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viernes, 25 de marzo de 2022

CITAS PRO-SEDEVACANTISTAS DEL ARZOBISPO LEFEBVRE

Traducción del artículo publicado por John S. Daly para Four Marks en 2006, tomado de QUIDLIBET.
   
NOTA DEL PADRE CEKADA: En discusiones en varios foros, he notado que muchos simpatizantes de la FSSPX no pueden llegar pos sí mismos a creer que el Arz. Marcel Lefebvre SIEMPRE dijo CUALQUIER COSA que favoreciera el sedevacantismo, implicando además que los sedevacantistas de vieja data en la FSSPX como yo hemos sido o mentirosos o engañosos.
 
A continuación hay un artículo por John Daly que proporciona una buena selección de las citas “pro-sedevacantismo” del Arzobispo. Pienso que es hora para los leales de la FSSPX dejar a un lado las falsas ideas que han alimentado sobre el Arz. Lefebvre como el gran antisedevacantista.
   
Como es un artículo muy largo, me tomé la libertad de poner en negrilla algunos pasajes en las citas del Arz. Lefebvre.
  
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EL ARZOBISPO LEFEBVRE Y EL SEDEVACANTISMO
Por John S. Daly (Four Marks, 2006)
   
Hasta donde sabemos, el arzobispo Lefebvre nunca formó un juicio definido que Juan Pablo II no fuera un verdadero papa. Así que, si dividimos el espectro eclesiástico en dos categorías, aquellos para los cuales la sede está legalmente vacante y aquellos para los cuales está legalmente ocupada, el arzobispo Lefebvre estaría en el campo no sedevacantista.
   
Pero tales divisiones no siempre son de ayuda. Si dividimos el reino animal entre bípedos y el resto, nos hallaríamos desviadamente cerca a los pavos. Existen otros criterios de evaluación. ¿El arzobispo Lefebvre admitió que los sedevacantistas podían estar en lo cierto? ¿Él los consideró ser miembros de pleno derecho de la Iglesia? ¿Él confesó que su perseverante reconocimiento de Juan Pablo II fue devido más a una duda heroicamente cauta que a alguna convicción sólida? ¿Él previó declarar la vacancia de la Santa Sede si la situación continuaba sin cambios? ¿Él insistió en que plantear la pregunta que si los “papas” del Vaticano II eran verdaderos papas o no era una un deber importante que no se debía evadir? ¿Él sostuvo que el Vaticano II fue inequívocamente cismático? ¿Él sostuvo que el Vaticano II era inequívocamente herético? ¿Él creía imposible interpretar el Vaticano II en un sentido ortodoxo? ¿Él rechazó abiertamente todas las reformas conciliares? ¿Él declaró que el Vaticano II había fundado una nueva religión falsa y cismática? ¿Él negó que los miembros de la nueva Iglesia del Vaticano II fueran católicos? ¿Él dudó de la validez de los nuevos ritos de la Misa, ordenación y consagración episcopal? ¿Él sostuvo que Juan Pablo II y sus secuaces ya estaban excomulgados? ¿Él se regocijó de ser separado de la Iglesia de Juan Pablo II? ¿Él empleó conscientemente profesores sedevacantistas de seminario en Écône, ordenó y asignó ministerios a clérigos sedevacantistas, y envió a sus seminarístas para ganar experiencia pastoral con un sacerdote sedevacantista?
   
Lo hallarás sorprendente, incluso desconcertante, pero la respuesta a todas las preguntas anteriores es “sí”, como veremos prontamente. Pero primero se debe enfatizar que no estamos estudiando las convicciones del arzobispo Lefebvre a fin de aceptarlas como necesariamente sólidas y juiciosas en tod aspecto. Ni negamos que otros textos aparentemente contradictorios pueden citarse de él en muchos de estos puntos. El interés de la actitud del fallecido prelado hacia la Iglesia Conciliar yace en otro lugar. Debemos volver a esa materia después de haber mostrado que de hecho, el Arzobispo expresó las opiniones que le atribuimos a él. Para esto debemos repetir las preguntas anteriores, permitiéndole a las propias palabras y obras del Arzobispo responderlas.
   
