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LOS QUE APOYAN EL ABORTO PUDIERON NACER

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NO QUEREMOS QUE SE ACABE LA RELIGIÓN

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ORGULLOSAMENTE HISPANOHABLANTES

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jueves, 30 de enero de 2025

LA HUMILDAD: SU PRÁCTICA (Prédica 3)

Sermón predicado por el Ilmo. Sr. Obispo Don Fernando Altamira durante la Fiesta del Santísimo Nombre de Jesús (domingo 5 de Enero de 2025).
  
Para seguir el orden:
  1. LA HUMILDAD (Prédica 1): Domingo 27 de Diciembre de 2024.
  2. LA HUMILDAD: FUNDAMENTO Y EXCELENCIA (Prédica 2): Miércoles 1 de Enero de 2025.
   
   
LA HUMILDAD (PRÉDICA III)
   
TODO EN MARÍA y POR MARÍA. Y por las BENDITAS ALMAS del PURGATORIO

Queridos hijos: 
 
Hoy es la Fiesta del Santísimo Nombre de Jesús, no hay otro nombre, el único, por el cual podamos ser salvos, sólo Dios Nuestro Señor Jesucristo.
   
Anunciamos que queríamos avanzar en una tercera prédica sobre “La Humildad”, y queremos centrarnos en “La práctica de la Humildad”. Dediquemos las enseñanzas que podamos dar, y los dones o gracias de Dios que podamos recibir, en honor del Santísimo Nombre de Jesús, y deseando en este Año 2025, que recién comienza, el poder ser buenos hijos de Dios, poder ser buenos católicos, “hacer honor al Santo Nombre de Jesús”.
   
La práctica de la Humildad puede ser dividida en tres: “La Imitación de Dios Nuestro Señor Jesucristo”, esta prédica será toda para la imitación de Cristo, imitarlo en su Humildad; y quedarían pendientes para otra vez la lucha contra la soberbia, y el hacer actos de ejercicio de Humildad [1]
   
[ 1 ] Sabemos que nadie tan humilde como Dios Nuestro Señor Jesucristo. Hemos de procurar poner dentro de nosotros los mismos sentimientos de Humildad que tuvo Cristo Jesús: “Hoc enim sentíte in vobis quod et in Christo Jesu; qui, cum in forma Dei esset... exinánivit semetípsum: Esto sentid en vosotros, lo que en Cristo Jesús, el cual, aunque estuviese en la forma-naturaleza de Dios... se anonadó a sí mismo (tomando la forma de esclavo: la naturaleza humana; Filipenses 2,5-7)”.
Veamos los ejemplos de Él, en su vida oculta, en su vida pública, en sus sufrimientos y Pasión, y en el Sacramento de la Santa Comunión.
   
[ 2 ] Durante su vida oculta.
(1) Antes de nacer, veamos algunos de sus tantos actos de Humildad:
-(1) Se anonadó, siendo Dios, y siendo por quien subsisten la tierra y el orbe, para encerrarse por 9 meses en el vientre virginal de María, cubriendo y ocultando sus atributos de Dios, y permaneciendo en la misma situación de dependencia y fragilidad de los bebés en gestación, de los niños por nacer; pero el gran detalle es que era (y es) Dios y aceptó este estado de niño en el vientre de su madre.
-(2) Quiso cumplir con un edicto del César Romano para empadronarse en Belén, y debió ser sometida su Madre Santísima a un viaje en pleno embarazo y en tiempo cercano al alumbramiento. Cuando llegan a Belén, han de soportar el no tener fonda donde alojarse y sufrir esta escasez o necesidad, hasta
desprecios en Belén para su Madre y para San José, “non erat eis locus in diversório: no había lugar para ellos en el hostal (San Lucas 2,7)”; y era Dios el que padecía estas cosas junto con sus padres.
-(3) Un punto que a uno lo deja fuera de sí: EL MUNDO ENTERO DUERME mientras nacía Dios en la tierra, y en especial la ignorancia de su nacimiento por parte de su pueblo: “in própria venit, et sui non recepérunt: vino a los suyos y los suyos no lo recibieron (San Juan 1,11)”; después de la Redención, el evento más impresionante de la Humanidad, el nacimiento de Dios en la tierra, que hasta el día de hoy –aunque rechinen de odio sus enemigos– ha dividido el tiempo en dos, antes de Cristo y después de Cristo; y ante un evento así, tan único e impresionante, el mundo entero dormía, estaba naciendo Dios y nadie sabía, la Humildad de Dios y la soberbia de nosotros los hombres.
   
