«Your smile is over…».
Sarah Elisabet Bowser Mills de Mullally, la primera mujer nombrada “arzobispona de Canterbury” de la Iglesia de Inglaterra, ha sido acusada de mal manejo de un caso de abuso en el año 2020, informó Premier Christian News.
Está previsto que asuma el cargo el 28 de Enero. O lo estaba.
La acusación se centra en su decisión, cuando era obispona de Londres, de enviar un correo electrónico confidencial sobre las denuncias de abuso directamente al presbítero acusado diciénde0 que las acusaciones eran “infundadas”, evitando los procedimientos disciplinarios formales de la Medida Disciplinaria del Clero anglicano.
El caso involucra a una víctima conocida como “Sobreviviente N”, quien presentó una queja formal en 2020 contra Mullally y, según se informa, no recibió respuesta luego de 16 meses.
A tal punto llegó la revictimización, que “N” en dos ocasiones intentó suicidarse.
Mullally ha reconocido desde entonces que el “Sobreviviente N” no recibió el apoyo adecuado de la Iglesia de Inglaterra.
La revelación de este caso ha dejado en vergüenza al anglicanismo inglés, que buscaba recuperarse del escándalo de abusos y encubrimientos que, hace un año, forzó la renuncia del arzobispón Justin Portal Welby, acusado de favorecer al abogado cercano a la iglesia John Smyth, denunciado por abusos sexuales en los campamentos juveniles en Inglaterra y África que él dirigía. Smyth murió en 2018, sin ser juzgado por sus crímenes.
El arzobispón de York, Stephen Cottrell, anunció que llevará el caso, asegurándole a “Sobreviviente N” que «su denuncia será considerada a fondo y tratada de la manera más adecuada, conforme a los procedimientos legales», y que espera recibir un informe del Registrador provincial de Canterbury Darren Oliver, en un plazo de 28 días. Tras ello, decidirá qué medidas tomar, desde no tomar medidas hasta una investigación formal que podría dar lugar a un Tribunal Disciplinario Episcopal.
Aun así, “Sobreviviente N” dijo a Premier Christian News no tener confianza en Cottrell ni en el trámite que pueda darle a su queja, por su papel en la reintegración del presbítero David Tudor, después que fuera expulsado en la década de 1980 bajo acusaciones de agresión:
«Ante esta maraña de mentiras, colusiones y flagrantes infracciones de las disposiciones de la Medida Disciplinaria del Clero que se han prolongado durante años, no confío en absoluto en que mi queja ante la CDM se tramite con honestidad e integridad. Con la próxima confirmación de la elección de Sarah Mullally como arzobispo de Canterbury en enero, creo que el único objetivo de la Diócesis de Lambeth y Londres será ahora la gestión de la reputación y la rápida desestimación de la queja ante la CDM contra un arzobispo electo cuyo nombramiento ha conmocionado a sobrevivientes, denunciantes y exempleados diocesanos».

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)