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martes, 17 de enero de 2023

EN LA DUDA, SAN AGUSTÍN NO LO DIJO (Refutación de una frase atribuida a él)


Hay una frase que de cuando en cuando aparece incluso en foros católicos tradicionalistas cuando hay disputas en determinadas cuestiones, a saber:
«In necessáriis únitas, in dúbiis libértas, in ómnibus cáritas» [En lo necesario unidad, en lo dudoso libertad, en todo caridad].
La frase en cuestión es atribuida a San Agustín, pero si analizamos el contexto de la frase y las consecuencias que implica (buscar componendas imposibles e impensables), está demasiado lejos de la realidad. Aparte del hecho que no consta en las obras del Doctor Hiponense, quien sin embargo SÍ dijo claramente lo siguiente:
«La división sólo es engendrada por la disensión. Por el contrario, la caridad aglutina, la aglutinación forma la unidad, la unidad mantiene la caridad, la caridad conduce a la claridad» (Comentario al Salmo 30, III, 1).
Pero volvamos al quid del asunto: ¿de dónde nació la frase? La primera cita documentada de esta frase es la variante «Unitátem in necessáriis, in non necessáriis libertátem, et in ómnibus caritátem» [En lo necesario unidad, en lo dudoso libertad, y en todo caridad], en la carta del escritor y mecenas flamenco Jean Charles de Cordes a Hugo Grocio, fechada a 9 de Noviembre de 1634 y conservada en la Biblioteca Bodleiana de Oxford, manuscrito D’Orville 51. De Cordes (conocido por su colección de manuscritos y por el retrato que se le atribuye a Rubens, y nada más), menciona la frase y señala a continuación: «Je ay trouvé dans les œuvres de Dominis» [La encontré en las obras de Dóminis].
   
¿Quién era este Dóminis? Era Marco Antonio de Dóminis, el arzobispo apóstata de Espalato (Croacia), el cual escribió en su obra De república Ecclesiástica contra Primátum Papæ de 1617 (puesta en el Índice de Libros Prohibidos por obvias razones) lo siguiente:
«Quod si in ipsa rádice, hoc est sede, vel pótius sólio Románi pontíficis hæc abominatiónis lues purgarétur et ex cómmuni ecclésiæ consílio consénsuque auferrétur hic metus, depréssa scílicet hac petra scándali ac ad normæ canónicæ justítiam complanáta, haberémus ecclésiæ átrium æquábile levigátum ac pulchérrimis sanctuárii gemmis splendidíssimum. Ómnesque mútuam amplecterémur unitátem in necessáriis, in non necessáriis libertátem, in ómnibus caritátem. Ita séntio, ita opto, ita plane spero, in eo qui est spes nostra et non confundémur» [Ahora bien, si la plaga de la abominación, esto es, la sede o mejor, del trono del Romano pontífice, fuera arrancada de raíz, y removido ese miedo que pende del concilio y consenso común de la Iglesia, suprimido precisamente por esta piedra de tropiezo (cf. 1 Pedro 2, 8/Vulgata), y aplanado por la justicia del derecho canónico, tendríamos un equitativo atrio de la Iglesia pulido y espléndido por las hermosísimas gemas del santuario, y todos abrazaríamos mutuamente la unidad en lo necesario, en lo no necesario libertad, y en todas las cosas la caridad. Esto siento, esto elijo, esto espero en verdad, de aquel que es nuestra esperanza y no nos confunde] (Marco Antonio de Dóminis, De república ecclesiástica contra Primátum Papæ, parte I, libro IV, cap. VIII in fine. Londres, Oficina Nortoniana, 1617, pág. 676).
Grocio conocía personalmente a De Dóminis, poseía el libro, pero por esa sola referencia difícilmente la podría encontrar. Pero hoy en día, cualquiera puede insertar la frase en un buscador de internet y le aparece. Por otro lado, la frase se repite (aunque en formas diferentes) en el libro VII de la segunda parte de la misma obra, en los capítulos VI, sección 21 (pág. 104); IX, secciones 18 (pág. 130), 27 (pág. 132), y 204 (pág. 197); y XII, sección 113 (pág. 316).
  
