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miércoles, 26 de enero de 2022

“PATRIARCADO ECUMÉNICO”: HISTORIA DE UN TÍTULO

Traducción del artículo publicado por el periodista Pavel Kuzenkov* para el Departamento de Relaciones Exteriores del Patriarcado de Moscú.
 
El Patriarca de Constantinopla Jeremías II Tranos, reinante entre 1572 y 1595. Se trata de una persona muy controvertida, elevada tres veces al trono patriarcal después de ser obligada a renunciar; diplomático, gran benefactor de la “Nación Griega”, pero considerado cercano a Occidente y unionista en sus posturas religiosas, tejiendo relaciones tanto con el Papado (intentó adoptar el calendario gregoriano), como con los protestantes de Tubinga (aunque después condenó sus tesis, escribiendo una carta apologética de la dogmática ortodoxa en los puntos que la separaban de la herejía luterana). En el artículo es presentado como uno de los artífices de la idea del patriarcado ecuménico como “cabeza de la ortodoxia mundial” (Grabado de Jost Amman, Ensemble de gravures de costumes de Turquie du XVIe siècle, 1577, folio 40. Biblioteca Nacional de Francia).
    
Conocemos muy bien el título completo del Primado de la primera Iglesia ortodoxa autocéfala según el díptico: “Arzobispo de Constantinopla – Nueva Roma y Patriarca Ecuménico”. Parece que todos entienden que la palabra “Ecuménico” aquí no es sino un florido título bizantino, un homenaje a la tradición antigua. Porque la doctrina ortodoxa no admite ninguna –más que la de Cristo– “jurisdicción universal”: como los apóstoles, en la unanimidad fraterna, pero independientemente y a sí estantes, hicieron su misión que Dios les confió, así también las Iglesias locales fundadas por ellos son hermanas unidas en el Espíritu Santo como partes de la Iglesia – Una, Santa, Católica y Apostólica. Pero en un modo del todo distinto perciben este título los hombres lejanos de las finezas del derecho canónico y no familiares con la historia. En su comprensión, basada en el significado principal de la palabra “universo”, este título parece un reconocimiento oficialdel primero de los Patriarcas como líder de la Ortodoxia universal. Y esto no obstante el hecho que su grey en todo el mundo cuenta alrededor de 6 millones de fieles [1], alrededor del 2% del número total de los cristianos ortodoxos [2].
   
¿Qué significa el título “Ecuménico”, de dónde proviene y cuál es il su verdadero valor?
   
El Imperio como universo
Primero que todo, conviene entender la misma palabra “universo” (en griego οἰκουμένη). Es el participio pasivo del verbo οἰκέω “vivir, habitar, poblar” con el sustantivo “tierra” que acostumbra ser omitido, y literalmente significa el “espacio terreno habitado por el hombre”. Así llamaban los antiguos griegos el mundo conocido, a diferencia de las regiones lejanas, deshabitadas o habitadas por los bárbaros salvajes. Sólitamente, con ien término “universo” denotaban no a todo el mundo, sino solo aquella parte donde existía la civilización. Los soberanos de los grandes reinos se llamaban “rey del universo”, como por ejemplo, Ciro de Persia en la Biblia (Nehemías 2, 2). Y cuando la civilización greco-romana fue unida bajo el poder de los emperadores romanos, el Imperio Romano fue llamado “universo”. Precisamente en este sentido el evangelista San Lucas usa esta palabra, cuando escribe sobre el nacimiento de Cristo: «En aquellos días un decreto de César Augusto ordenó que se hiciese el empadronamiento de toda la tierra» (πᾶσαν τὴν οἰκουμένην — Luc. 2, 1). El término οἰκουμένην significaba no tanto el espacio habitado, sino el espacio cultural de la civilización antigua. Las otras culturas tenían sus “universos”, y esta percepción duró por siglos. Por ejemplo, cuando en 1262 el señor búlgaro Jacobo Svetoslav envió una copia del Nomocanon [colección de derecho eclesiástico, que forma parte del derecho canónico oriental, N. del T.] al metropólita Cirilo II de toda la Rus’, escribe: «¡Que el universo ruso sea iluminado por tu palabra!».
    
