Reflexión por João Christian Franco. Traducción propia (excepto los pasajes de la Escritura, que proceden de la versión de Mons. Félix Torres Amat).
La Biblia no puede y no debe jamás ser leída por cualquiera, mucho menos interpretada subjetivamente (interpretación particular) o por libre examen, conforme la condena explícita por San Pedro en su segunda epístola.
El padre jesuita Antonín Ignác Nepomuk Koniaš (en latín Antónius Ignátius Nepomucénsis Kónias, * 1691 - †1760) quemó entre 20.000 y 60.000 libros heréticos durante la Santa Contrarreforma (Contrarrevolución Católica) en Bohemia (cf. 2.ª Tim. 4, 3–4).
En su propio índice de libros prohibidos (Kljč kacýřské bludy k rozeznánj otwjragicý / Clavis hǽresim cláudens et apériens), él recomienda un método rápido para determinar si una traducción de la Biblia es buena o mala, partiendo de estos dos versículos:
- 2.º Macabeos 12, 46: «Es pues un pensamiento santo y saludable el rogar por los difuntos, a fin de que sean libres de las penas de sus pecados» (cf. Mt. 12, 32; 2.ª Tim. 1, 16–18) — Este versículo casi nunca aparece en las biblias protestantes (incluso porque el libro de los Macabeos no fue considerado canónico por el “Concilio de Jamnia” entre el 90 y el 118 después de Cristo, en época muy posterior a la Ascensión de Cristo y la destrucción del templo de Jerusalén, cuando los judíos asumieron el partido de la apostasía y del Anticristo) [aunque incluso eruditos protestantes como el estadounidense Paul Pearl Lewis y el escocés Frederick Fyvie Bruce señalan que en realidad no hubo un “Concilio de Jamnia” que fijase el canon de las Escrituras judías —hipótesis lanzada en 1892 por el obispo anglicano Herbert Edward Ryle en su libro “The Canon of the Old Testament (El canon del Antiguo Testamento) siguiendo al exegeta judío Tzvi Hirsch/Heinrich Grätz en su obra de 1871 „Der alttestamentliche Kanon und sein Abschluß“ (El canon veterotestamentario y su finalización), Apéndice I: „Kohélet, oder der Salomonische Prediger“ (Qohelet, o el Predicador salomónico)—, porque hasta épocas posteriores, los judíos aún discutían sobre la canonicidad del libro de Ester. Mayormente, según el Talmud de Babilonia, tratado Yadaí (Las manos) 3, 5, se discutió si los libros de Eclesiastés y los Cánticos de Salomón ocasionaban impureza legal, y se determinó que «Todas las Sagradas Escrituras hacen impuras las manos» (כָּל כִּתְבֵי הַקֹּדֶשׁ מְטַמְּאִין אֶת הַיָּדַיִם/Kol Kitbé haKodesh metamméim et ha-yadaím). Por otro lado (y esto lo omiten los protestantes), se ordenó una nueva traducción griega de la Escrituras desechando la Septuaginta que era usada por los cristianos de la época, N. del T.].
- 2.ª Pedro 1, 10: «Por tanto, hermanos míos, esforzaos más y más, y haced cuanto podáis para asegurar o afirmar vuestra vocación y elección por medio de las buenas obras, porque haciendo esto, no pecaréis jamás» (cf. Stgo. 2, 24; Mt. 7, 21; Ef. 2, 10)
«La experiencia de larga data muestra que, SI estos dos pasajes se encuentran incorruptos, difícilmente se hallará en toda la Biblia otro texto corrompido en su esencia. Y aun si, en algún punto, una parte mínima ha sido alterada en su sustancia, puede ser fácilmente corregida [por los censores]» (cf. Salmo 12, 7; Mt. 24, 35), concluye el padre Koniáš.
En el capítulo “La Biblia Católica puede ser permitida a católicos prudentes y sabios”, él presenta la razón por la cual ciertas traducciones de la Biblia deben ser prohibidas, y ciertas personas no deben tener acceso a la lectura de las Escrituras (cf. Hch. 8, 30–31; Hebr. 5,11–12):
«Por esto, nuestros adversarios acusan injustamente a la Iglesia, como si Ella no quisiese dar la Palabra de Dios al pueblo sencillo. Pues es precisamente en esta prohibición que Ella se muestra Apostólica, siguiendo la intención del Príncipe de los Apóstoles, San Pedro… el cual buscaba el mismo fin cuando, en su Segunda Carta, habló de todas las Epístolas de San Pablo y de todos los libros de las Sagradas Escrituras:“como lo hace en todas sus cartas, tratando en ellas de esto mismo: en las cuales hay algunas cosas difíciles de comprender, cuyo sentido los indoctos e inconstantes en la fe pervierten, de la misma manera que las demás Escrituras de que abusan, para su propia perdición” (cf. Prov. 3, 5; Os. 4, 6; Mt. 22, 29).…Un arma es algo bueno y, en muchos casos, necesario; con todo, ella es retirada de las manos de los niños y de los furiosos [enfermos mentales] sin que se les haga injusticia alguna (cf. Prov. 22, 15; Ef. 4, 26).Las Sagradas Escrituras son buenas, sí, e incluso necesarias para la salvación de toda la comunidad cristiana (cf. 2.ª Tim. 3, 15–17). Aun así, a veces son saludablemente retiradas de los hijos de la Santa Iglesia, esto es, de los hombres ignorantes —e incluso de los que son instruidos— que, temeraria y nocivamente, las interpretan, como si fuesen algún hombre furioso» (cf. Stgo. 1, 22. 3,1; 2.ª Pe. 2, 1).
P. ANTONÍN KONIÁŠ SJ. Kljč kacýřské bludy k rozeznánj otwjragicý / Clavis hǽresim cláudens et apériens (“La llave que abre y cierra a los herejes”), XLIV–XLVI, XLVII.

Y con los modernistas, toca revisar además Génesis 3, 15; Isaías 7, 14; Hechos 8, 36; y 1.ª Juan 5, 7-8.
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