«El Espíritu Santo es la fuente de la unidad externa por la sumisión voluntaria a un centro de unidad. […] Un Decio puede tener éxito en causar una vacancia de cuatro años en la Sede de Roma; pueden surgir antipapas, apoyados por el favor popular, o sostenidos por la políticas de los emperadores; un largo cisma puede hacer difícil reconocer al verdadero Pontífice entre los varios reclamantes que afirman serlo: el Espíritu Santo permitirá que la prueba siga su curso, y, mientras dure, conservará la fe de sus hijos; y llegará el día en que Él declarará al legítimo Pastor de la grey, y toda la Iglesia lo reconocerá entusiasta como tal.
A fin de entender toda la maravilla de esta influencia sobrenatural, no basta conocer los resultados extrínsecos que nos contó la historia; deberíamos estudiarla en su propia realidad divina. La unidad de la Iglesia no es como la que fuerza un conquistador sobre un pueblo que ha hecho tributario suyo. Los miembros de la Iglesia están unidos en la unicidad de la fe y la sumisión, porque aman el yugo que ella impone a su libertad y su razón». (DOM PRÓSPERO GUERANGER OSB, El año litúrgico, El tiempo pascual, vol. III, Edición inglesa, pág. 385. Miércoles infraoctava de Pentecostés).
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)