Cuando el santo emperador Constantino Equiapóstol convocó en el 325 en Nicea a los obispos de todo su imperio para discutir los problemas eclesiásticos, esta reunión tuvo el nombre de “Concilio Ecuménico”. Así nació la institución del nivel panimperial, en la cual se reunían los obispos de todo el inmenso estado romano llamados por los emperadores en los casos particularmente importantes, presididas por los obispos más autorizados que con el tiempo fueron llamados “cabezas de los padres” (Patriarcas).
   
El epíteto “universal” en el sentido “panimperial, estatal” tuvo una difusión particularmente amplia en la legislación de Justiniano el Grande (527–565). En sus leyes siempre se encuentran las palabras “universo, universal” como denominación de todo el territorio del Imperio. En la novela 109 del año 541 el emperador da una explicación detayada de las instituciones eclesiásticas mayores: Concilios Ecuménicos y Patriarcas: «Los padres llamaban y nosotros llamamos herejes a los que pertenecen a diferentes herejías… generalmente todos aquellos que no son miembros de la Santa, Católica y Apostólica Iglesia de Dios en que todos los santísimos Patriarcas de todo el universo –de Roma occidental y de esta ciudad reinante, de Alejandría, de Teópolis (Antioquía – P. K.), de Jerusalén y todos los reverendísimos obispos sometidos a ellos– declaran unánimemente la fe apostólica y la tradición» [3].
   
Así, desde el punto de vista de la legislación imperial, la fe ortodoxa es profesada concordemente por los cinco “Patriarcas del universo” y los obispos sometidos a ellos, y precisamente para testificar este acuerdo los emperadores convocan los Concilios Ecuménicos. El orden de reverencia de los Patriarcas es definido por los cánones (II Concilio Ecuménico, 3; IV Concilio Ecuménico, 28; Concilio Trullano, 36) y confirmado en las leyes del Imperio Romano (Codex Justiniáni, I.1.7, I.2.16; Novélla Justiniáni 131 y otras): Roma — Constantinopla — Alejandría — Antioquía — Jerusalén. Es importante señalar que este orden de las cinco sedes patriarcales no agota el número de las Iglesias ortodoxas autocéfalas: además se ecuentran no solo las Iglesias ortodoxas que en la época estaban fuera del Imperio (Iglesia georgiana y la de Aquileya), sino también las de dentro de sus confines (Iglesias de Chipre, de Cartago, y de Justiniana Prima). La pentarquía, según Justiniano, simbolizaba la unidad de la Iglesia ortodoxa, cuyos garantes eran los Primados de las sedes más autorizadas del Imperio. Y lo más importante, todos los cinco Patriarcas eran considerados “universales”.
    
De los cinco “Patriarcas del universo” — al único “Patriarca Ecuménico”
En las fuentes sobrevivientes, el epíteto “ecuménico” aplicado a un obispo aparece por primera vez en las actas del denominado conciliábulo de Éfeso del 449: el obispo Olimpio de Evaso en su discurso llamó a Dióscuro de Alejandría, presidente de este conciliábulo escandaloso, “nuestro santísimo padre y arzobispo ecuménico de la gran ciudad de Alejandría” [4]. Dos años más tarde, en el Concilio de Calcedonia, los legados del Papa León Magno firmaron en nombre “de nuestro señor, hombre beatísimo y apostólico, obispo de la Iglesia Universal y de la Roma antigua” [5].
   
Solo en las leyes de Justiniano (del 530) la fórmula “Patriarca Ecuménico” comienza a aplicarse oficialmente a los arzobispos de Constantinopla – Nueva Roma [6]. Esta novedad no fue notada en seguida fuera de Bizancio, pero cunando fue señalada, suscitó inmediatamente una airada reprobación por parte de la Sede de Roma. El santo Papa Gregorio I vio en la palabra “Ecuménico” la pretensión de Constantinopla al primado en la Iglesia, de lo cual escribió con amargura a Eulogio de Alejandría [7]. En respuesta Eulogio y el Patriarca de Constantinopla aseguraron al Papa que se trataba de un florido título ceremonial y que el verdadero líder de los cristianos de todo el mundo ciertamente era él, Primado de la Sede apostólica…
  
La percepción de todas las sedes patriarcales como universales se custodió en Bizancio a lo largo de los siglos. Por ejemplo, en el VII Concilio Ecuménico el representante del Patriarca de Jerusalén Juan llamó a los santísimos Patriarcas “pastores del universo” [8]. San Teófanes el Confesor († 818), en el prefacio a su famosa “Cronografía” escribe que indicará los años «de los primados de las grandes y ecuménicas sedes, esto es, de Roma, Constantinopla, Alejandría, Antioquía y Jerusalén, tanto los que apacentaron la Iglesia en modo ortodoxo como aquellos que cual ladrones guiaban en herejía» [9].
  
