Por César Cervera para ABC (España).
El
doctor en Ciencias Políticas, autor de ‘Madre patria’ (Espasa), ha
sufrido insultos, amenazas y presiones al otro lado del charco por
reivindicar el valor de la Hispanidad.
Hernán Cortés y Doña Marina (Códice de Diego Durán, siglo XVI. Madrid, Biblioteca Nacional de España).
Nada más avistar la costa americana, Isabel Díaz Ayuso
cargó durante su visita a EE.UU. contra el indigenismo, «el nuevo
comunismo», por poner en cuestión el legado español en América, una
herencia cultural que, a su juicio, se cuenta «entre los mayores hitos
de la historia». Unas declaraciones que, sin pretenderlo, entroncaron
unos días después con una carta dirigida a México del Papa Francisco
pidiendo «perdón por los pecados personales y sociales, por todas las
acciones u omisiones que no contribuyeron a la evangelización» (en la
carta no se referiere directamente a la conquista de América). De tantas
palabras incendiarias sobre la Hispanidad se detecta que, en efecto, el
12 de Octubre está muy próximo y con ello las controversias de cada
año.
Mucho sabe de estas llamas Marcelo Gullo Omodeo,
doctor en Ciencias Políticas y profesor en la Universidad Nacional de
Rosario (Argentina), que está de visita en España promocionando su libro
‘Madre patria’ (Espasa) y el documental ‘España, la primera globalización’, dirigido por José Luis López-Linares,
donde el argentino participa. Sus ideas sobre la Hispanidad le han
costado insultos, amenazas y presiones al otro lado del charco de quien
ve un grave peligro en su reivindicación de una América reconciliada con
‘la madre patria’. En una entrevista con ABC, advierte de la trampa que
encierran los perdones anacrónicos: «Estos perdones tienen un efecto
negativo, porque ya lo decía San Pablo: “Solo la verdad nos hace libres”. La Leyenda Negra es una mentira que nos hace esclavos del rencor».
–Ayuso dice que el indigenismo es el nuevo comunismo, ¿está usted de acuerdo?
–El
fundamentalismo indígena no nace en la izquierda, sino en la derecha,
en los sectores más oligárquicos y recalcitrantes de Hispanoamérica, los
que estuvieron detrás de la independencia de todas estas repúblicas y
que se quedaron con las tierras de los indios. Lo hicieron para
justificar su alianza con Inglaterra y su apuesta por la independencia
de España. En ese momento los autores de la izquierda, como Karl Marx,
no eran defensores de la Leyenda Negra.
Eso ocurrió más tarde, en el siglo XX. En 1930, cuando se reunió el
congreso comunista en Montevideo y luego Buenos Aires se asumió ese
discurso hostil a España, ese indigenismo fundamentalista que buscaba
desestabilizar a cualquier precio el patio trasero de EE.UU. La
partición de las repúblicas en cachitos indígenas fue la forma de
combatir el imperialismo que ideó la internacional comunista.
–Usted recuerda en el libro que aún en el siglo XX muchos líderes de izquierda reivindicaban la Hispanidad.
–Sí,
aún hubo muchos personajes de izquierda en América que siguieron ajenos
a la postura del Partido Comunista, entre ellos Jorge Abelardo Ramos, Hernandez Arreiz,
Rodolfo Puiggrós, etc. Lo que ocurre hoy está más bien relacionado con
una segunda oleada negrolegendaria entre la izquierda americana, que se
produjo cuando Fidel Castro, por necesidades políticas, asumió un relato
antiimperial y negrolegendario tras su alianza con la URSS. Desde Cuba
se fomentó este discurso en todo el continente.
–¿De ahí la oleada de ataques a estatuas de personajes españoles en América?
–Hoy vivimos un revival
del comunismo y por eso están estas ideas en auge de nuevo. Pero sería
un error pensar que la defensa de la Hispanidad pertenece a la derecha,
en realidad la lucha contra la Leyenda Negra no es de izquierdas ni de
derechas, lo que pasa es que los líderes de la izquierda
hispanoamericana, como los presidentes de México, de Perú o de Bolivia,
un poco por ignorancia y otro por esnobismo, han hecho suyo este relato
sin saber que esto les convierte en la mano más barata del imperialismo,
que está encantado con la fragmentación del mundo hispánico.
Cuando
existan cien repúblicas de lenguas distintas en Hispanoamérica, ¿en qué
lengua van a hablar entre ellas? ¿En inglés? El capital financiero
internacional trabaja para crear estados pequeños y fragmentar poderes. La izquierda hispanoamericana está así al servicio del dinero que dice combatir.
–Cuando habla de indigenismo le pone el adjetivo ‘fundamentalista’, ¿siempre ha sido radical el indigenismo?
–El
indigenismo fue siempre negrolegendario, pero ahora también es
fundamentalista porque comparte muchas ideas con los nazis. Gente como
Evo Morales tiene la misma concepción de las naciones que Hitler.
Quieren separar las etnias, creen en la pureza racial y les repele el
mestizaje, un proceso que es inevitable y que la Hispanidad integró
desde sus orígenes. Ya lo dijo Vasconcedos: «Hispanoamérica preanuncia
el futuro».
