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lunes, 10 de enero de 2022

SERMÓN DE LA SAGRADA FAMILIA, POR EL PADRE PÍO VÁZQUEZ

El domingo 9 de Enero, fiesta de la Sagrada Familia, el padre Pío Vázquez ofreció el Santo Sacrificio de la Misa en la capilla San Pío X de Santa Fe de Bogotá (Colombia), y presentó el siguiente sermón sobre cómo ha de ser la Familia Católica:
  
   
Queridos fieles:
    
El día de hoy, que nos hallamos celebrando la Fiesta de la Sagrada Familia, quiere la Santa Madre Iglesia que volvamos nuestras miradas hacia Nazaret, hacia Jesús, María y José, para de ellos aprender todas las virtudes que deben adornar a nuestras familias.
   
Y así, el día de hoy es, evidentemente, una gran oportunidad para enseñar sobre temas de la Familia Católica, que hoy en día está en peligro de extinción —si es que no ha dejado ya de existir—, en este mundo que, de más en más, va volviéndose o es anticatólico.
    
Por tanto, veamos algunos puntos importantes sobre cómo debe ser la Familia Católica.
   
Familia Numerosa
Un primer punto, importantísimo, sobre la familia católica es el tema de los hijos, el tema de la familia numerosa.
    
Una verdadera familia católica no puede ni debe caer en la anticoncepción —llamada también planificación—, en hacer cosas para evitar tener hijos, lo cual es un pecado gravísimo, mortal, que manda al infierno, si no hay arrepentimiento y enmienda. Una familia que realmente sea católica tiene todos los hijos que Dios le manda, una familia muy grande y hermosa: 8, 10, 12 o más hijos, según Dios dispusiere.
 
Y este tema de la familia numerosa es particularmente importante hoy, porque el mundo moderno está especialmente opuesto a él, ya que está lleno de planificación/anticoncepción; se fomenta al máximo hacer lo que sea para evitar tener hijos: pastas, jadelle, inyecciones, el dispositivo DIU o T de cobre, pomeroy, vasectomía —¡mutilar uno su propio cuerpo!—, etc., etc. Se hace lo que sea, con tal de no tener hijos. Y cuando la anticoncepción falla —¡bienvenidos al siglo 21, al mundo moderno!—: aborto; matemos o aniquilemos al ser recién concebido.
    
Y es tan fuerte la propaganda que se hace hoy día de no tener hijos o muy pocos hijos —la “parejita”, por ejemplo, que dicen aquí en Colombia—, que al hombre común moderno le suena a “chino” y hasta se escandaliza de lo que decimos, de oír que el Matrimonio es para tener hijos, que hay que tener familias numerosas, pues ese es el fin primario y principal de Matrimonio y que, por eso, es un pecado mortal la planificación, ya que va contra la finalidad misma y naturaleza del Matrimonio.
    
Por todo esto, es un testimonio muy valioso, a favor de Dios Nuestro Señor y del catolicismo, el tener una familia bien numerosa; es predicar con el ejemplo. Imaginen y piensen, simplemente, qué gran bofetada contra el mundo moderno, sensual e inmortificado, es el ver un Matrimonio, una familia en la que hay, digamos, 12 hijos. Eso solo es una contundente condenación de su hedonismo.
    
Por tanto, debemos volver al ideal de la familia numerosa, primeramente, practicándolo en nosotros mismos, en nuestras propias familias, desterrando todo pecado de abominable anticoncepción y teniendo familias numerosas, y, en segundo lugar, haciendo todo el apostolado que podamos a favor de la familia numerosa, pues debemos tener en cuenta que hoy día muchos, por ignorancia más que por malicia, caen en la planificación.
    
Y así, siempre que podamos, hablemos a favor de la familia numerosa y en contra de la planificación; siempre que en un matrimonio haya un nuevo embarazo debemos felicitar a los esposos, en particular a la mujer, y recriminar o corregir al que pudiera censurarla o decir algo en su contra; ayudar con limosnas, mercados, ropa, a las familias de bajos recursos que tienen muchos hijos, etc.
    
Educación Católica
Un segundo punto a tratar sobre la familia, para que sea verdaderamente católica, es la educación católica de los hijos.
     
En efecto, debemos tener bien presente que el fin primario y principal del Matrimonio es la procreación y educación de los hijos; no solamente es tener hijos, sino también educarlos, es decir, hacerlos santos, pues a eso se ha de encaminar la educación en una familia católica.
 
1) Y así, en primer lugar, los padres han de ocuparse especialmente de que sus hijos reciban los Sacramentos: Primeramente, el Bautismo, como es evidente; tratando que sea a la semana o máximo dos semanas después del nacimiento. Es un pecado grave —y señal de la decadencia en que estamos—, el retardar sin ninguna necesidad el Bautismo hasta tres, seis o más meses o incluso años… Es una obligación gravísima de los padres procurar el pronto Bautismo de sus hijos.
    
Después viene la Primera Comunión, la cual han de procurar los padres que se realice lo más pronto posible, una vez sus hijos hayan llegado al uso de razón, esto es, desde los 7 años, que es cuando ya tienen —normalmente— dicho uso de razón. Y esta obligación es asimismo gravísima, como la del Bautismo, de manera que los padres que descuidan negligentemente la Primera Comunión de sus hijos y dejan que éstos lleguen a la edad de 9, 10, 12 o más años, sin ocuparse ni preocuparse de que la hagan, comenten pecado grave, pecado mortal. Y lo mismo ha de decirse respecto a la Confirmación, cuando sea ya el momento oportuno de recibirla.
    
