Traducción (y adaptación) del artículo publicado en francés por FEMME À PART.
Tal
vez haz notado un cristal apoyado en el escritorio de tu colega de
trabajo, o tal vez una amiga te ha confiado su nueva pasión por el
Reiki, o te han enviado una publicidad de lectura del tarot… El hecho es
que mientras pensamos vivir en una sociedad totalmente desespiritualizada, prácticas de otros tiempos (o de otros continentes) se han provisto un puesto, sobre todo en el universo femenil.
El atractivo de las prácticas esotéricas.
Tarot,
yoga, feng shui, sincretismo… ¡hay para todos los gustos! El término
“prácticas esotéricas” cubre un ámbito muy amplio. El deportivo tiene
por ejemplo el yoga, que consiguió gran éxito entre las mujeres por sus
capacidades relajantes, pero que remite a la dimensión religiosa hindú.
Para quien ama la decoración de interiores, está el feng shui, la
creencia china sobre la circulación de las energías en la casa.
Hay
un componente espiritual mayor o menor en estas prácticas; por otro
lado, también el denominado desarrollo personal puede tener lugar la
“religión alternativa”, con sus mantras y obras cultas. Cualquiera
que sea tu sensibilidad, ¡puedes estar segura de encontrar discursos y
responder, a veces incluso con elementos católicos en el fondo!
Pero,
aunque quien practica estas actividades esotéricas pueda tener y
frecuentemente tenga las mejores intenciones del mundo, en el plano
espiritual, el peligro es real. ¿De dónde vienen las fuerzas que estas
personas manipulan? ¿Qué impacto tienen en sus almas?
Un vacío espiritual que llenar.
Es
evidente que este improvisado ataque hacia las espiritualidades
alternativas responde a una necesidad, que todos tenemos y que la
sociedad contemporánea ha hecho a un lado: la necesidad de
trascendencia. ¿La vida se reduce a nuestras experiencias sensoriales, a
nuestros trabajos, a nuestros viajes, a nuestras salidas? ¿Y después?
Difícil encontrar personas que no se han hecho nunca estas preguntas:
¡el hombre es también alma!
Frente a esta necesidad, las personas buscan llenar la falta agregando un poco de sacralidad a una cotidianidad tal vez triste o angustiante:
cristaloterapia para creer en sí mismos, ley de la atracción para
evitar los temores sobre el futuro, reiki para “limpiar las energías
propias”…
Pero
la pregunta es espontánea y legítima: ¿por qué, en esta búsqueda de
espiritualidad, no volverse a la religión visceralmente hispánica [N. del T. En el original, se referían naturalmente a Francia], o sea el Catolicismo?
Y es ahí que la obra de laicismo dirigida en las últimas décadas recoge
sus frutos: ser católicos ha devenido extremadamente fuera de moda.
Súmese que es muy restrictivo, y ¿quién quiere levantarse temprano un
domingo en la mañana?… No, debe haber una alternativa…
Una espiritualidad barata.
Estas
espiritualidades alternativas son extremadamente acomodaticias, ideales
para quien busca una espiritualidad barata: las prácticas son de fácil
aplicación, agradables, y parecen llenarnos momentáneamente. Se pueden combinar entre sí, se pueden seguir en modo personalizado… Ningún vínculo moral, ningún esfuerzo.
¿Y qué decir de la dimensión comsumista
de estas prácticas? Casi siempre el bienestar espiritual que predican
se basa en la consecución de objetivos, a veces en manera sistemática.
Una nueva piedra, un brazalete energético, un banco de meditación o
incluso un retiro en el confin del mundo… Así, nos engañamos revistiendo
nuestro consumo superfluo con un poco de “divinidad”.
¡Basta escribir “kit espirituales” en cualquier motor de búsqueda para constatar que se trata de un negocio muy lucrativo!
Por qué se debe regresar al Catolicismo.
Lejos de fulminar condenas a quienes recurren a tales prácticas, conviene entender que estas responden a un malestar y a una falta de sentido derivada de apartarse de Dios. Hay quienes buscan encontrar el amor, confirmarse, o “purificarse” por distintos medios… La Fe llena cada una de nuestras necesidades espirituales. Dios es Aquel que nos ama incondicionalmente, nos perdona, vela con Su Providencia de las circunstancias de nuesta vida, y purifica nuestra almas alejándolas del pecado.
Cuando veas en todas partes “de moda”, patrocinadas por influenciadores y personajes famosos, baratijas bonitas presentadas como que aportan paz y serenidad, y métodos inverosímiles para atraer la buena suerte, acuérdate que la Verdad no se puede comprar, no pasa de moda y no cabia según la época o el lugar. ¡La Verdad es eterna y te espera! 😉
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)