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jueves, 28 de octubre de 2021

DÍA VEINTIOCHO EN HONOR A SAN JUDAS TADEO

Devoción sacada a la luz por Nicolás Catalán González de Valparaíso, Chile.
    
EJERCICIO DE LOS 28 DE CADA MES A SAN JUDAS TADEO, QUE SE VENERA EN SU SANTUARIO DE LA PARROQUIA DEL CORAZÓN DE MARÍA EN SANTIAGO DE CHILE
    

Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
ORACIÓN
Poderoso abogado nuestro, San Judas Tadeo, fidelísimo amigo de Jesús, imitador insigne de sus virtudes que por la inocencia de vuestra vida y por vuestra encendida caridad merecisteis ser contado entre sus primeros discípulos que presenciaron y recogieron las más tiernas y divinas confidencias, para poderlas repartir por el mundo en la predicación de su doctrina y en la divulgación de su Evangelio. Cuánto nos alienta veros tan íntimamente unido a Jesús, tan compenetrado de su gloria, tan celador de sus intereses, tan entregado y rendido a su amor y servicio, que en todo vuestro apostolado no tuvisteis más divisa que darlo a conocer; cuánta más confianza despierta en nosotros de veros recorrer los pueblos y ciudades, las provincia y los reinos, rodeado de peligros, y acechado de persecuciones por llevar a reyes y vasallos el nombre de Jesús; cómo sentimos reanimarse nuestro espíritu al divisar las huellas de vuestra vida regadas con vuestros sudores, avaloradas con vuestros sacrificios y enriquecidas con vuestros sufrimientos y sobre todo esmaltadas y enrojecidas con la sangre que por vuestro amor derramasteis. Continuad entre nosotros la obra de vuestro glorioso apostolado, haciéndonos conocer y amar cada día más a Jesús; no os olvidéis del oficio que tuvisteis en la tierra ahora que reináis glorioso en el Cielo; y si no podéis dejar oír vuestra voz, hacednos sentir los efectos de vuestra bondad; multiplicad los milagros de vuestro poder; oíd nuestras necesidades. Ya veis la confianza con que nos llegamos a vuestra presencia para confiároslas angustias del presente y las incertidumbres de nuestro porvenir. Y ya que nuestra fe os aclama abogado y defensor nuestro, alcanzadnos del Señor lo que tan confiadamente recomendamos a vuestra intercesión. Amén.
    
Recurrid confiadamente 
A San Tadeo en las penas
Que de las gracias del cielo
Sus manos siempre están llenas
    
Ahora, con toda la fe y confiadamente que tenemos en la intercesión del Santo Apóstol, expongámosle nuestras necesidades, y las gracias que por su mediación esperamos conseguir.
   
INVOCACIONES
I. ¡Oh amabilísimo San Judas Tadeo! Por aquel amor tan ardiente y fervoroso que profesasteis a Nuestro Señor Jesucristo y que os movió a dejar todas las cosas, para más libremente dedicaros a su divino servicio, os suplicamos despeguéis nuestros corazones de la aficiones terrenas y culpables, y nos alcancéis las gracias que os pedimos. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
    
II. ¡Oh amabilísimo San Judas Tadeo! Por aquella tan encendida caridad con que procurabais el bien de todos vuestros hermanos, que todo lo  sacrificasteis por su ayuda y provecho, os suplicamos que para bien de nuestras almas y alivio de nuestras necesidades nos alcancéis las gracias que con tanta fe os pedimos. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
    
III. ¡Oh amabilísimo San Judas Tadeo! Por aquel tan abrasado celo con que tan valientemente luchasteis por los intereses de la gloria de Dios, que os hizo despreciar los sufrimientos y las persecuciones hasta empuñar la palma del martirio, os suplicamos que nos hagáis valientes y decididos en la confesión de nuestra fe y perseverantes en la práctica de nuestra religión, sintiendo sobre nosotros la eficacia de vuestro poder en la consecución de las gracias que con tanta insistencia os pedimos. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
    
ORACIÓN FINAL
¡Oh bondadosísimo protector nuestro, San Judas Tadeo! Cuán ardientemente desearíamos conmover a favor nuestro vuestro compasivo corazón, e inclinar hacia nosotros la mirada de vuestra piedad y clemencia; con cuanta fe y confianza buscamos en lo más recóndito de nuestra alma ese grito desgarrador, ese gemido lastimero, que cruzando los espacios, alcancen los cielos y penetre en el tabernáculo de vuestra gloria y al que infaliblemente  está vinculado el triunfo de nuestra plegaria.
   
Aumentad nuestra fe, para que ella haga triunfar en todos sus deseos nuestra oración; patrocinad nuestros ruegos a fin de que por vuestra mediación sean acogidos con bondad y despachados favorablemente. Interesaos por el pronto remedio de las necesidades que nos traen a llamar a las puertas de vuestra compasión; os lo pide la devoción ardiente que os profesamos, la confianza sin límites que en vuestro poder tenemos, la amargura que embarga nuestras almas, lo incierto de nuestro porvenir, y la grandeza de nuestro mal; y sobre todo os lo pide ese clamoreo universal doquiera se levanta proclamándoos obrador de portentos y de maravillas, y la gloria de Dios que tan providencialmente os ha escogido en estos tiempos como instrumento para hacer caminar a las almas por la senda de su salvación eterna. Amén.
  
Para finalizar, récese un Credo.
   
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)