¿El arzobispo Lefebvre admitió que los sedevacantistas podían estar en lo cierto?
1. “Sabéis, de algún tiempo, que muchas personas, los sedevacantistas, han estado diciendo: ‘ya no hay más papa’. Pero yo pienso para mí que no era aún tiempo para decirlo, porque no era seguro, no era evidente…” (Plática, 30 de Marzo y 18 de Abril de 1986, texto publicado en The Angelus, Julio de 1986).
2. “La pregunta es pues definitiva: ¿Pablo VI es, Pablo VI ha sido el sucesor de Pedro? Si la respuesta es negativa: Pablo VI nunca ha sido, o ya no es papa, nuestra actitud será la de los períodos de sede vacante, que simplificaría el problema. Algunos teólogos dicen que este es el caso, apoyándose en las declaraciones de teólogos del pasado, aprobados por la Iglesia, que han estudiado el problema del papa hereje, el papa cismático o el papa que en la práctica abandona su cargo de Pastor supremo. No es imposible que esta hipótesis un día será confirmada por la Iglesia” (Écône, 24 de Febrero de 1977, Respuestas a varias preguntas candentes).
   
¿Aludió frecuente y respetuosamente a la explicación sedevacantista de la crisis?
1. “En cualquier medida que el papa apartado de… la tradición se volvería cismático, él rompería con la Iglesia. Teólogos como San [Roberto] Belarmino, [Tomás] Cayetano, el Cardenal [Charles] Journet y muchos otros han estudiado esta posibilidad. Así que no es algo inconcebible”. (Le Figaro, 4 de Agosto de 1976).
2. “La herejía, el cisma, la excomunión ipso facto, la invalidez de la elección son muchas razones por las que un papa puede de hecho nunca haber sido papa o puede no serlo más. En este caso, obviamente muy excepcional, la Iglesia estaría en una situación similar a la que prevalece después de la muerte de un Pontífice” (Le Figaro, 4 de Agosto de 1976).
3. “…estos actos recientes del papa y los obispos, con los protestantes, animistas y judíos, ¿no son participación activa en culto acatólico como explicó el canónigo [Raoul] Naz en el Canon 1258 §1? En cuyo caso no puedo ver cómo es posible decir que el papa no es sospechoso de herejía, y si continúa, es un hereje, un hereje público. Ésa es la doctrina de la Iglesia” (Plática, 30 de Marzo y 18 de Abril de 1986, texto publicado en The Angelus, Julio de 1986).
4. “Parece inconcebible que un sucesor de Pedro pueda fallar en alguna forma en transmitir la Verdad que debe transmitir, porque él no puede –sin que desapareciera de la línea papal– no transmitir lo que siempre ha sido transmitido” (Homilía, Écône, 18 de Septiembre de 1977).
5. “Si sucedió que el papa no era más siervo de la verdad, ya él no sería papa” (Homilía predicada en Lille, 29 de Agosto de 1976, ante una multitud de alrededor de 12.000 personas).
   
¿Él consideró que los sedevacantistas eran miembros de pleno derecho de la Iglesia?
Indudablemente. Él reprendió a algunos sacerdotes zelotas de la Fraternidad que rehusaban los sacramentos a los sedevacantistas. Él colaboró con el Obispo [Antonio] de Castro-Mayer después que el prelado brasileño había hecho muy claro su sedevacantismo. Él aceptó numerosos seminaristas de familias, parroquias o grupos sedevacantistas. Él patrocinó el “Ordo” de Le Trévoux con su guía de lugares de culto tradicional alrededor del mundo, que siempre ha incluido (y aún lo hace) algunos centros de Misa sedevacantistas conocidos. Todo el tiempo estuvo consciente de la presencia de sedevacantistas entre los sacerdotes de la Fraternidad.
     