Es característico que en el siglo IX a la pregunta dirigida sobbre el significado del título “Ecuménico” hecha a Constantinopla por el legado papal Anastasio el Bibliotecario le respondieran que llamaban al Patriarca “Ecuménico” (œcuménicus, universális) no porque fuese el obispo de todo el mundo, sino porque tenía el poder sobre una de las partes del mundo habitado por los cristianos [10].
  
En seguida, los canonistas bizantinos Teodoro Balsamon (siglo XI) y Mateo Blastaris (siglo XIV) subrayaron que entre los cincos Patriarcas fueron distribuidas las “regiones de los cuatro climas del universo”, sin contar las “pequeñas Iglesias” no sometidas a ninguno delos Patriarcas: Búlgara, Chipriota y Georgiana. A ninguno de los Patriarcas está permitido no mandar una representación en un país que está sometido a otro Patriarca, ni tomar un clérigo, a fin que no sean violados los derechos de las Iglesias [11].
   
No obstante, en la legislación imperial y en los nomocanones bizantinos aparece la idea de las prerrogativas particulares y únicas de Constantinopla. Por ejemplo, en el Nomocanon de los XIV títulos, en la versión de 880 leemos (título I, cap. 5): «De la dignidad de los Patriarcas… y que la cabeza de todas las iglesias es Constantinopla, lee el libro I del Códice, título 1, rúbrica 7; título 2, rúbricas 6, 20 y 24; y también el título 1 de las Novelas, rúbrica 2, y el título 2, rúbrica 3. Y la rúbrica 16 del título 2 del libro I del [Codice] dice que Constantinopla tenía el primado sobre todos» (12). Sigue este texto también la “Isagoge” del emperador Basilio I († 886), en la cual se dice: «La Sede de Constantinopla, decorada con el reino, es declarada por las decisiones conciliares la primera, y siguiéndose, las leyes divinas prescriben transmitir a su consideración y decisión también las controvercias que tengan lugar en otras sedes» [13]. Es característico que ningún texto numerado en el Nomocanon habla de Constantinopla como “cabeza de todas las iglesias” y ninguna ley impone la jurisdicción universal de la Sede de Constantinopla. Mas en el caso se habla del territorio del Imperio, las afirmaciones del Nomocanon y de la “Isagoge” son justas. El hecho es que entre el siglo IX Bizancio perdió todos sus dominios en Oriente y en Occidente, y sus confines efectivamente coincidieron con el territorio de la jurisdicción canónica del Patriarcado de Constantinopla. Así como la esfera de aplicación de los códices legislativos es por definición limitada del territorio del Imperio, las prerrogativas de Constantinopla definidas en ellas son reducidas al mismo territorio. A esto corresponde perfectamente su título “Ecuménico”, en el cual bajo el término “universo”, como se acostumbra, es percibido el Imperio Romano (Bizantino).
   
Del “millet-pachá” al “líder de la Ortodoxia mundial”
En 1453 el Imperio bizantino cae. Constantinopla deviene la capital de un estado islámico: el Imperio otomano. Todos los Patriarcas ortodoxos se unieron de nuevo en un estado, pero ahora por principios jurídicos diferentes. Así como la Sharia no era aplicada a los cristianos ni a los judíos, ellos fueron segregados en las corporaciones etno-religiosas autónomas: los millet (ملت), guiados por líderes espirituales. Uno de tales “millet-pachá” era el Patriarca de Constantinopla transferido por los turcos desde Santa Sofia al barrio Fanar. Según las leyes turcas, él tenía la jurisdicción sobre todos los cristianos ortodoxos que habitaban bajo el poder otomano. Usando su nuevo estatus, los Patriarcas fanariotas comenzaron a entrometerse en los asuntos de otras Iglesias autocéfalas, pero solo para encontrarse con una rígida posición canónica por sus Primados. En modo breve y preciso fue expresado por Melecio Pega, Patriarca de Alejandría, en su carta de 1592 a Jeremías II de Constantinopla: «Ninguna sede patriarcal se somete a otra» [14].
  