2) En segundo lugar, los Padres se han de esmerar en darles a sus hijos una educación religiosa profunda, para que la Fe eche hondas raíces en sus almas, raíces que si logramos penetren en lo más profundo de su ser, en sus más tiernos años, les quedarán, aunque después no parezca, allí, en el fondo de sus almas.
   
Y así, los padres han de buscar que sus hijos tengan una Fe ilustrada, es decir, que no se contenten con que sepan apenas lo del Catecismo para la Primera Comunión —y nunca más aprendan otra cosa—, sino sigan siempre aprendiendo más y más sobre su Fe; para lo cual, es necesario que los padres antes se formen ellos mismos, pues nadie da lo que no tiene…
   
Y a esa Fe ilustrada debemos añadir la formación de una voluntad firme, constante en el bien obrar, enseñándole a huir de todo pecado y a practicar el bien. También, en la educación, se ha de procurar que los hijos sean bien varones y que las mujeres sean bien femeninas, fomentándoles todo lo que ayude a ello.
    
Asimismo, hay que recalcar la gran importancia que tiene, en la educación de los hijos, el ejemplo. Todos los esmeros que los padrespuedan tener vendrán a parar en nada, si no predican a sus hijos con el ejemplo. Si yo no voy a Misa, si no me confieso y, por tanto, tampoco comulgo, ni rezo prácticamente nada, evidentemente que mis hijos tampoco irán a Misa, ni se confesarán ni comulgarán ni tampoco rezarán. Y así con todo lo demás. Si me paso de copas, si digo malas palabras, si me dejo arrebatar de la ira, etc., etc., mis hijos terminarán muy probablemente haciendo lo mismo, cayendo en los mismos pecados.
    
Por esto es muy importante la práctica de la Religión: Ir a Misa todos los domingos y Fiestas de precepto; recibir frecuentemente los Sacramentos de la Confesión y Comunión; rezar en familia, etc., etc.
     
3) En tercer lugar, en la formación y educación de los hijos, es de suma importancia el tema de la pureza.
    
Es muy, pero muy importante, inculcar a los hijos, desde sus más tiernos años, el cuidado y amor a la pureza. Enseñarles desde bien chiquiticos que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, que no deben andarlo tocando, que nadie lo debe ni puede tocar —y esto para proteger también contra abusos—. Muchas veces los jóvenes caen en pecados contra la pureza, por haber faltado dicha educación.
     
Y a medida que van creciendo y tienen edad, ir enseñándoles sobre la virginidad hasta el Matrimonio, que no deben tener relaciones antes de casarse; la finalidad del noviazgo (que es el matrimonio) y la pureza que debe brillar en éste entre jóvenes católicos; la finalidad del Matrimonio, que es para tener muchos hijos; que la anticoncepción o planificación es un pecado gravísimo mortal, etc., etc. y muchas cosas más relacionadas con la pureza.
     
4) En cuarto lugar, no puede ni debe faltar, en una familia católica, la oración en familia. Es muy importante que todos, como familia, recen juntos a Dios: principalmente el Santo Rosario. No hay cosa más hermosa que ver toda una familia, a la tarde, rezando todos en común el Santísimo Rosario a María Santísima, para dar gracias por el día y encomendar todas las necesidades de la familia; o ver esa misma familia haciendo juntos, temprano por la mañana, las oraciones que todo buen católico hace al iniciar su día, para encomendarse a Dios; o también qué cosa más bella que ver a toda una familia, el domingo, alistarse e ir juntos todos a la Santa Misa, para cumplir con el precepto dominical.
    
Y esta oración en común, en familia, hay que tener en cuenta que es muy importante; ella es la que da cohesión a la familia y la mantiene unida en medio de las tribulaciones y necesidades. Por esto, los padres deben acostumbrar a sus hijos, desde que son pequeños, a rezar con ellos en familia. Y es también importante que esta oración en familia sea guiada y dirigida por el Padre de familia, que es la cabeza y jefe del hogar. Verdaderamente, no hay cosa más hermosa que contemplar un padre de familia, reuniendo a toda su familia, para hacer la oración común y guiándola él mismo.
   
5) Otro punto importante, si queremos lograr nuestras familias sean bien católicas, es desterrar todo lo mundano de ella: televisión, música moderna, series, películas, etc., etc. No olvidemos que introducir la televisión en la familia es como meter al enemigo en la propia casa; tendrá sus funestas consecuencias. Por tanto, padres, ¡cuidado!
     
Concluyendo ya, queridos fieles, mucho más podría decirse, pues el tema de la familia católica da para decir mucho más, pero, para no alargarnos ni extendernos más, dejamos aquí, con lo ya dicho.
 
Simplemente, para concluir, queríamos exhortarlos a que el día de hoy meditemos sobre nuestras familias y nos preguntemos y analicemos si en verdad son católicas, esto es, si la vida familiar corresponde a cómo debería ser la vida de una familia realmente católica. Aprovechemos el día de hoy para meditar esto y enmendar lo que viéramos que debemos corregir. 
   
Acudamos, asimismo, el día de hoy a Jesús, María y José, a toda la Sagrada Familia, y pidámosles nos ayuden en nuestras familias con tantos problemas que solemos tener, especialmente con los problemas espirituales, con los miembros de la familia que están muy apartados de Dios.
 
Recurramos, pues, a ellos con confianza, encomendándoles nuestras familias y seres queridos, para que nos otorguen la gracia de poder estar algún día todos reunidos, toda la familia, en el paraíso, en la vida eterna, en compañía de todos los ángeles y santos.
     
Ave María Purísima. Padre Pío Vázquez.

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)