El cardenal curial alemán Walter Brandmüller, de 96 años y uno de los últimos testigos del Vaticano II, dio una entrevista al periodista Ludwig Ring-Eifel para la Agencia Católica de Noticias (KNA) de Alemania el 13 de Noviembre. Algunos puntos claves:
- «Recuerdo que mucha gente estaba entusiasmada. La ciudad estaba llena de obispos de todo el mundo; el concilio era tema de conversación en todas partes».
- «El concilio no trajo inicialmente la nueva vitalidad que se esperaba a la Iglesia. En cambio, en los años posteriores al concilio, la Iglesia en Alemania y otros países decayó, y el número de personas que abandonaban la Iglesia alcanzó niveles inimaginables hasta entonces».
- «Tras el Concilio, muchas cosas se pusieron en entredicho. De repente, nada parecía ser cierto. Y en algunas facultades de teología, la verdadera teología católica dejó de impartirse. Entonces, el espíritu de la época se apropió de las conclusiones del Concilio y las reinterpretó. En su mayoría, solo se citaba “el espíritu del Concilio”, en un sentido que los propios textos no respaldaban. Pero, en realidad, el Concilio produjo algunos resultados muy positivos».
- «Los principios de la reforma litúrgica decididos por el Concilio eran buenos y correctos; ¡incluso el arzobispo Lefebvre estuvo de acuerdo con este texto! La llamada Misa Tridentina dista mucho de ser perfecta; hay muchas cosas que necesitan corrección, y una reforma del calendario litúrgico también era sensata. Sin embargo, lo que posteriormente condujo al cisma de los “tradicionalistas” fueron los excesos del período posconciliar, cuando los decretos del “Sacrosánctum Concílium” no se implementaron, sino que se inventaron cosas nuevas, y en algunos lugares la liturgia terminó —en su mayoría sin oposición— en la arbitrariedad y el caos».
- «Esto también es consecuencia del mal uso de la reforma litúrgica, que a su vez necesita ser reformada. Si se hubiera implementado correctamente, este renovado anhelo por la forma antigua difícilmente habría existido».
- «Resulta curioso que los tradicionalistas se opongan con vehemencia precisamente a los textos que, a diferencia de las constituciones [“Sacrosánctum Concílium”, “Lumen Géntium” y “Dei Verbum”], tienen menor fuerza vinculante y son meras “declaraciones”. Me refiero aquí a “Nostra Ætáte”, sobre los elementos de la verdad en otras religiones, y a “Dignitátis Humánæ”, sobre la libertad de pensamiento y de conciencia. Se trata de declaraciones conciliares, sujetas a su tiempo, que ahora están desfasadas; basta pensar en las afirmaciones que se hicieron entonces sobre el islam o sobre las redes sociales».
- «Es demasiado pronto para un Concilio Vaticano III. Además, nadie sabe cómo se podría organizar en la práctica una reunión de más de 5.000
obisposde la Iglesia universal hoy en día. Incluso en el Concilio Vaticano II, hubo demasiados participantes. ¿Cómo podrían todos tener la oportunidad de hablar? Una posibilidad sería invitar solo a los metropolitanos; aun así, serían unos mil participantes. Pero estas cuestiones aún no son relevantes, y no nos corresponde a nosotros responderlas».
Por otra, es de derecho (y más en derecho que las declaraciones, aunque no tengan sino fuerza simbólica en cuanto contienen aspiraciones, son el fundamento moral de las acciones realizadas por una organización, y cuando son continuadas, adquieren carácter vinculante para las partes que las suscriben y adhieren.

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)