Él confesó que su perseverante reconocimiento de Pablo VI y Juan Pablo II fue devido más a una duda heroicamente cauta que a alguna convicción sólida?
1. “Mientras estamos ciertos que la fe que la Iglesia ha enseñado por 20 siglos no puede contener error, estamos muy lejos de la certeza absoluta que el papa es verdaderamente papa” (Le Figaro, 4 de Agosto de 1976) 
2. “Es posible que estemos obligados a creer que este papa no es papa. Por veinte años Mons. de Castro Mayer y yo preferimos esperar… Pienso que estamos esperando por el famoso encuentro en Asís, si Dios permite” (Plática, 30 de Marzo y 18 de Abril de 1986, texto publicado en The Angelus, Julio de 1986).
3. “No sé si ha llegado el tiempo de decir que el papa es un hereje (…) Tal vez después de este famoso encuentro de Asís, tal vez debemos decir que el papa es un hereje y apóstata. Ahora no deseo todavía decirlo formal y solemnemente, pero parece a primera vista que es imposible para un papa ser herej formal y públicamente. (…) Así que es posible que podamos estar obligados a creer que este papa no es papa” (Plática, 30 de Marzo y 18 de Abril de 1986, texto publicado en The Angelus, Julio de 1986).
   
¿Él previó declarar la vacancia legal de la Santa Sede si la situación continuaba sin cambios?
1. “Es por eso que le suplico a Su Eminencia que… haga todo lo que esté en su poder para conseguirnos un Papa, un verdadero Papa, sucesor de Pedro, en línea con sus predecesores, los guardianes firmes y vigilantes del depósito de la fe. Los… cardenales de ochenta años tienen un estricto derecho de presentarse en el cónclave, y su ausencia forzada necesariamente despertará la pregunta de la validez de la elección” (Carta a un cardenal innominado, 8 de Agosto de 1978).
2. “Es imposible para Roma permanecer indefinidamente fuera de la Tradición. Es imposible… Por el momento están en ruptura con sus predecesores. Esto es imposible. Ellos ya no están en la Iglesia Católica” (Conferencia de retiro, Écône, 4 de Septiembre de 1987).
   
¿Él insistió en que plantear la pregunta que si los “papas” del Vaticano II eran verdaderos papas o no era una un deber importante que no se debía evadir? 
1. “…un grave problema confronta la consciencia y la fe de todos los católicos desde el comienzo del pontificado de Pablo VI: ¿cómo puede un papa que es verdaderamente sucesor de Pedro, al cual le ha sido prometida la asistencia del Espíritu Santo, presidir la más radical y trascendental destrucción de la Iglesia jamás conocida en tan poco tiempo, más allá de lo que cualquier heresiarca ha conseguido? Esta pregunta debe ser contestada un día…” (Le Figaro, 4 de Agosto de 1976).
2. “Ahora algunos sacerdotes (incluso algunos sacerdotes en la Fraternidad) dicen que los católicos no necesitan preocuparse por lo que está pasando en el Vaticano; tenemos los verdaderos sacramentos, la verdadera Misa, la verdadera doctrina, así que por qué preocuparse si el papa es hereje o impostor o lo que sea; eso no es de importancia para nosotros. Pero penso que eso no es verdad. Si un hombre es importante en la Iglesia, este es el papa” (Plática, 30 de Marzo y 18 de Abril de 1986, texto publicado en The Angelus, Julio de 1986).
   
¿Él sostuvo que el Vaticano II fue inequívocamente cismático?
“Creemos que podemos afirmar, puramente por las críticas internas y externas del Vaticano II, esto es, analizando los textos y estudiando las entrads y salidas del Concilio, que por volver la espalda a la tradición y romper con la Iglesia del pasado, es un concilio cismático” (Le Figaro, 4 de Agosto de 1976).
  
¿Él sostuvo que el Vaticano II fue inequívocamente herético?
En una entrevista al Catholic Crusader del señor Tom Chapman en 1984, el Arzobispo caracterizó claramente el decreto sobre el ecumenismo (Unitátis Redintegrátio) como “herético”.
  
¿Él creía imposible interpretar el Vaticano II en un sentido ortodoxo?
“¿Estás de acuerdo en aceptar el Concilio como un todo? Respuesta: ¡Ah, no la libertad religiosa, no es posible!” (Conferencia de retiro, Écône, 4 de Septiembre de 1987. Las palabras del Arzobispo imaginan el tipo de interrogatorio al que sus seminaristas habrían sido sometidos si él hubiera aceptado los términos del acuerdo que Juan Pablo II le ofrecía, enviándole un cardenal visitador facultado para conceder o rehusar la ordenación de los seminaristas. La respuesta es la respuesta que asume habrían de dar sus seminaristas, y va a explicar que tal respuesta habría llevado al cardenal visitador a rehusar la ordenación de los seminaristas, su razón para rechazar el acuerdo).
   
