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domingo, 15 de octubre de 2023

CURIOSIDAD EN EL SÍNODO: LAS LECCIONES DE LA FIESTA DE JUAN XXIII


Durante el Oficio de lectura (antiguas Maitines) en la sesión sinodal del 11 de Octubre (memoria de San Juan XXIII para los Novusorditas), el cardenal inglés Arthur Roche, Prefecto del Dicasterio para el Culto Divino, leyó el Discurso de Apertura solemne del Concilio Vaticano II, dado 11 de Octubre de 1962 (Acta Apostólicæ Sedis 54 [1962], págs. 786-787 792-793):
  
LATÍN (Fuente: Breviar.sk)
LÉCTIO ÁLTERA
Ex allocutiónibus sancti Joánnis XXIII, papæ: Ecclésia amantíssima ómnium mater
Gáudet Mater Ecclésia quod, singulári Divínæ Providéntiæ múnere, optatíssimus jam dies illúxit, quo, áuspice Deípara Vírgine, cujus matérna dígnitas hódie festo ritu recólitur, hic ad Beáti Petri sepúlcrum Concílium Œcuménicum Vaticánum Secúndum sollémniter inítium capit.
    
Gravíssimæ sane res et quæstiónes ab humáno génere dissolvéndæ, post vigínti fere sǽcula non mutántur; étenim Christus Jesus semper médium quasi locum tenet históriæ et vitæ: hómines aut ipsi ipsiúsque Ecclésiæ adhǽrent, átque ádeo lucis, suavitátis, recti órdinis pacísque bonis fruúntur; aut sine ipso vivunt vel contra ipsum agunt et consúlto extra Ecclésiam commorántur, quo fit ut confúsio inter eos habeátur, mútuæ ratiónes ásperæ efficiántur, cruentórum bellórum impéndeat perículum.
    
Ineúnte Concílio Œcuménico Vaticáno Secúndo, manifésto ut álias númquam patet, veritátem Dómini in ætérnum manére. Síquidem, dum ætas ætáti succédit, incértas cérnimus hóminum opinatiónes álias álias excípere atque enascéntes erróres sæpe cito velut nébulam sole depúlsam evanéscere.
   
Quíbus erróribus Ecclésia nullo non témpore óbstitit, eos sæpe étiam damnávit, et quídem severitáte firmíssima. Ad præsens tempus quod áttinet, Christi Sponsæ placet misericórdiæ medicínam adhibére, pótius quam severitátis arma suscípere; magis quam damnándo, suæ doctrínæ vim ubérius explicándo putat hodiérnis necessitátibus esse consuléndum. Non quod desint falláces doctrínæ, opinatiónes, perícula præcavénda átque dissipánda; sed quia hæc ómnia tam apérte pugnant cum rectis honestátis princípiis, ac tam exitiáles peperére fructus, ut hódie hómines per se ipsi ea damnáre incípere videántur, ac nominátim illas vivéndi formas, quæ Deum ejúsque leges posthábeant, nímiam in téchnicæ artis progréssibus pósitam confidéntiam, prosperitátem únice vitæ cómmodis inníxam. Ipsi magis magísque norunt, humánæ persónæ dignitátem ejúsque cóngruam perfectiónem negótium esse magni moménti et ad expediéndum perárduum. Quod áutem máxime ínterest, íidem experiéndo tandem didicérunt, extérnam vim áliis impósitam, armórum poténtiam, políticum dominátum mínime satis esse, ad gravíssimas, quæ eos angunt, quæstiónes felíciter dissolvéndas.
   
Hisce in rerum adjúnctis, Cathólica Ecclésia, dum per Œcuménicum hoc Concílium religiósæ veritátis facem attóllit, amantíssimam ómnium matrem se vult præbére, benígnam, patiéntem, atque erga fílios a se sejúnctos misericórdia ac bonitáte permótam humáno géneri, tot difficultátibus laboránti, ipsa, ut olim Petrus mísero illi qui ab eo stipem rogáverat, dicit: Argéntum et áurum non est mihi: quod áutem hábeo hoc tibi do; in nómine Jesu Christi Nazaréni surge et ámbula. Scílicet nostrórum témporum homínibus Ecclésia non cadúcas pórrigit divítias, néque beatitátem dumtáxat terrénam pollicétur; sed supérnæ grátiæ bona impértit, quæ cum hómines ad filiórum Dei dignitátem érigant, tam válido præsídio et adjuménto sunt ad humaniórem efficiéndam eórum vitam; uberióris doctrínæ suæ fontes áperit, qua hómines luce Christi collustráti pénitus intellígere valent, quid ipsi revéra sint, qua dignitáte excéllant, quem finem prósequi débeant; per fílios dénique suos ubíque christiánæ caritátis spátia dilátat, qua ad dissensiónum sémina evellénda nihil est áptius et ad provehéndam concórdiam, justam pacem fraternámque ómnium unitátem nihil est efficácius.
    
