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domingo, 29 de octubre de 2023

LAS CONSECUENCIAS DE IRSE TRAS EL MUNDO

Reflexiones tomadas de distintas fuentes.
   
1.º PLAZA VACÍA Y RITOS ESTANCOS: LA MUERTE DE UN PONTIFICADO (Aldo Maria Valli, DUC IN ALTUM. Traducción propia).
   

La foto habla por sí sola. Audiencia general del miércoles. Plaza vacía. Solo pocas decenas de personas. Bueno, es la lluvia. Pero antes, en caso de lluvia, la plaza se volvía una extensión de sombrillas.
  
El cuadro es desolador, y los medios vaticanos, comenzando por el Centro televisivo, no saben más cómo hacer para esconder el dato fáctico: nadie va a escuchar a Francisco. Se busca remediar con planos estrechos, incluso estrechísimos, un poco como hacía la televisión polaca cuando estaba Juan Pablo II de visita en su patria. Pero si en el caso de la televisión polaca el problema era esconder las multitudes que rodeaban a Wojtyła, en el Vaticano el problema es el opuesto: esconder los vacíos vergonzosos.
   
Este pontificado está muriendo así, de inedia. Comenzado con tantas esperanzas, se está consumiendo en el desinterés general. Cosas que suceden cuando la Iglesia se pone a seguir al mundo. Porque el mundo está siempre un paso adelante [hacia el abismo, N. del T.], y la Iglesia deviene simplemente patética cuando pretende seguirlo.
   
Entre tanto, en la basílica vaticana llueve. Un poco de goteras en todas partes, también en los archivos. Es verdad que gestionar un patrimonio tan grande no es sencillo, pero hace tiempo el mantenimiento –literalmente– hace agua. Dicen testigos que también la limpieza deja mucho que desear. Faltando las celebraciones papales, San Pedro parece cada vez más un museo en progresivo estado de abandono. Y las cosas no van mejor en Castelgandolfo, donde el palacio de los papas, ya no utilizado como residencia, se convirtió para todos los efectos en un museo y comienza a sufrir todos los problemas típicos de estos lugares (incluyendo un incendio reciente).
  
Entre tanto, los participantes en el sínodo, reunidos en torno a sus mesas, discuten, discuten y discuten. Una especie de gran baile de las palabras sobre la cubierta del Titanic que se hunde. No hay nada de malo en discutir, claro está. El problema es que los participantes parecen moverse en otro planeta respecto a la realidad efectiva. La Iglesia agoniza, los fieles escapan, las vocaciones desaparecen, pero los sinodales viven en un mundo todo de ellos. Como todos los apparátchiki, los funcionarios de partido, pertenecen a una casta cerrada, cuyo único objetivo es la perpetuación de sí misma.
   
Entre tanto, sale otro libro con otra entrevista al papa. Entre tanto, nos dicen que en el sínodo se ha rezado por los migrantes y refugiados. Entre tanto, se afanan en hacernos saber que «algunos pobres han almorzado con el papa en [la Casa] Santa Marta». Las iglesias tienen siempre necesidad de ritualidades, y estos son los ritos, estancos, de la moribunda “iglesia de Francisco”.
   
2.º UNA IGLESIA IRRELEVANTE (Jaume Vives, LA GACETA).
   
A veces pareciera que justificamos la existencia de la Iglesia porque hace cosas buenas: dar de comer al pobre, cuidar del enfermo, etc. Pero eso es solo la consecuencia natural de su ser. La Iglesia no es buena porque haga cosas buenas. Aunque nada de todo eso hiciera, seguiría siendo vital y necesaria.

Del mismo modo que la misa no es buena cuando mola y se acerca al pueblo llano. La misa es un bien en sí misma, y somos nosotros quienes tenemos que acercarnos a ella con el debido respeto. No está para que el católico medio pase un rato distraído el domingo, sin demasiados agobios, antes del aperitivo. La misa tiene una misión principal que es dar culto a Dios. Y para todo lo demás te puedes ir a la Gran Vía madrileña a ver el Rey León, que seguro que está muy bien.
   
Si los sacerdotes en las homilías dicen lo mismo que cualquier asociación de amigos y vecinos unidos contra la pobreza y la desigualdad, la gente acabará yéndose a las asociaciones, porque además reparten canapés y, si encima ligas, hasta podrás tener un rollito. La misión de la Iglesia no es salvar el culo a los teóricos de la extinción del planeta, sino salvar el alma de los ocho mil millones de personas que sufren a esos teóricos. 
    
La Iglesia puede emprender el estúpido camino de la autodestrucción, por el que transitan ya demasiados católicos, asumiendo como irrenunciables los dogmas mundanos con respecto a la familia, a las personas con atracción por el mismo sexo, a la comunión de los divorciados, etc, o puede ser valiente y fiel como lo fue Jesucristo y ocuparse de la salvación de las almas más que de poner a salvo su propia reputación. 
    
El rumbo que parece haber tomado una parte importante de la Iglesia, jerarquía incluida, es tan estéril que el único fruto visible y constatable son las reuniones sobre reuniones de gente reunida que sólo sirven para marear la perdiz. Tan estéril es el rumbo que, después de casi un siglo de la gran crisis, abundan los solterones sin clergyman, las solteronas con hábito o sin él, que no saben si iban para madres o para dueñas de siete gatos, los colegios de los que no ha salido ni una sola vocación en décadas y los seminarios que más parecen pisos de estudiantes, tristes y grises, donde te enseñan a ser el perfecto pusilánime que tanto necesita nuestro Ministerio de Igualdad.
    
Estoy bastante hartito de monjas tiktokeras que utilizan el hábito para conseguir una relevancia que sin él sería demasiado ínfima para su ego. Y lo utilizan para decir tonterías y confundir a algunos que acabarán, igual que ellas, tontos y alejados de la Iglesia. Y lo mismo me pasa con sacerdotes cantarines, bailarines y colorines que parecen haber olvidado cuál es su vocación, o peor todavía, ha quedado flagrantemente al descubierto. ¡Cuánto mejor hubiera sido que se inscribieran en una escuela moderna de interpretación y artes escénicas y no en un seminario!
    
Pueden parecer las mías palabras muy duras pero lo grave del asunto es que se limitan a describir la realidad. No son más duras que las que Jesucristo, a quien ahora quieren convertir en un hombre suave, delicado y sensible, dirigía a personas y colectivos (palabra tan de moda ahora) en el Evangelio. Igual que hicieron sus discípulos. 
    
Así que a los amantes de las palabras mesuradas, las opiniones moderadas y los tonos sosegados, los invitaría a largarse al Tíbet a meditar y a buscar el nirvana, ¡quién sabe si allí descubren que a quien están siguiendo es a Buda y no a Jesucristo!

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)