BERGOGLIO INSISTE EN LA UNIFICACIÓN DE LA PASCUA

Durante su homilía en las segundas vísperas de la Conversión de San Pablo en la Basílica de San Pablo Extramuros, Francisco Bergoglio insistió en la posibilidad de la unificación de la fecha de la Pascua:

«En esta Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos podemos vivir también el aniversario del Concilio de Nicea como una llamada a perseverar en el camino hacia la unidad. Providencialmente, este año, la Pascua se celebrará el mismo día en los calendarios gregoriano y juliano, precisamente durante este aniversario ecuménico. Renuevo mi llamamiento para que esta coincidencia sirva a todos los cristianos como llamado a dar un paso decisivo hacia la unidad, en torno a una fecha común, una fecha para la Pascua (cf. Bula Spes non confundit, 17); y la Iglesia Católica está dispuesta a aceptar la fecha que todos quieren hacer: una fecha de la unidad».

Bergoglio no se entera que si el Concilio de Nicea fijó el Domingo de Pascua para el domingo siguiente al primer plenilunio del Equinoccio de primavera (o a la semana siguiente, si el plenilunio coincidía con el domingo) fue siguiendo el uso de la Iglesia Romana para distanciarse del cálculo judío que seguían los herejes cuartodecimanos en el Asia menor. Y que si el Papa Gregorio XIII ordenó la corrección del calendario fue porque hasta 1582 había un desfase de 10 días entre el calendario juliano y el equinoccio vernal.

De otra arista, no puede haber una “fecha de la unidad” si entre los cismáticos ortodoxos ni siquiera están de acuerdo con el calendario (aparte de que están errados en el cálculo): solo el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, los Patriarcados melquitas de Alejandría y de Antioquía, el Patriarcado de Bulgaria y Patriarcado de Rumanía, y las iglesias autocéfalas de Chipre, Grecia, las Tierras checas y Eslovaquia, Albania y la iglesia autónoma de Estonia, la mayor parte de la Iglesia Ortodoxa en América y la cismática Iglesia Ortodoxa de Ucrania-Patriarcado de Constantinopla adoptaron la revisión del calendario juliano hecha por el matemático serbio Milutin Milanković en 1923 a instancias del patriarca masón y ecumenista Melecio IV Metaxakis de Constantinopla, mientras que el Patriarcado melquita de Jerusalén, la Iglesia Ortodoxa Rusa, la Iglesia Ortodoxa Serbia, la Iglesia Ortodoxa de Georgia, la Iglesia Ortodoxa Ucraniana-Patriarcado de Moscú (y su contraparte cismática del Patriarcado de Kiev), los monasterios de Monte Athos y Santa Catalina del Sinaí, y algunos sectores de Grecia, Bulgaria y Rumanía, que siguen el calendario juliano antiguo. Lo único que las une es el inveterado odio a la Iglesia Latina que Bergoglio dice falsamente representar (y una unidad en torno al odio de un enemigo común es la más frágil de todas). Y aun si (por un imposible) se pusieran de acuerdo, ¿qué será de los no calcedonianos (coptos, etíopes, siríacos, armenios y caldeos)?