-(2) En su nacimiento y después de él:
-(1) El Creador del Universo en su nacimiento -ya lo dijimos- mostró una gran Humildad, presentándose como un niño, pobre, fajado con pañales (¡el Creador del Universo fajado con pañales!), recostado en un lugar para animales: en un Pesebre (¡el Creador del Universo naciendo en un lugar para animales!; ¡ninguno de nosotros, hombres pecadores, ha nacido en un lugar así!), “inveniétis infántem, pannis involútum, pósitum in presépio: encontraréis al Niño, envuelto en pañales, y puesto en un pesebre (San Lucas 2,12); y ese Niño es Dios, y así se presenta, y así nace al mundo.
-(2) Ser circuncidado, la fiesta de hoy y de la Octava de Navidad: Cortan su carne y su sangre es derramada por primera vez en esta tierra, preludio de su futuro sacrificio en la Cruz; y siendo Dios, obviamente que Él no estaba obligado a este rito religioso; pero nos enseña, nos enseña, OBEDIENCIA, OBEDIENCIA, a Dios y a todo superior o autoridad: OBEDIENCIA, OBEDIENCIA, Humildad, Humildad [2]

-(3) En su vida oculta de Nazareth:
-(A) Dios ha nacido al mundo, “el Creador pisa y vive en esta tierra caduca”, y queda oculto e ignorado, ¡durante 30 años, durante 30 años: vive 33 en esta tierra y de ellos 30 es un total desconocido! Pasa su tiempo, como merecían, para estar, durante 30 años, solamente con las personas más santas que ha habido en esta tierra, su Santísima Madre y San José.
(B) ¿Y qué hacía? Pues hacía lo que toca, o debería tocar, a cualquier de nosotros:
  • (a) Ayudando a su padre adoptivo, San José, en las tareas de su oficio, haciendo oficio de carpintero: Cortando madera, lijando, poniendo clavos, armando muebles: Dios era conocido sólo como un carpintero, o como el hijo de un carpintero; qué Humildad de quien es el Creador.
  • (b) Y ayudando a María Santísima, su Madre, en las pequeñas tareas del hogar: Limpiar, poner la mesa, ayudar a lavar los platos: ¡y Él es Dios!).
  • (c) El Amo del Universo obedeciendo a dos criaturas: OBEDIENCIA, OBEDIENCIA, Humildad, Humildad; y nosotros somos unos espantosos desobedientes; y Él, Dios, sí que era obediente, obediente a José y a María: “et erat súbditus illis: y les estaba sometido (San Lucas 2,51)”.
(C) Y quien hace todo esto es Dios, no un hombre cualquiera, cuando podía tener un batallón de ángeles que hicieran todo para Él, para su Mamá, para San José.
   
Bossuet (+1704), y todos los autores espirituales dicen: “¡Soberbia humana ven a morirte de vergüenza ante este espectáculo; se nos tendría que caer la cara de vergüenza ante lo que es Dios de humilde y lo que somos nosotros de soberbios!”; y seguimos con nuestra soberbia, y seguimos con nuestra soberbia: qué problema el ser humano.
  
