Masacre de los Inocentes (Andrés Pérez)
Este Prefacio del Misal Galicano (que Migne consigna en el apéndice de las obras de San Germán Parisiense, mientras que el bienaventurado cardenal José María Tomasi atribuye, como Misal Gótico, a la Narbona visigótica), tiene influencia agustiniana (comparar con el sermón 10 De los Santos, que se lee en las Maitines de los Santos Inocentes)
LATÍN
Vere
dignum et justum est, nos tibi semper et ubíque grátias ágere, Dómine
sancte, Pater omnípotens, ætérne Deus, pro his præcípue, quórum hodiérno
die ánnua festivitáte recoléntes memóriam passiónis celebrámus: quos
Herodiánus satélles lactántum matrum ubéribus abstráxit. Qui jure
dicúntur Mártyrum flores, quos in médio frígore infidelitátis exórti,
velut primas erumpéntes Ecclésiæ gemmas, quǽdam persecutiónis pruína
discússit, rutilánte fonte in Bethléhem civitáte. Infántes enim quía
ætáte lóqui non póterant, láudem Dómini cum gáudio resonábant. Occísi
prædícant: quod vivi non póterant. Loquúntur sánguine, quod língua
nequíverunt. Contúlit his Martýrium láudem; quíbus abnegáverat língua
sermónem. Præmíttit infántes Infans Christus ad cœlos; transmíttit nova
xénia Patri; primítias exhíbet Genitóri parvulórum prima martýria,
Heródis scélere perpetráta. Præstat hostis córpori; dum nocet,
benefícium tríbuit; dum occídit, moriéndo vívitur: cadéndo resúrgitur:
victória per intéritum comprobátur. Et ídeo cum Ángelis et Archángelis, cum Thronis et Dominatiónibus,
cumque omni milítia cœléstis exércitus, hymnum glóriæ tuæ cánimus, sine
fine dicéntes. Sanctus…
TRADUCCIÓN
Verdaderamente
es digno y justo que nosotros te demos gracias siempre y en todo lugar,
Señor Santo, Padre Omnipotente y Eterno Dios, principalmente por
aquellos cuya memoria de su pasión este día celebramos. Estos son
aquellos a quienes los herodianos secuaces arrancaron de los pechos
lactantes de sus madres. Ellos justamente son llamados las Flores de los
Mártires, porque crecieron en medio del invierno de la infidelidad como
primeras joyas de la Iglesia, y siendo cortados por el frío de la
persecución, llenaron la ciudad de Belén con una brillante fuente. Ellos
eran infantes y no podían hablar, pero gozosamente resuenan las
alabanzas del Señor. Muertos predican lo que en vida no pudieron. Hablan
con su sangre lo que su lengua no dijeron. La alabanza de su martirio
une a los que la lengua les negó el sermón. Cristo Infante envía estos
infantes al Cielo antes que Sí, presentando nuevos dones a su Padre y
ofreciendo como las primicias del martirio a estos Inocentes,
martirizados por la masacre perpetrada por Herodes. Este enemigo les
confiere lo que sus cuerpos no podían; mientras él los daña, los
beneficia; al matarlos, viven por su muerte, cayendo se levantan, y
comprueban su victoria por su caída. Por eso, con los Ángeles y los Arcángeles, con los Tronos y
las Dominaciones, y con toda la milicia de los ejércitos celestiales,
cantamos un himno a tu gloria diciendo sin cesar. Santo…
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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)