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domingo, 9 de enero de 2022

VIDA DE CAMARONES

Traducción del artículo publicado por Massimo Micaletti para RADIO SPADA.
   

Algún tiempo ha, hablaba de las amorosas atenciones que nuestro legislador y diferentes políticos reservan a los animales mientras, simultáneamente, permiten que los seres humanos concebidos sean hechos pedazos con el aborto o manipulados, producidos, congelados y descartados con la fecundación artificial. Se hablaba, en particular, de los perros [1]. Pero a los perros, se sabe, todo es concedido y debido: son una monada, solo les falta hablar, son el mejor amigo del hombre y así, hasta el abriguito o las medias navideñas. Los embriones humanos y los fetos pobrecitos, no son tan tiernos, quizá atentan a la conciencia de quien para llevar el pan a casa los destruye o los produce e implanta: quizá, el problema es precisamente aquel, el problema es la ternura.
   
Me estaba convenciendo, cuando profundicé en tres noticias que me han obligado a revisar mis convicciones: tres nuevas categorías de animales privilegiados que sin embargo no son tiernos y expresivos como los caniches y los gatos [2].
   
Partamos por aquellos con la medida de ternura relativamente más alta: los pollos. Los pollos machos (gallos), se sabe, en los galpones tienen un pésimo fin: quemados, carbonatados, triturados, en resumen eliminados sin demasiada contemplación porque no son tan rentables como las hembras (gallinas). Como aún no se ha probado que existan gallos que se perciban como gallinas (esto resolvería todo, ¿no?), nuestro legislador ha pensato bien prohibir la supresión de los gallos desde 2027 [3], siguiendo las huellas de Francia y Alemania. Es un misterio qué deberán hacer los criadores de estos pollos –que serán alimentados y cuidados hasta la edad adulta–, pero no es para nada difícil imaginar lo que acaece cuando se obliga a un emprendedor a mantener un recurso ineficiente.
    
En medio de esta escala clasifica por ternura se ubican los mordaces visones: como es sabido, se trata de animales de piel y conseguir el manto es operación muy violenta y sanguinaria. En Italia, como en el resto de Europa, la cría de animales de piel fue prohibida desde Diciembre de 2021 [4] y las existentes, bloqueadas por la covid, deben ser desmanteladas frente a las erogaciones de restauración e indemnizaciones.
    
Finalmente, ternura solo para animalistas extremos: camarones, pulpos y semejantes. La cocción de estos animales debe hacerse mediante inmersión en agua hirviendo del ejemplar aún vivo, so pena del deterioro de la preciada pulpa: también esto se sabe. Tal vez sin emnbargo no todos saben que en Suiza y, pronto, en el Reino Unido [5] esta técnica está prohibida para no infligir sufrimiento al animal.
    
Ahora, todo bellísimo o no: ninguno se goza con el sufrimiento de los animales, por tiernos o no que sean; ninguno goza, tampoco, con la destrucción o penalización de sectores productivos que dan el pan a cientos de familia. Pero este no es el punto.
    
El punto es que, aun una vez, se debe constatar que el más pequeño e indefenso de los seres humanos no vale nada, vale menos que un pulpo o que un pollo. Hervir viva una langosta o triturar un pollo es crueldad que repugna a las conciencias de la subcultura en que estamos inmersos, mientras para aquella misma subcultura hacer pedazos un ser humano en el vientre de su madre es una conquista, un derecho, un signo de poder sobre el propio destino.
    
Pronta la objeción: “¡Pero los pollos, los visones, las chincillas y los camarones sufren!”: ¿por qué, el feto no?
    