[3] En su vida pública. Allí practicó cuanto pudo, por Humildad, todo el anonadamiento y olvido de sí (abnegación), mas según se lo permitía el ejercicio de su misión y sin daño de ella; cuando uno tiene una misión pública debe a veces exigir y realizar ciertas cosas “renombradas”.
-(1) Nuestro Señor es Dios; y así Él debía proclamar con palabras y con obras que Él era Dios, el Hijo de Dios, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, y que Él era el Mesías. Lo manifestó lo suficiente para que los hombres de buena voluntad pudieran entenderlo, pero no lo hizo con toda la majestad y gloria que podía hacerlo y esto también tuvo Humildad. Esa majestad y gloria sí que serán manifestadas, pero en su Segunda Venida, la cual deseamos que este Niño Dios nos la otorgue próximamente.
-(2) Vemos en su vida pública Humildad por todas partes. Se rodeó de apóstoles poco instruidos, de pescadores, de un publicano. Mostró preferencia por aquellos que son despreciados por el mundo, por los pobres, por los pecadores, por los afligidos, por los niños. Vivió de limosnas, siendo el dueño de todo, y no tuvo casa propia, quien poseía el Universo entero; qué nos quería enseñar con todo esto: Humildad, Humildad. 
-(3) (a) Hizo muchísimos milagros, mas ellos no eran su herramienta principal. (b) Se presenta a las multitudes con austeridad, sin afectación; haciendo, viviendo y hasta comiendo lo que hace todo el mundo. (c) Huye de toda popularidad y no teme desagradar a otros si es preciso para la Verdad, incluso a sus propios discípulos: “durus est hic sermo: dura es esta palabra (San Juan 6,61)”. (d) Habla para enseñar la Verdad, la Doctrina Católica, la doctrina de su Padre. (e) No busca su gloria sino la de su Padre: “Ego... non quǽro glóriam meam: Yo no busco mi gloria (San Juan 8,50)”; y siendo el Señor del Mundo, Él servía a los demás: “non veni ministrári sed ministráre: no he venido para ser servido sino para servir (San Mateo 20,28)”.
   
[4] En su Pasión, en los padecimientos de su Muerte y su Cruz, se ve y se grita su Humildad. Él que era la santidad y la pureza misma, echó sobre sí todas nuestras iniquidades y pecados desde Adán hasta el último hombre que existirá sobre la tierra, y pagó por nuestros pecados el inocente (justicia vicaria): “Eum qui non novérat peccátum, pro nobis peccátum fecit: Él que no conocía el pecado, por nosotros se hizo pecado (II Cor 5,21)”.
-(1) En el Huerto de los Olivos, cuando cargó sobre sí todos los pecados de la Humanidad, desde Adán, de todos los pecados de todos los seres humanos que existieron y existirán, hasta el último hombre, toda esa masa “infame” de iniquidades de la Humanidad, todo pecado espantoso y aberrante, lo peor y más bajo de la Humanidad; allí Él, que no conocía pecado, se hizo pecado por nosotros; y toda la tristeza, abatimiento, sudor de sangre (que tendría que haberle producido la muerte): “cœpit pávere, tǽdere, mœstus esse... Tristis est anima mea usque ad mortem: comenzó a temblar, sentir tedio... -dijo- Triste está mi alma hasta la muerte (San Marcos 14,33-34)”.
-La Humildad de Dios que, siendo la máxima santidad y pureza, quiere ver, y con perfección, y hasta su máxima profundidad, todas las iniquidades y chanchadas más aberrantes que se cometieron ya y se cometerán en la Humanidad; y cargó sobre su conciencia purísima ese conocimiento, profundísimo, “pero de las peores cosas, ¡y con todos los detalles aberrantes!”, de lo peor de nosotros, de lo más bajo y vil; ¡y para pagar por ello ante el Padre, el inocente por los culpables, Dios por la vil creatura: Qué Humildad y qué amor de Dios!
-Y Él lo hizo para que nosotros nos salgamos de eso, y qué poca respuesta que damos, qué poco fruto, “quid utílitas in sánguine meo?: cuál fue el fruto de mi sangre, para qué sirvió?”, sí, muy pocos responden, y muchos de esos pocos responden, o respondemos, a medias a todo lo que Él hizo, toda esa generosidad, toda esa entrega, Amor y Humildad. Y Él sabiendo la poco respuesta y el poco fruto, los pocos seres humanos que se entregarían a Él con todo lo dado, igualmente lo quiso hacer: ¡Qué Humildad de Dios, y qué soberbia de nosotros, que podamos seguir en lo mismo!
-(2) Y su muerte en la Cruz, es el máximo acto de Humildad, dejarse matar por nosotros los gusanos; Dios Creador del Universo muriendo en la Cruz, matado por los seres humanos, la criatura contra el Creador, los judíos contra el Mesías, los romanos contra su Hacedor. Mil cosas se podrían decir de su Sacrificio en la Cruz, y es nuestra Santa Misa, pero hoy no nos extenderemos.
-(3) La pregunta es: Siendo Él, Dios, tan humilde e inocente, y padeciendo tanto injustamente: ¿Osaremos quejarnos nosotros, con los mil pecados que hemos hecho y a veces bien espantosos, osaremos quejarnos todavía, como soberbios que somos, de lo que nos viene de castigo y de cruz, y de oprobios y de humillaciones, y de contrariedades, y de enfermedades, y de todo lo demás, siendo que todo eso siempre será menos de lo que debemos, y lo merecemos por lo que ya hemos cometido, y siempre es poco en realidad?

