanos, Stuart Mill era agnóstico y escéptico, razón por la que no fue admitido en la universidad de Oxford –que sin embargo, recibió sus obras como libros de texto– ni en la de Cambridge –que acoge gran parte del archivo Darwin–, que en esa época exigían la adhesión a los “Treinta y nueve Artículos de Fe”) por consejo de su padre James Mill/Milne, el cual de ministro presbiteriano pasó al ateísmo.
  
El darwinismo (como última forma del evolucionismo, uno de los catorce errores modernos mencionados por Mons. Benito Sanz y Forés en su última edición del Catecismo Astete) es uno de esos «lentos y silenciosos ataques colaterales» contra la Cristiandad, y ha sido diabólicamente efectivo desde entonces, hasta el punto que desde Pío XII y posteriormente con y después del Vaticano II fue aceptado por la Iglesia.

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)