La carta fue escrita en ocasión de las tentativas de Jeremías de proceder como líder de la Ortodoxia mundialen el diálogo con los protestantes, los cuales en aquella época buscaron activamente aliados en su lucha encendida contra el papado. «La Iglesia Ecuménica es la patria de las Iglesia y preside en competencia… Ella recibió el primado en la ortodoxia y es puesta a la cabeza», afirmó Jeremías II a los teólogos de Tubinga en 1576 [15].
   
Usufructuando la protección de las autoridades musulmanas y jugando con los cánones ortodoxos, los fanariotas buscaron retomar el título de “Patriarca Ecuménico” con sustancia real, poniendo a Constantinopla en la posición de líder de todo el mundo ortodoxo. En Noviembre de 1872, el embajador ruso ante la Sublime Puerta, el conde Nikolái Pávlovich Ignátiev, comentando la situación del Patriarcado de Jerusalén, informó al Ministerio de exteriores: «La aspiración de elevar la Sede de Constantinopla sobre todas las demás, asignarle un primado similar al de la Sede papal en el mundo occidental y ver la propiedad de las otras Iglesias como suya propia se manifiesta siempre más en el partido de los giegos fanariotas. Este partido espera, devenido señor del mundo ortodoxo, tomar las riquezas a favor de los laicos fanariotas, dirigidos por el Patriarcado Ecuménico» [16].
   
Es característico que al mismo tiempo los Patriarcas de Constantinopla condenaron en una manera rigurosa e inequívoca las tentativas de la Roma papal de justificar su primado sobre las otras Iglesias. En la carta patriarcal y sinodal de 1895 se dice claramente: «Cada Iglesia autocéfala en Oriente y Occidente era completamente independiente y autónoma en tiempos de los Concilios Ecuménicos. Como los obispos de las Iglesias autocéfalas de Oriente, así también los obispos de África, de España, de Galia, de Alemania y de Bretaña dirigían sus Iglesias por medio de sus Concilios locales; el obispo de Roma, el cual debía someterse a las decisiones conciliares, no tenía ningún derecho de intervenir. Y cuando se elevaron las cuestiones importantes, que requerían las deliberaciones de toda la Iglesia, se convocaban los Concilios Ecuménicos, solos los cuales siempre fueron y permanecen el poder supremo en la Iglesia. Esta es la construcción eclesiástica antigua» [17].
   
La caída del Imperio otomano generó en el mundo griego la ilusión de la realización veloz de la “Gran idea” de la restauración de Bizancio con la ayuda de la victoriosa Triple Entente. Con este trasfondo en el seno del Fanar nace la idea: transformar el Patriarcado Ecuménico en el centro cristiano inter-eclesial mundial. El 11 de Febrero (el 29 de Enero según el calendario juliano) de 1920, el Sínodo de Constantinopla presidido por el lugarteniente de la sede patriarcal (vacante desde el otoño de 1918) se dirige a las “Iglesias de Cristo existentes en todas partes” con la propuesta de fundar, según el modelo de la Liga de Naciones, una Liga pancristiana de las Iglesias (en griego Κοινωνία, que significa no solo “unión, sociedad”, sino también “comunión eclesiástica”, lo que daba al término un carácter particular) “para preparar y organizar más fácilmente con la ayuda de Dios la bendita unión” de los cristianos de todas las confesiones [18]. El ambicioso proyecto suscitó la aprobación de muchos obispos ortodoxos y un vivo interés por parte del arzobispo luterano sueco Nathan Söderblom, uno de los fundadores del movimiento ecuménico. Iniciaron las tratativas preparatorias del “Concilio Ecuménico” pancristiano en 1925, aniversario del Concilio de Nicea.
   