–¿Cuándo comprendiste que el relato de la Leyenda Negra era hegemónico en ambos lados del Atlántico?
–Lo
vi al ir a estudiar a España en 1988. Ya en los preparativos del V
Centenario del Descubrimiento se percibían ciertas ideas
negrolegendarias. Había centenares de congresos en América donde
asistían autores anglosajones para decir que la única conquista mala en
la historia del mundo era la española, mientras que la de holandeses,
ingleses o franceses eran muy positivas. Sin embargo, todo eso fue in crescendo
hasta la hegemonía de este pensamiento. Por eso escribo mi libro desde
la razón política para desmontar el mayor fake news de la historia y
denunciar el riesgo de que fragmentados los hispanos seamos segmentos
anónimos y pobres en el mercado mundial. Más división significa ser más pobres.
–¿Cómo se puede combatir la Leyenda Negra?
–Se
vence con valentía. Nadie se atreve a decir la verdad: que el rey está
desnudo. Al escribir el libro mío he desafiado al progresismo
internacional, que no ha sido capaz de rebatir con argumentos, sino con
insultos y presiones en todos los ámbitos. Es un tema vetado. Me han
amenazado para que no escriba más del tema incluso con la posible
pérdida de mi trabajo, pero nadie ha dado razones. Ni uno solo ha hecho
un artículo diciendo en qué estoy equivocado, ni uno, ni siquiera el
presidente de México y su mujer. Ella lo leyó, y no ha sido capaz de
señalar los errores. Siguen con su batalla por defender a los mexicas y
justificar las 20.000 personas, según las previsiones más conservadoras,
que ejecutaban cada año en un país con cuatro millones de habitantes.
Esa cantidad de muertes, en proporción, no la causaron ni Hitler, ni
Stalin, ni Pol Pot. No hay forma desde un pensamiento de izquierda serio de ser negrolegendario o de defender las prácticas aztecas a las que Cortés puso fin.
–En España tampoco hay reacción política más allá de las controversias habituales.
–Los
políticos españoles no se dan cuenta, a excepción de gente como Alfonso
Guerra, que el asumir la Leyenda Negra se está contribuyendo a la
fragmentación y destrucción de España. Los nacionalismos periféricos
dicen «pues igual que España conquistó América lo hizo con nosotros y
por eso tenemos que independizarnos». Lo enseñan en las escuelas y no
quieren ser parte de un monstruo que violó y mató a tanta gente
supuestamente. No hacer nada frente a estas mentiras convierte a España
en el Titanic, un barco fabuloso en el apogeo de la modernidad, nada que
ver con lo que yo viví hace treinta años, que ha chocado con un iceberg
y se va a hundir irremediablemente sin saberlo. Los españoles están con
el champagne en la zona de arriba, mientras abajo está entrando el
agua.
–¿Los libros como el suyo tienen la capacidad de cambiar algo?
–La
lucha cultural es la madre de todas las batallas. Las sociedades son
como cuerpos humanos, unos tienen más anticuerpos contra el virus de la
Leyenda Negra que otros. Libros como el mío y el de otros autores son la
única manera de incrementar la defensa. Pero hay que llegar al sistema
educativo, donde hay muchos predicadores de la Leyenda Negra o
simplemente gente que tiene miedo de discrepar. En Sudamérica la
libertad de Cátedra no existe, se les llena la boca de predicar este
derecho, pero solo existe si sigues la línea fijada. Es un eufemismo.
Asistimos a una dictadura cultural como no se ha visto nunca, todo ello
amparado supuestamente por la libertad de Cátedra.
–Pone usted mucho énfasis en la falta de formación histórica de la izquierda actual.
–La
izquierda actual no estudia, no lee y no sabe razonar en términos
marxistas, y a veces lo hace como los nazis. El nivel del progresismo
intelectual es el más bajo que se ha visto en la historia política, solo
tienen eslóganes en la cabeza. Los que leen, como Alfonso Guerra, saben
lo que hay. La izquierda tradicional sabía que la Leyenda Negra fue la
obra más genial del marketing político británico; no tenían que
irse a la leyenda blanca para saberlo. La izquierda española de hoy no
lo sabe, porque no lee, solo tuits y Whasap, son unos analfabetos culturales. No tienen bibliotecas en sus casas, solo libros de autoayuda.
–¿Cree que el perdón del Papa por el papel de la Iglesia en la Conquista puede generar algo positivo?
–Lo que opine el Papa
en materia de Historia tiene la misma autoridad de la que tiene en
materia deportiva, es decir, ninguna. Ningún católico tiene que aceptar
su opinión en materia de Historia. Estos perdones tienen un efecto
negativo, porque ya lo decía San Pablo: «Solo la verdad nos hace
libres». La Leyenda Negra es una mentira que nos hace esclavos del
rencor. No hubo conquista de México, sino la lucha de cientos de miles
de indios contra un imperio sangriento. Cortés no hubiera podido
conquistar nada con 300 personas, ni siquiera con armas automáticas. Los
derrotan gracias a sus aliados indios, cansados de que mataran a sus
hijos en las pirámides aztecas. Pedir perdón por lo hecho por Cortés es
como pedir perdón por derrotar al nazismo.
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