Traducción del artículo publicado en SILERE NON POSSUM.
CUANDO UNA PREGUNTA CUESTA UN PUESTO DE TRABAJO: EL CASO DE GABRIELE NUNZIATI Y UNA EUROPA QUE TEME A LA VERDAD
Todo comienza con una pregunta. Sin embargo, en esta historia, es precisamente esa pregunta la que le cuesta el puesto a un periodista. El 13 de octubre, durante una rueda de prensa de la Comisión Europea en Bruselas, Gabriele Nunziati, corresponsal de Agenzia Nova [fundada en 2001 por Fabio Squillante y actualmente dirigida por Riccardo Bormioli; en 2022 suscribió un acuerdo de cooperación con la agencia estatal WAM de Emiratos Árabes Unidos, N. del T.], le pregunta a la portuguesa portavoz Paula Pinho: «Usted ha repetido muchas veces que Rusia debía hacerse cargo de la reconstrucción de Ucrania. ¿Cree que Israel debería pagar la reconstrucción de Gaza, dado que ha destruido gran parte de la Franja y la infraestructura civil?».
Una pregunta sencilla, directa, pero también incómoda. La portavoz, visiblemente avergonzada, responde que «Es una pregunta interesante, pero no tenemos comentarios al respecto en estos momentos». El vídeo del intercambio —como suele ocurrir en estos casos— se viraliza en las redes sociales, compartido por páginas que denuncian la doble moral de Europa: firmeza contra Moscú, silencio sobre Tel Aviv. Pocos días después, Nunziati es despedido.
La secuencia de eventos
Según la reconstrucción publicada por Fanpage.it, entre el 15 y el 23 de octubre hubo varias llamadas telefónicas entre directivos de la Agencia Nova y el periodista. El tono fue tenso y las conversaciones giraron en torno a esa pregunta, considerada «inapropiada». El 27 de octubre llegó la carta que ponía fin a su colaboración. No se dio ninguna razón explícita. Simplemente una ruptura clara.
El periodista, contactado por la redacción, confirmó: «Tras mi pregunta, recibí llamadas de mis superiores. El tono era tenso. Luego llegó la carta». Después, silencio. «Por ahora, prefiero no decir nada más».
Reacciones políticas
El caso no ha pasado desapercibido. Eurodiputados del Movimiento Cinco Estrellas han expresado su solidaridad y preocupación. Gaetano Pedullà habla abiertamente de «formas sutiles de censura» que socavan el periodismo libre e independiente. Su colega Anna Laura Orrico se muestra consternada y exige claridad: «Si un periodista fue despedido por hacer una pregunta incómoda, nos enfrentamos a un problema muy grave para la libertad de prensa en Italia».
Respuesta de la Agencia Nova
La respuesta de la Agencia no se hizo esperar. En un comunicado, Nova describió la reconstrucción como «solo parcialmente cierta» y explicó que la pregunta de Nunziati era «técnicamente incorrecta». «Rusia invadió un país soberano; Israel, por otro lado, sufrió una agresión armada. Es natural que la portavoz no respondiera: la pregunta era inapropiada y errónea».
Pero la parte más significativa de la respuesta es otra: «El video fue republicado por canales de Telegram nacionalistas rusos y medios de comunicación vinculados al islam político, con un sesgo antieuropeo, lo que generó una situación vergonzosa para la Agencia». En otras palabras, la falta del periodista habría sido poner a la agencia en aprietos al alimentar —aunque involuntariamente— la propaganda.
Pero, ¿qué significa «vergüenza» en periodismo?
La palabra clave aquí es crucial. «Vergüenza» es un término que no pertenece al vocabulario de la información libre. Un periodista no está ahí para servir al decoro de la institución ni a la comodidad de su empleador. Su deber es hacer preguntas, incluso cuando resultan incómodas, incluso cuando son imperfectas, incluso cuando son desconcertantes. Si hacer una pregunta en una rueda de prensa europea se convierte en motivo de despido, entonces el problema ya no es la pregunta, sino el sistema que teme la respuesta.
Un precedente peligroso
En esta historia se entrelazan al menos tres niveles de reflexión. Primero, el derecho a preguntar, fundamento del periodismo y no un privilegio otorgado a voluntad. Segundo, la dependencia estructural de las agencias de noticias respecto a poderes económicos e institucionales que, de forma más o menos explícita, condicionan su línea editorial.
Finalmente, el clima de miedo que se extiende en las redacciones, cada vez más preocupadas por «no crear problemas» que por buscar la verdad. Por eso, la historia de Gabriele Nunziati no es solo la de un periodista que pierde su trabajo: es el síntoma de un sistema mediático frágil, donde la valentía profesional se confunde con la ingenuidad y la prudencia política con la virtud.
«Fuera de lugar», «Incómoda», «Vergonzosa»
Tres palabras que, juntas, revelan mucho sobre la Europa actual. Un continente que invoca la libertad de prensa cuando debe condenar regímenes autoritarios, pero que se paraliza cuando esa misma libertad se atreve a cuestionar a sus aliados. La pregunta de Gabriele Nunziati tocó una fibra sensible que muchos preferirían ignorar: expuso, con una franqueza desarmante, la doble moral de Europa. Y la reconstrucción de Agenzia Nova, en lugar de aclarar, contribuye a la confusión: basta con escuchar las palabras del cardenal Pierbattista Pizzaballa, Patriarca Latino de Jerusalén, para comprender que la realidad en Gaza dista mucho de la que se describe en ciertos comunicados de prensa.
El problema hoy es otro: los periodistas ya no son libres de ejercer su profesión. Hacer preguntas o llevar a cabo una investigación implica exponerse a campañas de difamación, intentos de deslegitimación, registros arbitrarios, acoso, escuchas telefónicas, procesos penales y despidos.
La libertad de prensa en Europa se ha convertido en un mantra repetido en documentos oficiales, pero en la práctica es un campo minado regido por el miedo.

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)