TRADUCCIÓN (Fuente: iBreviary.com)
SEGUNDA LECTURA
De los Discursos de San Juan Veintitrés, Papa: La Iglesia es la madre más amorosa
Gócese hoy la Santa Madre Iglesia porque, gracias a un regalo singular de la Providencia Divina, ha alboreado ya el día tan deseado en que el Concilio Ecuménico Vaticano II se inaugura solemnemente aquí, junto al sepulcro de San Pedro, bajo la protección de la Virgen Santísima cuya Maternidad Divina se celebra litúrgicamente en este mismo día.
   
El gran problema planteado al mundo, desde hace casi dos mil años, subsiste inmutable. Cristo, radiante siempre en el centro de la historia y de la vida; los hombres, o están con Él y con su Iglesia, y en tal caso gozan de la luz, de la bondad, del orden y de la paz, o bien están sin Él o contra Él, y deliberadamente contra su Iglesia: se tornan motivos de confusión, causando asperezas en las relaciones humanas, y persistentes peligros de guerras fratricidas.
   
Al iniciarse el Concilio Ecuménico Vaticano II, es evidente como nunca que la verdad del Señor permanece para siempre. Vemos, en efecto, al pasar de un tiempo a otro, cómo las opiniones de los hombres se suceden excluyéndose mutuamente y cómo los errores, luego de nacer, se desvanecen como la niebla ante el sol.
   
Siempre la Iglesia se opuso a estos errores. Frecuentemente los condenó con la mayor severidad. En nuestro tiempo, sin embargo, la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia más que la de la severidad. Ella quiere venir al encuentro de las necesidades actuales, mostrando la validez de su doctrina más bien que renovando condenas. No es que falten doctrinas falaces, opiniones y conceptos peligrosos, que precisa prevenir y disipar; pero se hallan tan en evidente contradicción con la recta norma de la honestidad, y han dado frutos tan perniciosos, que ya los hombres, aun por sí solos, están propensos a condenarlos, singularmente aquellas costumbres de vida que desprecian a Dios y a su ley, la excesiva confianza en los progresos de la técnica, el bienestar fundado exclusivamente sobre las comodidades de la vida. Cada día se convencen más de que la dignidad de la persona humana, así como su perfección y las consiguientes obligaciones, es asunto de suma importancia. Lo que mayor importancia tiene es la experiencia, que les ha enseñado cómo la violencia causada a otros, el poder de las armas y el predominio político de nada sirven para una feliz solución de los graves problemas que les afligen.
   
En tal estado de cosas, la Iglesia Católica, al elevar por medio de este Concilio Ecuménico la antorcha de la verdad religiosa, quiere mostrarse madre amable de todos, benigna, paciente, llena de misericordia y de bondad para con los hijos separados de ella. Así como Pedro un día, al pobre que le pedía limosna, dice ahora ella al género humano oprimido por tantas dificultades: "No tengo oro ni plata, pero te doy lo que tengo. En nombre de Jesús de Nazaret, levántate y anda" (Hch 3,6). La Iglesia, pues, no ofrece riquezas caducas a los hombres de hoy, ni les promete una felicidad sólo terrenal; los hace participantes de la gracia divina que, elevando a los hombres a la dignidad de hijos de Dios, se convierte en poderosísima tutela y ayuda para una vida más humana; abre la fuente de su doctrina vivificadora que permite a los hombres, iluminados por la luz de Cristo, comprender bien lo que son realmente, su excelsa dignidad, su fin. Además de que ella, valiéndose de sus hijos, extiende por doquier la amplitud de la caridad cristiana, que más que ninguna otra cosa contribuye a arrancar los gérmenes de la discordia y, con mayor eficacia que otro medio alguno, fomenta la concordia, la justa paz y la unión fraternal de todos.
Lo irónico es que en el Propio de la Liturgia de las Horas que le asignaron, a esta lección le antecedió 1 Timoteo IV, 1-V, 2:
LATÍN
LÉCTIO PRIOR
De Epístola prima ad Timótheum, 4, 1 – 5, 2. De magístris erróris. De senióribus
Caríssime: Spíritus maniféste dicit quia in novíssimis tempóribus discédent quidam a fide, attendéntes spirítibus seductóribus et doctrínis dæmoniórum, in hypócrisi loquéntium mendácium et cauteriátam habéntium suam consciéntiam, prohibéntium núbere, abstinére a cibis, quos Deus creávit ad percipiéndum cum gratiárum actióne fidélibus et his, qui cognovérunt veritátem. Quia omnis creatúra Dei bona, et nihil rejciéndum, quod cum gratiárum actióne percípitur, sanctificátur enim per verbum Dei et oratiónem.
   
