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lunes, 27 de marzo de 2023

«LA MISA TRADICIONAL ES PRODUCTO DE LA “CLERICALIZACIÓN”» (PREDICADOR BERGOGLIANO)

Traducción de la noticia publicada en CATHOLIC REVIEW. Comentario propio.
  
LA MISA ANTERIOR AL VATICANO II SE FORMÓ POR LA “CLERICALIZACIÓN”, DICE EL PREDICADOR PAPAL

24 de Marzo de 2023
Por Justin McLellan – Servicio Católico de Noticias
   
El cardenal Raniero Cantalamessa, predicador de la casa papal, hace la señal de la cruz antes de dirigirse al papa Francisco y a los funcionarios de la Curia romana durante su reflexión de Cuaresma en la sala de audiencias del Vaticano el 24 de Marzo de 2023 (Foto de CNS/Vatican Media).
  
CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — La clericalización llevó a la separación del clero de los fieles en la liturgia de la iglesia celebrada antes del Concilio Vaticano II, dijo el cardenal Raniero Cantalamessa Giovannini, predicador de la casa papal.
   
En su reflexión de Cuaresma del 24 de Marzo, el cardenal le dijo al ~Papa~ Francisco y a los funcionarios de la Curia Romana reunidos en la sala de audiencias del Vaticano que la reforma de la Misa del Vaticano II era un regreso «del pasado reciente para recuperar el más antiguo y original».
  
El cardenal Raniero Cantalamessa, predicador de la casa papal, se dirige al papa Francisco y a los funcionarios de la Curia romana durante su cuarta reflexión de Cuaresma en la sala de audiencias del Vaticano el 24 de Marzo de 2023 (Foto de CNS/Vatican Media).
  
A través de las descripciones de la Misa de San Justino en el siglo II y San Hipólito en el siglo III, dijo, «obtenemos una visión de la Misa ciertamente más cercana a la reformada de hoy que a la de siglos atrás».
   
«¿Qué pasó después de eso? La respuesta está en una palabra que no podemos evitar: ¡clericalización!», dijo el cardenal Cantalamessa. «En ninguna otra esfera esta ha actuado más fuertemente que en la liturgia» antes del Concilio Vaticano II.
   
A lo largo de los siglos, dijo, el culto cristiano y el sacrificio eucarístico cambiaron «de una acción del pueblo a una acción del clero».
   
Como ejemplo, señaló cómo en la misa anterior al Concilio Vaticano II, la anáfora, la oración que consagra el pan y el vino como el cuerpo y la sangre de Cristo, fue dicha en voz baja por el sacerdote en latín detrás de una pared o cortina «fuera de la vista y el oído del pueblo».
   
Tal práctica demostró un «evidente retorno a lo que ocurría en el culto» de los antiguos israelitas cuando el sacerdote entraba en la cámara más interior del templo mientras «el pueblo quedaba fuera temblando, abrumado por la sensación de majestad e inaccesibilidad de Dios».
   
La liturgia reformada, dijo, cambió la forma en que la santidad de Dios se manifiesta en la Misa, «ya no como un misterio de majestad y poder, sino como una capacidad infinita de hacerse a un lado, de esconderse».
   
«Asombro y temblor todavía tienen un lugar en el nuevo pacto», dijo, «pero ¿frente a qué? ¡No a la majestad, sino a la humillación del Siervo!».
   
El cardenal Cantalamessa dijo que otro regalo de la reforma litúrgica del Vaticano II fue que «pusiera la epíclesis, es decir, la invocación del Espíritu Santo, en el corazón de la Misa» al consagrar las ofrendas.
   
Aún así, al celebrar la liturgia reformada, enfatizó la necesidad de evitar «improvisaciones arbitrarias y extrañas» y de «mantener la necesaria sobriedad y compostura aun cuando la Misa se celebre en situaciones y ambientes particulares».
   
El cardenal dijo que una de las razones por las que lamenta la pérdida del latín en la Iglesia es que los cantos «que han servido a generaciones de creyentes de todas las lenguas» están desapareciendo.
  
COMENTARIO: Como días antes hicieran sus cofrades Blase Cupich y Arthur Roche, Cantalamessa el 24 de Marzo (día en que Nuestro Señor Jesucristo instituyó el Santo Sacrificio de la Misa), está ofreciendo una justificación al Novus Ordo partiendo de la base «La Iglesia debe ir con el tiempo, adaptándose al mundo», que es la premisa fundamental del modernismo condenado por San Pío X.
  
En su reflexión, él cita la liturgia atribuida incorrectamente a San Hipólito de Roma (como demostramos en nuestro artículo EL “CANON DE HIPÓLITO” COMO EJEMPLO DEL ARQUEOLOGISMO LITÚRGICO). Y de otra arista, la “clericalización” se expresa, irónicamente, en ocasión y por consecuencia de las reformas desde 1951-1956 que culminaron en el Novus Ordo, hechas por sujetos que en su vida y carrera clerical (nunca mejor empleada la palabreja en comento) JAMÁS Y NUNCA tuvieron cura de almas en una parroquia o diócesis, y que fueron impuestas en manera inconsulta y sin transición a las órdenes religiosas y al “Pueblo de Dios” y defendida por los neo-ultramontanistas del Vaticano II.
   
Sobre la oración que llaman “epíclesis”, la noción que esta se equipara a la oración “Quam oblatiónem” y efectúa la transubstanciación es totalmente extraña al Rito Romano, contraria a las Sagradas Escrituras, la Tradición de los Doctores griegos (San Cirilo de Jerusalén y San Juan Crisóstomo) y latinos (San Ambrosio y Santo Tomás), y el Magisterio de la Iglesia; además de extraña al Rito Romano y negadora del rol in persóna Christi del sacerdote en la Misa, por lo que ha sido condenada por San Pío X en “Ex quo nono labénte sǽculo” y por el Santo Oficio en su Respónsum ad dúbium del 23 de Mayo de 1957.
  
De las «improvisaciones arbitrarias y extrañas» que el Novus Ordo ha propiciado como algo inherente a él, ya bastante se ha escrito, y como dijo el buhonero, «tenemos de todo para todos los gustos, y lo que no, lo inventamos».

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