[5] Por último, la Humildad de Dios Nuestro Señor en la Santa Comunión, en el Santo Sacramento del Altar.
-(1) Los seres humanos con todo lo malo que hacemos, tenemos, y Él lo quiso, su presencia continua, día y noche, sin descanso y siempre, cuando hay adoradores y cuando no los hay (en las horas de la noche). Su Presencia Real bastante olvidada y poco advertida; y hoy casi inexistente con toda esta falsa
Iglesia Moderna y toda la invalidez de las falsas misas modernas y sacramentos modernos; los fieles de Bogotá vienen mucho a Misa y a la Adoración, felicitaciones y está muy bien, pero deben venir más, más por la realidad de toda esta falsa Iglesia Moderna que padecemos los católicos.
-(2) El Santo Sacramento de la Comunión, Dios Jesucristo, todo el día dispuesto para los seres humanos, para nuestras oraciones, para nuestros pedidos: Qué Humildad. Mañana, tarde y noche, sin visitas todo el tiempo porque no podemos. El Creador del Universo encerrado en una cajita, o de madera, o en el mejor de los casos metálica con algunos adornos: Qué Humildad nuevamente del Creador, ¡y todo el día!; y desde el Sagrario, Dios soporta y sostiene el mundo entero, toda alma buena, todo sacerdote, todo obispo, todo misionero, todo mártir. 
-Cuánto respeto debemos tener, cuando le rezo, cuando paso en frente del Sagrario, cuando hago la genuflexión, la señal de la Cruz; hemos de tratar de nunca hacer estas cosas displicentemente, mal, mecánicamente, sino ser bien consciente que “se la hago a Dios, Dios está ahí”; con qué respeto debemos hacer todas estas cosas, lo intentemos desde ahora (mas sin caer en el pietismo, aquí hay tendencias al piestismo; en el Catolicismo se dice: piadoso sí, pietista no) [4].

