MARTINI, PROMOTOR DE LA SODOMÍA

En el programa “Che Tempo che Fa” de Fabio Fazio el pasado 30 de Noviembre, el presentador de televisión y exprofesor en el Liceo Clásico del jesuita Instituto León XIII, Alfonso Signorini, relató que “salió del armario” ante el jesuita Carlo María Martini Maggia, arzobispón de Milán:

«Cuando enseñaba con los jesuitas y sentía la tradición de esas instituciones culturales e ideológicas sobre mis hombros, el cardenal Martini venía una vez al mes a nuestro instituto en Milán para impartir la léctio magistrális a los profesores.

  

Salí muy tarde, a los 30 años, cuando me enamoré encontré ese coraje, y cuando enseñaba viví todo con mucho conflicto interno, porque no me sentía transparente hacia mis alumnos, hacia mis compañeros, e incluso hacia mí mismo.

Durante esas reuniones, se desarrolló una buena relación entre el Cardenal y yo, y me animé a escribirle una carta diciéndole que quería hablar con él. Fui a encontrarlo en Tierra Santa, me recibió y me presenté ante el Cardenal por primera vez. Lo hermoso fue su silencio; me escuchó y me miró en silencio, que duró diez segundos, pero a mí me pareció una eternidad.

  

Finalmente, me dijo, sin rodeos: “¿Qué importa? Cuando vayamos al cielo, el Señor solo nos preguntará cuánto amamos, cuánto fuimos capaces de amar”. Así que incluso hoy, cuando me dicen que la Iglesia no es acogedora, no es cierto. Es decir, todavía quedan innumerables costras y defectos por eliminar, pero ¿quién soy yo para juzgar?».

  

Signorini convive desde 2004 con el exsenador Paolo Galimberti, tesorero del berlusconiano Fuerza Italia.

 

Carlo María Martini Maggia SJ era miembro de la Mafia de San Galo, el grupo de cardenales y obispones ultramodernistas que entre 1996 y 2005 buscó contrarrestar a Juan Pablo II Wojtyła (que lo había creado cardenal) en sus últimos años, luego obstaculizar a Ratzinger (cuya elección no pudieron evitar en 2005, como se ha visto) y hacer elegir a Bergoglio en 2013. En Junio de 2007, criticando el capítulo V de la pseudoencíclica “Humánæ vitæ” en su libro-entrevista “Conversaciones nocturnas en Jerusalén” con su colega y cofrade austriaco Georg Sporschill, decía:

«La Biblia, en definitiva, no condena a priori ni el sexo ni la homosexualidad. Es la Iglesia, en cambio, quien en la Iglesia frecuentemente ha demostrado insensibilidad en el juicio de la vida de las personas. Entre mis conocidos hay parejas homosexuales, algunos son hombres muy apreciados y sociables. Nunca me fue requerido ni me ha venido a la mente condenarlos»;

y en su libro-entrevista con Ignazio Marino “Credere e Conoscere” publicado poco antes de su muerte, Martini dijo:

«Creo que la familia debe ser defendida porque es lo que realmente mantiene estable y permanente a la sociedad, así como por el papel fundamental que desempeña en la crianza de los hijos. Pero no estaría mal que, en lugar de relaciones homosexuales casuales, dos personas tuvieran cierto grado de estabilidad y, por lo tanto, en este sentido, el Estado también podría favorecerlas. No estoy de acuerdo con las posturas de quienes, en la Iglesia, cuestionan las uniones civiles. Apoyo el matrimonio tradicional con todos sus valores y estoy convencido de que no debe cuestionarse. Y si algunas personas del sexo opuesto, o incluso del mismo sexo, aspiran a firmar un pacto para dar cierta estabilidad a la pareja, ¿por qué deberíamos negarnos rotundamente a que así sea? Creo que la pareja homosexual, como tal, nunca puede equipararse totalmente a un matrimonio y, por otro lado, no creo que la pareja heterosexual y el matrimonio deban ser apoyados o defendidos con medios extraordinarios, porque se basan en valores tan sólidos que no creo que sea necesario intervenir para protegerlos. Por esta razón también, si el Estado otorga algunos beneficios a los homosexuales, yo no estaría demasiado… preocupado. La Iglesia Católica, por su parte, promueve uniones que benefician la continuidad de la especie humana y su estabilidad, y, sin embargo, no es correcto discriminar otros tipos de uniones».