¿Él rechazó abiertamente todas las reformas conciliares?
Nosotros consideramos como nulas… todas las reformas post-conciliares, y todos los actos de Roma cómplices en en esta impiedad” (Declaración conjunta con el Obispo Antonio de Castro Mayer luego del evento de Asís, 2 de Diciembre de 1986).
   
¿Él declaró que el Vaticano II y sus “papas” habían fundado una nueva religión falsa y cismática?
1. “No somos nosotros los que estamos en cisma, sino la Iglesia Conciliar” (Homilía predicada en Lille, 29 de Agosto de 1976, ante una multitud de alrededor de 12.000 personas. Estas palabras aparecieron en la versión original sin correcciones del sermón como fue grabado e informado en la prensa).
2. “Roma ha perdido la Fe, queridos amigos. Roma está en apostasía. Estas no son palabras al viento. Es la verdad. Roma está en apostasía… Ellos han dejado la Iglesia… Esto es seguro, seguro, seguro” (Conferencia de retiro, Écône, 4 de Septiembre de 1987).
3. Juan Pablo II “ahora difunde continuamente los principios de una falsa religión, lo que tiene por su resultado una apostasía general” (Prefacio al Osservatore Romano de Giulio Tam en 1990, contribuido por el Arzobispo justo tres semanas antes de su muerte).
  
¿Él era sincero al declarar que la Iglesia Conciliar no es la Iglesia Católica?
1. “Este Concilio representa, a nuestro parecer y en el de las autoridades romanas, una nueva Iglesia que ellos llaman la Iglesia Conciliar” (Le Figaro, 4 de Agosto de 1976).
2. “La Iglesia que afirma tales errores es tanto cismática como herética. Esta Iglesia Conciliar por tanto no es Católica” (29 de Julio de 1976, Reflexiones sobre la suspensión a divínis).
   
¿Él negó que los miembros de la nueva Iglesia del Vaticano II fueran católicos? 
1. “En cualquier medida que el papa, los obispos, sacerdotes o fieles adhieran a esta nueva Iglesia, ellos se separan de la Iglesia Católica” (29 de Julio de 1976, Reflexiones sobre la suspensión a divínis).
2. “Ser asociados públicamente con la sanción [de la excomunión] sería una marca de honor y signo de ortodoxia ante los fieles, que tienen un estricto derecho a saber que los sacerdotes a que se acercan no están en comunión con una Iglesia fraudulenta…” (Carta abierta al cardenal Bernardin Gantin, 6 de Julio de 1988, firmada por 24 superiores de la FSSPX, indudablemente con aprobación del Arzobispo Lefebvre).
  
¿Él dudó de la validez de los nuevos ritos de la Misa, ordenación y consagración episcopal?
1. “Esta unión que los católicos liberales quieren entre la Iglesia y la Revolución es una unión adúltera, adúltera. Esta unión adúltera solo puede engendrar bastardos. ¿Dónde están estos bastardo? Ellos son [los nuevos] ritos. El [nuevo] rito de la Misa es un rito bastardo. Los sacramentos son sacramentos son sacramentos bastardos. Ya no sabemos si hay sacramentos que dan gracia. No sabemos si esta Misa nos da el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo. (…) Los sacerdotes que emergen de los seminarios son sacerdotes bastardos” (Homilía predicada en Lille, 29 de Agosto de 1976, ante una multitud de alrededor de 12.000 personas).
2. “Si pensamos que esta liturgia reformada es herética e inválida, sea por las modificaciones hechas en la materia y la forma o por la intención de los reformadores inscrita en el nuevo rito en oposición a la intención de la Iglesia Católica, evidentemente no podemos participar en estos ritos reformados porque estaríamos tomando parte en un acto sacrílego. Esta opinión está fundada en serias razones…” (Écône, 24 de Febrero de 1977, Respuestas a varias preguntas candentes).
3. “Los cambios radicales y extensos hechos en el Rito Romano del Santo Sacrificio de la Misa y su semejanza a las modificaciones hechas por Lutero obligan a los católicos que permanecen leales a su fe a cuestionar la validez de este nuevo rito. ¿Quién mejor que el Reverendo Padre [Michel] Guérard des Lauriers para hacer una contribución informada para resolver este problema…?” (Prólogo contribuido a un libro en favor de la tesis de invalidez por el P. Guérard des Lauriers. Écône, 2 de Febrero de 1977).
4. Además, el arzobispo Lefebvre en persona reordenó condicionalmente a muchos sacerdotes que habían sido ordenados en el rito de 1968 y reconfirmó a aquellos presuntamente confirmados en el nuevo rito o por los nuevos obispos.
    