De ahí, la frase alcanzó difusión entre los protestantes de Inglaterra y Europa continental. En Alemania, particularmente, es citada por el teólogo luterano Pedro Meiderlin en su opúsculo Parǽnesis votíva per Pace Ecclésia ad Theológos Augustána Confessiónis (Exhortación por la paz de la Iglesia a los teólogos de la Confesión de Augsburgo) de 1626, escrito bajo el pseudónimo de Roberto Meldenio en defensa del teólogo Johann Arndt (precursor del pietismo) durante las controversias que se suscitaron en torno a él. Meiderlin/Meldenio escribe lo siguiente:
«Verbo dicam: si nos serváremus in necessáriis unitátem, in non necessáriis libertátem, in útrisque caritátem, óptimo certe loco essent res nostræ» [Digo en una palabra: si conserváramos la unidad en lo necesario, libertad en lo no necesario, y en ambas la caridad, nuestros negocios estarían ciertamentene en excelente condición].
Gregor Frank, un teólogo primero luterano, y después calvinista, profesor en la Universidad de Fráncfor del Óder, en su obra de 1628 Consideratio theologica de gravibus necessitatibus dogmatum Christianorum quibus fidei, spei et charitatis officia reguntur (Consideración teológica sobre los dogmas cristianos de mayor necesidad que gobiernan los deberes de la fe, la esperanza y la caridad), sintetiza la exhortación de Meldenio en una instancia así:
«Summa est: Servémus in necessáriis unitátem, in non necessáriis libertátem, in útrisque charitátem. Vincat véritas, vivat cháritas, máneat libértas per Jesum Christum qui est véritas ipsa, cháritas ipsa, libértas ipsa» [En suma: Conservemos la unidad en lo necesario, la libertad en lo no necesario, y en ambas la caridad. Que triunfe la verdad  viva la caridad y permanezca la libertad, por Jesucristo que es la misma verdad, la misma caridad, y la misma libertad].
Cincuenta años después, el puritano Robert Baxter, en el prefacio de The True and Only Way of Concord of All the Christian Churches, the Desirableness of it, and the Detection of False Dividing Terms (El verdadero y único modo de concordia de todas las iglesias cristianas, su deseabilidad, y cómo detectar los falsos términos divisivos), dice:
«Una vez más os repito las olvidadas palabras del antiguo pacificador: “Si in necessáriis sit [esset] unitátem, in non necessáriis libertátem, in útrisque caritátem, óptimo certe loco essent res nostræ”».
Por «el antiguo pacificador», Baxter se refería a Meldenio, como se ve en las páginas 21 y 25 de la sección tercera del referido tratado, diciendo en esta última:
«Nada más se diría de esta materia [si separarse de una parte accidental o esencial de la Iglesia es separarse de la Iglesia] sino lo que, como dijo Roberto Meldenio, citado por Conrado Berg, puede acabar con los cismas si es bien entendido y usado, a saber: [Volviendo a citar la frase aludida en su prólogo]».
Y Juan Amós Comenio, el último obispo de la Hermandad Morava, dice en su obra de 1688 Unum necessárium (La única cosa necesaria): 
«Serváre in omníno necessáriis Unitátem:  in minus necessárius (qua Adiáphora vocant) Libertátem:  in ómnibus erga omnes Charitátem» [Guardar en todo lo necesario la Unidad, en lo menos necesario (que llaman Adiáfora) Libertad, en todo la Caridad que obliga a todos].
  