Pero la política impidió la realización de estos sueños. La guerra greco-turca acabó con la expulsión del ejército de la Entente de Constantinopla y la deportación de la población griega de los territorios de la Turquía revivida por Kemal Atatürk. En la Conferencia de Lausana de 1923, los kemalisti insistieron también sobre la expulsión del Patriarcado “griego”. Y entonces, se debía usar el título “Ecuménico” para objetivos distintos del todo: la delegación griega con Eleftherios Venizelos a la cabeza, declaró que «el Patriarcado Ecuménico tiene el primado entre todas las Iglesias ortodoxas… En las cuestiones de fe, moral cristiana y derecho canónico, la posición y la autoridad del Patriarcado Ecuménico tienen importancia decisiva» [19].
  
Bajo la presión francesa e inglesa, los turcos hicieron concesiones, y le fue permitido al Patriarca y los fanariotas permanecer en Estambul, bajo condición de la renuncia completa a la politica. Pero necesitaba olvidar el “Concilio Ecuménico”…
   
En el siglo pasado, la posición del Patriarcado Ecuménico en Turquía no se consolidó. Al contrario, la población griega del Fanar disminuyó drásticamente, y ahora en el territorio canónico, que fue sometido a Constantinopla por el Concilio de Calcedonia hace 1570 años, prácticamente no hay más parroquianos del Patriarcado Ecuménico. La mayor parte de su grey se encuentra ahora en Estados Unidos y en Europa Occidental. Tal situación tiene necesidad de un fundamento. Por eso en los estudios de los canonistas constantinopolitanos (antes tímidamente, y después siempre más confiada) ha comenzado a desarrollarse laidea que el Patriarca revestido con el título de “Ecuménico” debe también tener la jurisdicción “ecuménica”. Para argumentar esta tesis se busca cualquier episodio del pasado y los antiguos precedentes son sacados del contexto, los cánones eclesiásticos tanto tiempo aclarados son malinterpretados. Pero particularmente activo es el uso del título antiguo.
   
En 2008, dirigiéndose a la Asamblea del Parlamento europeo, el Patriarca Bartolomé dijo: «En esta institución puramente espiritual, nuestro Patriarcado Ecuménico abraza un ministerio apostólico verdaderamente mundial, buscando elevar y ampliar la conciencia de la familia humana, de llevar la comprensión del hecho que habitamos en la misma casa. En el sentido más básico, tal es elsignificado de la palabra “ecuménico” porque la “ecúmene” es el mundo habitado, la tierra percibida como casa en que habitan todos los pueblos, tribus y etnias».
   
Para un auditorio anglófono, la palabra ecumenical, “universal”, que hace parte del título patriarcal de Bartolomeo tiene una connotación específica ligada al famoso movimiento protestante por la unidad pancristiana. Si en el lenguaje eclesiástico ruso los términos “universal” y “ecuménico” son principalmente antípodas, en inglés y en el griego moderno son una misma palabra. Y en los textos, que salen de la pluma de los actuales apologetas de la «nueva eclesiología», es siempre más difícil trazar una línea entre estos significados. El antíguo término de los tiempos de Justiniano el Grande, el cual denotaba el rol específico de los cinco Patriarcas universales del Imperio como columnas y garantes de la Ortodoxia, se ha transformado imperceptiblemente en el “Patriarca Ecuménico”, que combina las pretensiones tanto de “líder del mundo ortodoxo” [20] con las pretensión del líder “supraconfesional” de todo el cristianismo. Y no por casualidad la reciente iniciativa del Patriarca Bartolomé de un encuentro de líderes eclesiales en 2025, con ocasión de un nuevo jubileo del Primer Concilio Ecuménico, propone elaborar en aquel encuentro «un curso ecuménico más decidido» [21].
   
* Pavel Kuzenkov, Candidato de Historia, especialista en Historia de la Iglesia y Cronología Histórica, Profesor Asociado de la Facultad de Historia de la Universidad Estatal de Moscú y del Seminario Teológico Sretensky, y conferenista en la Academia Teológica de Moscú.
   