(3) Y por último: Qué Humildad de Dios que recibe tantas faltas de respeto en su majestad por estar allí escondido en el Sagrario:
  • Los incrédulos hablan contra Él, y Él –por ahora– soporta callado: qué Humildad;
  • los blasfemos profanan su Cuerpo, mil veces a través de los siglos de la Historia ocurrió, y Él los soporta: qué Humildad de Dios;
  • los sacrílegos, los que se atreven a recibir a sabiendas la Comunión con pecado mortal, para que los vean sus esposas o sus novias o sus hijos, o los hijos, hijos que hacen eso para que los vean sus mamás que los controlan, o para que los vean el resto de las personas: “Es para que no me regañe mi esposa, es para que no me regañe mi mamá”; pues yo preferiría que mi mamá o mi esposa se enojen porque no comulgo, y no la ira de Dios por hacer una mala comunión, les aseguro que es un “poquito” más fuerte el enojo de Dios que la mamá o la esposa.
  • Y ni hablemos si las almas consagradas llegamos a hacer estas cosas malas o tener estas actitudes de olvido a Dios, Él nos ayude a jamás hacerlo [5]
Tienen allí entonces muchas consideraciones de la Humildad de Dios, contra la soberbia de nosotros los seres humanos: Él, que es el todo, es así; nosotros, que somos la nada, no; Humildad contra soberbia. Dios, el Niño Dios, nos ayude a ser humildes, quiera Él darnos esta gracia.
   
AVE MARÍA PURÍSIMA.
   
NOTAS
[1] Utilizamos resúmenes del libro “Compendio de Teología Ascética y Mística”, del Padre Adolfo Tanquerey, edición en español, Año 1930, impreso por la Sociedad de Juan Evangelista, Desclee & Cía, Tournai (Bélgica): Apartado II “De la Humildad”, en el número 1127 y siguientes.
[2] Tener que huir a Egipto ante la persecución de muerte de Herodes; soportar la matanza de los niños inocentes, los Santos Inocentes; qué Humildad y qué paciencia, y siendo Dios podía volver a la nada y al polvo a Herodes.
[3] Sus enseñanzas son profundísimas, las da Dios, pero sencillas, fáciles para las personas de buen corazón, con parábolas tomadas de la vida corriente, jamás pretendiendo la admiración sino sólo enseñar la Verdad.
[4] La Presencia Real, aunque escondida, de Dios Nuestro Señor Jesucristo, en la Santa Comunión es una mayor Humildad que lo que expresaba en la Cruz, como dice el Himno de Corpus: “in Cruce latébat sola Déitas, et hic latet simul et humánitas: en la Cruz se escondía la sola Divinidad, y aquí –en la Santa Comunión– se esconde incluso la Humanidad” de Cristo; Él es Dios y escondido desde el Sagrario soporta y sostiene el mundo entero, sostiene toda alma buena, todo misionero, toda alma consagrada, todos los mártires, y aplica el “nescíri, pro nihilo reputári: ser desconocido y ser reputado por nada”.
[5] Muchos, lo reciben con pecado mortal –sacrilegio– y Él soporta todo eso: Qué humildad. Cómo somos: para que mi esposa no me moleste o no se enoje, para que mi novia cree que estoy bien comulgando, para que mi mamá no se enoje y me regañe, comulgo con pecado mortal, ¿y no temo el enojo, la molestia y el castigo de Dios?, ¡hay que ser corto de mente; y no entender que los castigos de Dios van a ser un “poquito” más fuerte que el enojo de mi esposa, de ni novia, o de mi mamá!; qué Humildad de Dios que soporta todo eso. Y cuando somos las almas consagradas que hacemos esas cosas, o tener olvido de Él en el Sagrario: qué horror de nuestra parte si a eso llegamos, o qué ingratos por no estar con Él en el Sagrario; y otra vez: qué Humildad de Dios que soporta todo eso, “non potuístis una hora vigiláre mecum?: ¿no pudisteis estar en vigilia una hora conmigo? (San Mateo 26,40)”, y en vez de castigarnos nos sigue diciendo en el Sagrario: “veníte ad me omnes qui laborátis et oneráti estis et Ego refíciam vos: venid a mí todos los que estáis cargados con vuestros trabajos y con peso, y Yo os aliviaré (San Mateo 11,28)”.

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)