Traducción del artículo publicado por Massimo Micaletti para RADIO SPADA.
Nuestras abuelas, en su sólida concreción, solían decir que quienes tratan a las bestias como personas terminan tratando a las personas como bestias: no podían imaginar que llegaríamos al punto de tratar a las personas peor que a las bestias y por mucho que la suposición pueda fuerte opinión , no faltan ejemplos en tiempos muy recientes.
Empecemos por 2005, cuando la senadora Monica Cirinnà, entonces en la administración de Walter Veltroni Kotnik [en la ciudad de Roma, N. del T.], firmó el Reglamento para la protección de los animales, reclamándolo, en los años siguientes, como un gran logro. Bueno, el art. 8 de dicho Reglamento establece, en el parágrafo 6: «Está prohibido separar a los cachorros de perros y gatos de su madre antes de los 60 días de vida, salvo que por motivos graves lo certifique un veterinario». Nada tan exótico, salvo que la propia Cirinnà se ha expresado en varias ocasiones a favor del vientre de alquiler, una práctica bárbara que, además de la destrucción de embriones propia de la fecundación artificial, prevé que el recién nacido sea tomado inmediatamente de la gestante para ser encomendado a clientes (homosexuales, heterosexuales o parejas solteras de cualquier sexo) que hayan pagado bien la comisión. Por tanto, los perritos o gatos deben permanecer con su madre durante al menos sesenta días; un bebé recién nacido, en cambio, puede venderse inmediatamente después del nacimiento a quienes lo han encargado y su dignidad como persona no cuenta, las preguntas que se hará cuando sea mayor no cuentan, la dignidad de la madre que lo llevó en su seno por meses no cuenta.
Llegamos al día de hoy, a la conocida camorra provocada por las declaraciones del director Alfonso Signorini que incluso se permitió decir que estaba «en contra del aborto en todas sus formas». Cielo abierto, como hemos podido ver: no se puede estar en desacuerdo con el pensamiento único mediático, a años luz de la sensibilidad de las personas que en su gran mayoría se oponen a la supresión del feto. En sí mismo, nihil novi, sabemos cómo funcionan ciertos entornos, de los que quienes quieran preservar un mínimo de salud crítica deben huir en el aire. Pero puede empeorar. Sonia Bruganelli, columnista de Gran Hermano VIP (“Columnista de Gran Hermano VIP”: Nunca pensé en escribir cosas así en mi vida, pero bueno) luego publica entrevistas para aligerar la posición de Signorini, quien es el anfitrión de Big Brother VIP, y hay que quedarse sin palabras. En Fanpage, Bruganelli, columnista del Gran Hermano VIP –es bueno tenerlo en cuenta– declara que la alarma desatada por la palabra “aborto” en el contexto en el que habló Signorini, se refirió al aborto de perros, no al de personas, reiterando que era más que favorable a la destrucción del feto habiendo recurrido a él en dos ocasiones. Por lo tanto, por favor: tened la decencia de no tocar un tema trágico como el aborto de perros, excepto con la delicadeza que corresponde a un derramamiento de sangre tan inocente; El aborto de seres humanos, en cambio, es una conquista de la civilización por lo que si lo destruido concebido pertenece a la especie humana, todo está bien, de hecho es algo bueno y todos están o deben estar de acuerdo.
La última perla de este largo collar nos llega desde Francia, donde hace unos días se aprobó una ley que, entre otras cosas, prohíbe la venta de cachorros de perros en las tiendas de mascotas. Ahora, sin embargo, si la geografía ayuda, París debería estar en Francia y en septiembre de 2021 tuvo lugar la segunda edición de “Desir d’enfant”, que no es más que un salón de la industria procreadora, con motivo del cual las clínicas compiten por clientes con descuentos, obsequios y garantías de productos de calidad. En Francia como en Italia, el alquiler de vientres es ilegal: sin embargo, tanto en la edición de 2020 como en la de 2021 los operadores de este negocio antihumano también han podido anunciar el embarazo por encargo, que no se realizará en Francia sino en otros lugares, donde las mujeres pueden usarse como incubadoras y los bebés se pueden hacer por encargo. En Francia, por lo tanto, no se pueden poner cachorros en los exhibidores, pero los niños sí. Y una iniciativa similar –el salón de los niños– también llegará a Italia en 2022, para satisfacer el “deseo” (nunca una palabra ha sido más apropiada) de un bebé hecho a medida.
Alguien ya ha objetado: uno puede estar en contra del aborto de perros pero no de niños porque las mujeres no son perras, por lo que tienen derecho a elegir. Sin embargo, hay un detalle significativo: destruir a un cachorro es un poco diferente a destruir a un niño.
A la luz de esto, se puede concluir razonablemente que los grandilocuentes objetivos de civilización que Occidente se ha fijado para el siglo actual deben reducirse y devolverse a la concreción de nuestras abuelas: distinguir a un hombre de un perro y recordar cuál de las dos especies a las que pertenecen son resoluciones adecuadas al momento en que vivimos. Y siempre y cuando en los habituales no aparezca una discriminación medieval.
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)