El Senado uruguayo aprobó el proyecto de ley de la eutanasia aprobado hace dos meses por la Cámara de Diputados, siendo así el primer país sudamericano en reglamentar la eutanasia mediante la vía legislativa (antes lo habían hecho Colombia y Ecuador, pero por sentencia judicial de sus tribunales constitucionales y reglamentación por resolución ministerial).
La nueva ley, aprobada el 15 de Octubre tras más de diez horas de debate y discursos teófobos con veinte de 31 votos por todos los senadores del partido oficialista Frente Amplio encabezado por el pediatra Daniel Borbonet Legnani (que entró en remplazo de Silvia Nane Vinçon, nombrada directora de Desarrollo Sostenible e Inteligente del departamento de Montevideo) y los diputados del Partido Colorado Ope Pasquet Iribarne y Matías Heber Duque Barreto (que entraron como suplentes de los senadores Robert Silva García y Andrés Ojeda Spitz respectivamente) y la senadora Graciela Elena Bianchi Poli del Partido Nacional (ambos partidos de “centroderecha”) es de las menos restrictivas del mundo, ya que a diferencia de Nueva Zelanda, los estados estadounidenses de Oregón, Washington, Montana, Vermont, California, Colorado, Distrito de Columbia, Maine, Nueva Jersey, Hawái y Nuevo México, y los estados australianos de Victoria, Australia Occidental, Queensland, Tasmania, Nueva Gales del Sur y Australia Meridional, la ley uruguaya no establece límite temporal de sobrevida o tiempo de espera para la eutanasia, lo cual permite que cualquier persona “psíquicamente apta” (aun si sufre de depresión) con un “sufrimiento insoportable” pueda solicitarla sin necesidad de diagnóstico terminal. Con todo, las únicas restricciones consisten en que el procedimiento debe ser realizado por un médico (no hay suicidio asistido), y (de momento) no está contemplado para menores de edad (a diferencia de Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo).
Una vez aprobada la ley, el Poder Ejecutivo deberá reglamentarla en un plazo que no exceda los 180 días desde su promulgación, y dentro de los 90 días siguguientes a la reglamentación, conformar la Comisión Honoraria de Revisión que revisará cada caso y dará un informe anual ante el Ministerio de Salud Pública y el Poder Legislativo. Comisión que «estará integrada por un representante del Ministerio de Salud Pública, un representante del Colegio Médico del Uruguay, un representante de la Universidad de la República y un representante de la Institución Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo».
Algunos sectores señalan que Uruguay, uno de los países más secularizados de la América Hispana (en 1869 se aprobó el divorcio, en 1906 se ordenó retirar los crucifijos de los hospitales públicos –con rechazo del agnóstico José Enrique Camilo Rodó Piñeyro–, y tres años después se eliminó la enseñanza religiosa en las escuelas públicas, y durante la presidencia del guerrillero José Alberto “Pepe” Mujica Cordano a. “Ulpiano” y “Facundo”, se legalizaron el aborto, el matrimonio homosexual y el consumo recreacional de marihuana. Ítem, se renombró la Navidad como el “Día de la familia” y la Semana Santa como la “Semana del Turismo”) estará en el mismo camino que Canadá, donde desde 2016, la mayoría de casos de eutanasia (estimado de 16.500 en el año 2024, un 5% más respecto a 2023) son por causa de la “fragilidad”: pobreza, la falta de vivienda y la incapacidad de obtener tratamiento médico. Para muestra, en la provincia de Columbia Británica, el 35% de las autorizaciones se enmarcan en esas causas, agrupadas bajo el mote “otras condiciones”.
¿Y la postura de la “jerarquía eclesiástica” uruguaya encabezada por el cardenal de Montevideo, Daniel Fernando Sturla Berhouet SDB? Si bien habían emitido un comunicado cursi el pasado Abril, y habían renovado la consagración al Sagrado Corazón de Jesús el pasado Junio (en homenaje a la consagración hecha en 1875 por monseñor Jacinto Vera, primer obispo de los Santos Felipe y Santiago de Montevideo), «todo quedó en agua de borrajas» (o de cerrajas, que así iba la frase original española) y otro comunicado que se acumula con los demás comunicados en el estante. Si no, mirar cómo el presidente uruguayo Yamandú Ramón Antonio Orsi Martínez relató su audiencia en el Vaticano con León XIV Riggitano-Prévost ayer 17, donde el gringo manifestó un profundo conocimiento del debate público en Uruguay sobre la eutanasia:
«Hablamos sabiendo lo que pensábamos uno y otro; le contamos el proceso de discusión de la ley y hablamos, hacia futuro, después de aclaradas las posiciones, cómo seguir trabajando en temas tan complejos. Lo vi con una cabeza muy abierta, pero no en una posición “de esto no se discute”; más allá de que Uruguay decidió, siempre hay que tener la mente abierta para entender al otro, más allá de si uno lo comparte o no».
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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)