NOTAS
1. En las versiones rusa e inglesa de la Wikipedia, ca. 5,3 millones; en la griega, ca. 6,6 millones.
2. 300 millones, según la Wikipedia rusa (con referencia: Jürgensmeyer M., Roof W. C. (ed.). Encyclopedia of Global Religion. Los Ángeles: SAGE Publications, 2012. Vol. 1, pág. 319); la versión griega reporta el número de 200 a 260 millones, y la inglesa, 220 millones.
3. Corpus Juris Civilis, tomo III: Novellæ. Berlin, 1963 (8.ª ed.). pág. 518.
4. Acta Conciliorum Œcumenicorum, tomo II.3.1. Berlin; Leipzig, 1935. pág. 187.
5. Acta Conciliorum Œcumenicorum, tomo II.1.2. Berlin; Leipzig, 1933, pág. 141; tomo II.3.2. 1936. págs. 415–416.
6. Cf.: Codex Iustiniani, I.2.24; I.1.7.
7. Epistula 9, cap. 12.
8. Acta Conciliorum Œcumenicorum. Serie 2.ª, tomo III.1. Berlin; New York, 2008, págs. 188–189.
9. Theophanis Chronographia / Ed. C. De Boor. Leipzig, 1883. Vol. 1, pág. 3.
10. Acta Conciliorum Œcumenicorum. Serie 2.ª, tomo III.1. Berlin; New York, 2008, págs. 1–2.
11. Σύνταγμα τῶν θείων καὶ ἱερῶν κανόνων. Ἀθῆναι, 1992. Τ. 6. Σ. 257–258 [Constitución de Cánones Divinos y Sagrados, Atenas, 1992, tomo 6, págs. 257–258].
12. Juris Ecclesiastici Græcorum historia et monumenta / Ed. I. B. Pitra. Roma, 1868, tomo II, págs. 462–463.
13. Collectio librorum juris Greco-Romani ineditorum / Ed. C. E. Zachariæ von Lingenthal. Lipsia, 1852, págs. 66–68.
14. Μεθόδιος (Φούγιας), μητρ. Ἐπιστολαί Μελετίου Πηγᾶ, Πάπα καὶ Πατριάρχου Ἀλεξανδρείας (1590–1601). Αθῆναι, 1976. Σ. 19, 21 [Metodio Fouyias, metropólita. Epístolas de Melecio Pega, Papa y Patriarca de Alejandría (1590–1601). Atenas, 1976, págs. 19, 21].
15. Ἐκκλησίας. Τ. 1. Ἀθῆναι, 1960. Σ. 476 [Iglesias, tomo 1. Atenas, 1960, pág. 476].
16. Каптерев Н. Ф. Сношения Иерусалимских патриархов с русским правительством. СПб., 1898. Ч. 2. С. 804 [Kapterev N. F. Las relaciones de los Patriarcas de Jerusalén con el gobierno ruso, San Petersburgo, 1898, parte II, pág. 804].
17. https://azbyka.ru/otechnik/bogoslovie/okruzhnoe-patriarshee-i-sinodalnoe-poslanie-konstantinopolskoj...
18. Καρμίρης Ι. Τὰ δογματικὰ καὶ συμβολικὰ μνημεῖα… Τ. Βʹ. Ἀθῆναι, 1953. Σ. 957–960 [Karmiris I. Monumentos Dogmáticos y Simbólicos, tomo 2. Atenas, 1953, págs. 957–960].
19. Lausanne Conference on Near Eastern Affairs (1922–1923). Records of Proceedings and Draft Terms of Peace. London, 1923. P. 324, 335 [Conferencia de Lausana sobre Asuntos del Oriente Próximo (1922–1923). Registros de Procedimientos y Borrador de los términos de paz. Londres, 1923. págs. 324, 335].
20. Именно так, «leader of the Orthodox world», назвал Варфоломея в своём Твиттере Госсекретарь США Майкл Помпео в ноябре 2020 г. [«Líder del mundo ortodoxo»: Así llamó el Secretario de Estado estadounidense Mike Pompeo a Bartolomé en su Twitter de Noviembre del año 2020]. — URL: https://www.ekathimerini.com/news/259272/pompeo-hails-patriarch-as-key-partner/
21. Church Times, 19 de Febrero de 2021. URL: https://www.churchtimes.co.uk/articles/2021/19-february/news/world/after-1700-years-let-s-talk-again...

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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)