Dos líneas sobre este punto. La premisa que la capacidad de sentir dolor no es el criterio cardinal para adscribir dignidad a un ser viviente, mucho menos al ser humano: razonando diferentemente, se debería concluir que una persona en anestesia general no es una persona porque no tiene ninguna percepción, mucho menos dolorosa, que aquella que le es hecha donde podría afrontar cualquier tratamiento. Dicho esto, considérese un dato objetivo: ¡cómo el feto sufre! Constatado que con la vigésimocuarta semana la corteza cerebral asuma plena funciona, donde la capacidad de soportar dolor es total [6], hecho salvo un detalle: a diferencia del niño, el feto sufre con todo el cuerpo simultáneamente. Como para el neonato, de hecho, el concebido aún no tiene la capacidad de localizar el dolor, así que padece con todo su ser. Además, él no tiene los mecanismos de inhibición del dolor, que los niños adquieren años después de nacer: así que su sufrimiento es elevadísimo, muy superior a la que nosotros adultos nunca podríamos soportar porque, precisamente, nuestro cerebro interviene a fin que el dolor, por muy fuerte, queda bajo niveles sostenibles para el sistema nervioso. ¿Y antes de las veinticuatro semanas? Diferentes estudios sitúan con certeza el inicio de la posibilidad de sufrir del concepito en la decimoquinta semana, en el momento en que se completa la formación de las estructuras mesodiencefálicas [7]. Los mismos estudios destacan: “The pain inhibition mechanisms are not sufficiently developed during intrauterine development, which is another factor leading to increased intensity of pain in the fetus. All this points to the fact that the fetus is extremely sensitive to painful stimuli, and that this fact should be taken into account when performing invasive medical procedures on the fetus. It is necessary to apply adequate analgesia to prevent the suffering of the fetus” [Los mecanismos de inhibición del dolor no están suficientemente desarrollados durante el desarrollo intrauterino, lo cual es otro factor conducente al incremento de la intensidad del dolor en el feto. Todo esto apunta al hecho que el feto es extremadamente sensible a los estímulos dolorosos, y que este hecho debe ser tenido en cuenta cuando se realizan procedimientos invasivos en el feto. Es necesario aplicar la analgesia adecuada para prevenir el sufrimiento del feto]. Figurarse lo que sucede con el desmembramiento propio del procedimiento abortivo. Ahora, si los científicos son demasiado detallistas en términos de estructura cerebral quedando en duda si existe sufrimiento antes de la completa formación de la corteza cerebral humana, podemls solo imaginar cuál pueda ser la conclusión si se consideran los centros nerviosos de un camarón o de un pollo en términos de complejidad. De hecho, el solo hecho que un animal responda a estímulos dolorosos no nos dice si y en qué medida y en cuál modo advierta el dolor: se trata de una experiencia que no puede ser indagada en los mismos términos en que se indaga la experiencia humana, por el simple hecho que se trata de estructuras cerebrales totalmente diferentes. Esto, si se quiere quedar en los aspectos biológicos del problema, solo para esquivar, en dos líneas, la objeción por la cual el concebido no sufriría o que los animales sufrirían tanto como las personas.
    
Aun así, el verdadero plano sobre el cual afrontar la cuestión no es el valor de la dignidad en base al sufrimiento, sino el valor del sufrimiento en base a la dignidad: si ponemos personas y animales en el mismo plano, será muy difícil graduar entre el dolor de un feto o de un niño y la de un gato o de un pulpo. Con todo, la dignidad del ser humano queda no solo superior sino diferente respecto a lo que es prerrogativa de los animales, sean tiernos o no. Esto no comporta la tiranía sobre otras creaturas y sobre lo creado, comporta ahora una precisa asunción de responaabilidad del Hombre ante sí mismo pero, in primis, hacia sus propios semejantes. La atención a camarones, pollos y gatitos sin considerar los millones de seres humanos destruidos “por norma de ley” demuestra cuán poco nuestra sociedad se siente responsable de la protección de los más débiles porque no sabe y no quiere reconocerlos. Esta sociedad se ha condenado a una eterna fuga del sufrimiento porque le ha negado todo valor, tanto que tiene una necesidad casi expiatoria de removerla del horizonte salvando pulpos y pollos o, coherentemente, destruyendo los seres humanos más indefensos tras una puerta estéril y bien cerrada.
   
NOTAS
[1] https://www.radiospada.org/2021/11/v-cani/
[2] https://www.radiospada.org/2013/12/prendete-un-gattino/
[3] https://www.greenme.it/informarsi/animali/dal-2026-vietata-uccisione-pulcini/
[4] https://ilmanifesto.it/il-visone-non-e-piu-di-moda-stop-a-tutti-gli-allevamenti-di-animali-da-pelliccia/
[5] https://ilfattoalimentare.it/polpi-aragoste-crostacei-cefalopodi-benessere.html
[6] https://jme.bmj.com/content/46/1/3
[7] https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5115678/

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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)