La Sección 5.ª de la Audiencia Provincial de Murcia condenó el martes a 9 años de prisión y otros 7 años de libertad vigilada al presbítero Antonio Lax Zapata por abusar de dos menores valiéndose de la confianza que se ganó con sus respectivas familias y de su superioridad por la autoridad que sobre ellos como “clérigo”, informó La Opinión de Murcia. Además, se le condenó a indemnizar a los dos menores con 8.200 euros, fue inhabilitado por 10 años para el ejercicio de cualquier profesión que implique contacto con menores, y se prohibió acercarse a menos de 500 metros a las víctimas hasta por 10 años y mantener cualquier comunicación con ellos.
La sentencia se adiciona a otra emitida por ese mismo tribunal el 11 de Mayo de 2022 por 7 años y nueve meses de prisión por abusar de un menor en San Pedro de Pintanar, abusos que se repitieron en Yecla. También fue condenado a pagarle 30.000 euros de indemnización.
Según estableció la providencia judicial, el presbítero había aprovechado la confianza que le dieron las familias de los menores, a quienes llevaba con su coche a pescar o a la playa, les invitaba a helados y los besaba. Frecuentemente, Lax Zapata mantenía con ellos conversaciones de carácter sexual, y a uno le hizo tocamientos y otros actos lascivos mientras jugaba videojuegos en su casa.
Lax Zapata, nacido en Monteagudo (Murcia) e “instalado” presbítero en Medellín (Colombia) tras uns estadía en el seminario neocatecumental “Redemptóris Mater” luego de terminar sus estudios de formación profesional en Mecánica del Automóvil, fue párroco de la Santísima Trinidad en Turbo (Antioquia) desde 1991 hasta 2006 (de donde fue trasladado tras ser víctima de una presunta extorsión en el año 2003), vicepárroco en la parroquia San Pedro Apóstol en San Pedro del Pinatar y de Nuestra Señora del Rosario de El Mirador en el municipio de San Javier entre 2006 y 2013, cuando fue trasladado como párroco de San Juan Bautista y capellán del hospital Virgen del Castillo (ambas en Yecla), permaneciendo hasta 2019; en los últimos días celebraba en la ermita de Santa Bárbara. Fue en San Pedro del Pinatar cuando empezaron los abusos a las víctimas, que continuaron cuando fue trasladado a Yecla.
Una de las víctimas contó los hechos a otro párroco en el verano de 2019, quien enseguida los puso a conocimiento de la diócesis de Cartagena-Murcia. A fines de Julio de ese año, el vicario judicial diocesano Gil José Sáez Martínez (recientemente defendió en la Universidad de Murcia su tesis doctoral “La respuesta del Derecho Canónico ante los abusos sexuales a menores cometidos por clérigos en España. Propuestas de cooperación procesal entre el ordenamiento estatal y el ordenamiento canónico”, con calificación Sobresaliente cum laude) inicio una investigación canónica por el canon 1717 wojtyliano, y el obispo José Manuel Lorca Planes interpuso la denuncia ante la Fiscalía Superior Regional de Murcia. Detenido y apartado de sus funciones, Lax fue declarado culpable por el primer caso a 7 años y 9 meses, y ahora se adicionaron otros 9 años el día martes por los otros dos casos, por lo que se pidió que sea puesto en establecimiento carcelario. La decisión, sin embargo, es susceptible de recursos ante el Tribunal Superior de Murcia.
Por su parte, la Diócesis de Cartagena-Murcia expresó mediante comunicado de prensa su cercanía y solidaridad con las familias de las víctimas, y reiteró su política de “tolerancia cero” ante los abusos. Sobre Lax Zapata, dijo que el proceso canónico continúa.
Antonio Lax Zapata es miembro del Camino Neocatecumenal, movimiento heterodoxo conciliar fundado en 1964 por el laico y “artista” español Francisco José Gómez de Argüello y Wirtz (“Kiko Argüello”), al cual se adscribe una de cada cinco en España, y que maneja una red de más de un millón de “misioneros itinerantes” (entre presbíteros, matrimonios y familias) apoyados por la “Fundación Familia de Nazaret para la Evangelización Itinerante”, que gestiona más de 120 millones de euros anuales provenientes de «oblaciones, contribuciones, donaciones, herencias y legados que le sean conferidos por los fieles de las comunidades neocatecumenales y por otros entes y personas privadas». Yecla es una localidad donde los ‘kikos’ tienen una fuerte presencia, tanto que varios de los concejales del Partido Popular en el ayuntamiento hacen parte de ese movimiento. En el momento que se conocieron los hechos, varios vecinos de Yecla dijeron de él que era «un sacerdote cariñoso, amable, ameno en las misas y con empatía para llegar a los más jóvenes del rebaño, muy cercano y muy querido por todos, que ha participado en un gran número de viajes y en convivencias con los jóvenes catecúmenos», y una edil popular que se confiesa ‘kika’ dijo «La noticia nos ha sorprendido mucho, nadie sospechaba nada». Hoy, nadie quiere recordar aquel episodio, mucho menos a su protagonista.
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