¿Él sostuvo que Juan Pablo II y sus secuaces eran “anticristos” excomulgados? 
1. “Así que vamos [a ser] excomulgados por los modernistas, por personas que han sido condenadas por los papas anteriores. ¿Entonces qué puede hacerse realmente? Somos condenados por hombres que están condenados…” (Conferencia de prensa en Écône, 15 de Junio de 1988).
2. Declaración post-consagración (Verano de 1988), Escuela de la FSSPX en Bitsche, Alsacia-Lorena: “el arzobispo declaró, yendo aun más allá de la conferencia de prensa del 15 de Junio, que aquellos que lo habían excomulgado se habían excomulgado ellos mismos hace mucho tiempo” (Resumen en Noticias y Opiniones de la Asociación Contra-Reforma, Fiesta de la Candelaria de 1996).
3. “La Sede de Pedro y los puestos de autoridad de Roma estando ocupados por anticristos, la destrucción del Reino de Nuestro Señor está siendo llevada rápidamente a cabo incluso dentro de Su Cuerpo Místico aquí abajo (…) Esto es lo que nos ha traído persecución sobre nuestras cabezas por la Roma de los anticristos” (Carta a los futuros obispos, 29 de Agosto de 1987).
   
¿Él se regocijó de ser separado de la Iglesia de Juan Pablo II?
1. “Hemos sido suspendidos a divínis por la Iglesia Conciliar y de la Iglesia Conciliar, a la cual no tenemos deseo de pertenecer” (29 de Julio de 1976, Reflexiones sobre la suspensión a divínis).
2. “…no pertenecemos a esta religión. No aceptamos esta nueva religión. Pertenecemos a la religión antigua, la religión Católica, no a esta religión universal como es llamada hoy. Esa no es la religión católica…” (Sermón, 29 de Junio de 1976)
3. “Debo estar muy feliz por ser excomulgado de esta Iglesia Conciliar… Es una Iglesia que no reconozco. Yo pertenezco a la Iglesia Católica” (Entrevista el 30 de Julio de 1976, publicada en Minute, no. 747).
4. “Nunca hemos deseado pertenecer a este sistema que se llama a sí mismo la Iglesia Conciliar. Ser excomulgados por un decreto de su eminencia… sería la prueba irrefutable que no lo hacemos. No pedimos nada mejor que el ser declarados ex communióne… excluidos de la impía comunión de los infieles” (Carta abierta al cardenal Bernardin Gantin, 6 de Julio de 1988, firmada por 24 superiores de la FSSPX, indudablemente con aprobación del Arzobispo Lefebvre).
    
¿Él empleó conscientemente a un profesor de seminario sedevacantista en Écône, ordenó y asignó ministerios a clérigos sedevacantistas, y envió a sus seminarístas para ganar experiencia pastoral con un sacerdote sedevacantista en su campamento de verano de un mes cada año?
De hecho lo hizo. No vamos a correr el riesgo de poner a los persevantes detrás de los involucrados nombrando personas que en muchos casos todavía son sedevacantistas y miembros de la FSSPX o en colaboración con esta. Cualquier sacerdote que estuvo en Écône en tiempos del Arzobispo confirmará nuestra respuesta.
   
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Las citas y hechos anteriores indican un Lefebvre intransigente, muy cercano al sedevacantismo, rechazando abiertamente al Vaticano II, los nuevos sacramentos y doctrinas y comunión con los líderes de la nueva religión pseudocatólica. Pero es solo honesto conceder que es solo la mitad de la historia. Otras palabras y obras del Arzobispo darían una impresión profundamente distinta.
   