Hasta este punto, hallamos claro que la frase nace en el siglo XVII por Marco Antonio de Dóminis en medio de sus ataques contra el Papado (De Dóminis proponía una federación de Iglesias nacionales), y fue adoptada por los protestantes para aplicarla en un intento de solucionar sus diferencias doctrinales, sin citar a su primigenio autor (De Dóminis, debido a sus fluctuaciones religiosas alimentadas por su carácter soberbio, pasó de la estimación al odio por los protestantes, y por ende a una dámnatio memóriæ como teólogo –como científico tuvo mejor suerte–).
   
La frase «Unitátem in necessáriis» fue rescatada del olvido por Friedrich Lücke, que en 1850 publicó la Parǽnesis votíva de Meldenio como apéndice de una monografía sobre esta. Lücke usó una reimpresión contenida de la Variórum Auctórum Miscellánea Theologíæ de Johann G. Pfeiffer, Leipzig, 1736, págs. 136-285; y Philip Schaff en su Historia de la Iglesia Cristiana, vol. 7, págs. 650-653 le dedica un espacio importante a la cita. Finalmente, la frase (con el cambio de «non necessárii» a «dúbiis») salta al catolicismo modernista por Roncalli, que la cita en su encíclica programática Ad Petri Cátedram (aunque sin entrar en el debate sobre su autor):
«Hay, sin embargo, no pocos puntos en los que la Iglesia católica deja que libremente disputen entre sí los teólogos, en cuanto se trata de cosas no del todo ciertas, y en cuanto —como notaba el celebérrimo escritor inglés, el Cardenal Juan Enrique Newman— tales disputas no rompen la unidad de la Iglesia, sino más bien sirven para una mejor y más profunda inteligencia de los dogmas, ya que preparan y hacen más seguro el camino para este conocimiento, puesto que del choque de varias sentencias sale siempre nueva luz [cf. Difficulties of Anglicans, vol. I, lect. X, p. 261 ss]. Sin embargo, hay que retener el dicho que, expresado unas veces de un modo y otras de otro, se atribuye a diversos autores: en las cosas necesarias, unidad; en las dudosas, libertad; en todas, caridad [In necessáriis únitas, in dúbiis libértas, in ómnibus cáritas]».
Y se inserta en el decreto Unitátis Redintegrátio del Vaticano II:
«Guardando la unidad en lo necesario [In necessáriis unitátem custodiéntes], todos en la Iglesia, cada uno según el cometido que le ha sido dado, observen la debida libertad [debítam libertátem servent], tanto en las diversas formas de vida espiritual y de disciplina como en la diversidad de ritos litúrgicos, e incluso en la elaboración teológica de la verdad revelada; pero en todo practiquen la caridad [in ómnibus vero caritátem colant]. Pues con este proceder manifestarán cada día más plenamente la auténtica catolicidad y la apostolicidad de la Iglesia».
Desde entonces, la frase final ha hecho carrera, tanto en autores especializados como en el gran público, las más veces atribuyéndola falsamente a San Agustín. Para muestra, y concluyendo tantas citas, el Protocolo 1978/96/L, de fecha 17 de Enero de 1997, por el cual el cardenal Jorge Medina Estévez, prefecto entonces de Culto Divino, extiende a la Argentina la “comunión” en la mano. Medina Estévez le dice a Juan Rodolfo Laise OFMCap, obispo que fue de San Luis (Argentina), además que estaba en su legítimo derecho a no extender el indulto a su diócesis, conlcuye diciendo:
«Séame permitido recordar las palabras de San Agustín: “In necessáriis únitas, in dúbiis libértas, in ómnibus cáritas”».
Quedan en el tintero dos interrogantes, y son:
  • ¿Cuándo, (y por quién) se dio el paso de «non necessárii» a «dúbiis»?
  • ¿Cuándo empezó a atribuirse la frase a San Agustín?
En todo caso, llegamos a donde queríamos llegar: la frase NO ES DE SAN AGUSTÍN, y no debe usarse por los católicos, porque implica poner en entredicho la Unidad doctrinal de la Iglesia Católica, que ha sido garantizada por el Magisterio y la figura del Papado.

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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)