Hæc propónens frátribus bonus eris miníster Christi Jesu, enutrítus verbis fídei et bonæ doctrínæ, quam assecútus es; profánas autem et aníles fábulas devíta.
   
Exérce teípsum ad pietátem; nam corporális exercitátio ad módicum útilis est, píetas áutem ad ómnia útilis est, promissiónem habens vitæ, quæ nunc est, et futúræ. Fidélis sermo et omni acceptióne dignus: in hoc enim laborámus et certámus, quía sperávimus in Deum vivum, qui est salvátor ómnium hóminum, máxime fidélium, prǽcipe hæc et doce.
    
Nemo adulescéntiam tuam contémnat, sed exémplum esto fidélium in verbo, in conversatióne, in caritáte, in fide, in castitáte. Dum vénio, atténde lectióni, exhortatióni, doctrínæ. Noli neglégere donatiónem, quæ in te est, quæ data est tibi per prophetíam cum impositióne mánuum presbytérii. Hæc meditáre, in his esto, ut proféctus tuus maniféstus sit ómnibus. Atténde tibi et doctrínæ; insta in illis; hoc enim fáciens et teípsum salvum fácies et eos, qui te áudiunt.
  
Seniórem ne increpáveris, sed óbsecra ut patrem, júvenes ut fratres, anus ut matres, juvénculas ut soróres in omni castitáte.

TRADUCCIÓN
PRIMERA LECTURA
De la primera carta a Timoteo 4, 1 – 5, 2. Los falsos doctores
Hermano: El Espíritu dice claramente que algunos en los últimos tiempos desertarán de la fe, dando oídos a engaños, inspiraciones y enseñanzas propias de demonios, seducidos por embaucadores hipócritas, cuya conciencia estará marcada a fuego por la infamia; éstos proscriben el matrimonio y el uso de alimentos, que han sido creados por Dios para que disfruten de ellos con acción de gracias los fieles y los conocedores de la verdad. Todo lo que Dios ha creado es bueno; y no hay alimento que merezca repulsa, si se toma dando gracias a Dios. Todo queda santificado por la palabra de Dios y por nuestra oración.
   
Si propones estas cosas a los hermanos y te vas nutriendo cada día con los principios de la fe y de la buena doctrina que has seguido con toda fidelidad serás un excelente servidor de Cristo Jesús. Rechaza, en cambio, las leyendas supersticiosas y propias de viejas.
   
Ejercítate en la piedad. Los ejercicios corporales reportan beneficios escasos, pero la piedad es provechosa para todo y tiene la promesa de la vida, tanto presente como futura. He aquí una afirmación veraz y digna de universal adhesión: Nuestros trabajos y nuestras luchas están impulsados por nuestra esperanza en el Dios vivo, que es el salvador de todos los hombres y en particular de los fieles. Esto has de enseñar e inculcar.
   
Que nadie te desprecie por tu juventud. Sé modelo para los fieles en las palabras y en el trato, en la caridad, en la fe y en la pureza de vida. En tanto que llego, aplícate a la lectura, a la predicación, a la enseñanza. No descuides el don que posees, que te fue dado por una intervención profética con la imposición de las manos del colegio de presbíteros. Pon interés en estas cosas, ocúpate de ellas, de modo que tus progresos sean manifiestos a todos. Vigílate a ti mismo y a tu enseñanza; sé constante en ello; obrando así, te salvarás a ti mismo y a los que te escuchan.
   
Al anciano no lo reprendas con dureza, sino exhórtale como a un padre; a los jóvenes, como a hermanos; a las ancianas, como a madres; a las jóvenes, como a hermanas, con toda pureza.
   
Al confrontar su discurso y obras con el texto de la Carta de San Pablo a Timoteo, se colige que Roncalli es uno de los falsos doctores de que habla este último, porque Roncalli siguió toda su vida el engaño modernista (de lo que fue acusado ante el Santo Oficio) y se inició en la masonería, abandonando la Profesión de Fe y el Juramento Antimodernista prescrito por aquel San Pío X a quien tanto odiaba y que debió hacer en su consagración episcopal por Giovanni Tacci Porcelli el día 19 de Marzo de 1925.

De otra parte, el discurso inaugural del Vaticano II dice: «Nos parece justo disentir de tales profetas de calamidades, avezados a anunciar siempre infaustos acontecimientos, como si el fin de los tiempos fuese inminente». Roncalli lo dijo rechazando el Tercer Secreto de Fátima, pero también pudo aplicarse perfectamente a la exhortación ecologistoide “Laudáte Deum”, publicada 60 años, 11 meses y tres semanas después por su sucesor Francisco Bergoglio.

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)