Sería ocioso debatir cuál fue el verdadero Arzobispo Lefebvre. El hecho plano es que el Arzobispo vaciló. Respondiendo al hecho que ha sido fundada una nueva y falsa religión, él duda si el papa de la nueva religión puede ser la cabeza de la Iglesia Católica. Agresiones particulares provocaron una fuerte reacción de su parte: la suspensión de 1976, el Sínodo de 1985, el jamboree de las falsas religiones de Asís 1986, la excomunión de 1988, todo lo llevó al borde de la declaración explícita que estos responsables no pueden ser papas. El contacto cercano con hombres como el P. Michel Guérard des Lauriers y el obispo Antonio de Castro Mayer, y con libros como el de Arnaldo Xavier de Silveira, lo alentaron hacia tal declaración. Listo para zambullirse, él duda… y se retira.
    
No podemos justamente forzar los hechos a fin de hacer al Arzobispo Lefebvre un sedevacantista, porque no lo fue, pero podemos justa y respetuosamente trazar varias conclusiones interesantes de nuestros textos y otros demasiado extensos para citarlos en este artículo.
  1. Desde 1975-1978, y desde 1985 hasta su muerte, el Arzobispo Lefebvre no fue hostil al sedevacantismo como tal y parece haberle acordado el estátus de lo que los teólogos llamarían una “opinión probable”. Frecuentemente estuvo cerca a compartir esta opinión, nunca pretendió ser capaz de refutarla abiertamente, y reconoció que podía un día serle lo suficientemente clara para aceptarla firmemente.
  2. Ni siquiera los más fervientes admiradores del Arzobispo podían afirmar que sus declaraciones dadas respecto a los recientes reclamantes al papado fueron siempre claras, firmes y consistentes o que ellas mostrasen un conocimiento detallado de la teología y el Derecho canónico relevante.
  3. Aunque consciente de la clásica controversia del “papa herético” entre los teólogos, el Arzobispo en ningún momento parecía haber hecho un estudio serio de la naturaleza de la herejía, sus efectos y su reconocimiento. Incluso pensó que el extremo liberalismo de Pablo VI y de Juan Pablo II fue en algún sentido una defensa contra el cargo de herejía. Él sostenía que sus mentes estaban demasiado llenas de ideas heréticas para ellos como para engañarse creyendo que tales ideas sean ortodoxas. No parece haberle ocurrido que tal “defensa” habría estado disponible para semejantes a Lammenais y Loisy.
  4. Él tuvo confianza de su competencia para reconocer y denunciar las herejías del modernismo y el liberalismo, pero era consciente de faltarle la formación teológica necesaria para ser capaz de evaluar el estátus de los Juanes y los Pablos, la dificultad planteada por la crisis respecto a la indefectibilidad de la Iglesia y la infalibilidad del Magisterio Ordinario y Universal.
  5. Su formación seminarista en el Colegio Francés de Roma bajo el célebre padre Henri Le Floch le había vacunado para siempre contra el liberalismo en todas sus formas. Su carrera eclesiástica le había preparado para la organización y la diplomacia- Pero no lo hicieron un especialista en teología o le dieron ninguna noción de serlo. Esto es aparente en su rol de defensor de la tradición en el Concilio y posteriormente: él organiza y negocia con habilidad, pero está inseguro en la evaluación teológica de eventos previamente inimaginables. Él se había apoyado fuertemente –y por una muy buena razón– en su profundamente erudito y santamente consejero teológico eñ padre Victor-Alain Berto, responsable de muchas de las intervenciones del Arzobispo en el Vaticano II, pero Berto había muerto en 1968, sucumbiendo a la angustia de la apostasía del Vaticano II. Lefebvre nunca volvió a encontrar un consejero en que pudiese confiar tam plenamente, incluso cuando él estaba en suma necesidad de uno.
  6. El reconocimiento nominal por el Arzobispo Lefebvre de Pablo VI y sus sucesores fue presentado explícitamente siendo una postura provisional. Aquellos que lo han erigido en un dogma inmutable son así infieles al Arzobispo.
  7. El Arzobispo Lefebvre fue altamente optimista en los primeros años de Juan Pablo II y fue en estos años que él estuvo más incisivo en sus palabras y obras antisedevacantistas. Pero aún entonces él nunca expulsó a ningún sacerdote de su Fraternidad por sedevacantismo privado y solo dos veces por incluso sedevacantismo público en ausencia de otros problemas. Su política general era persuadir a los sacerdotes sedevacantistas a quedarse. Y con el Sínodo de 1985 y Asís en 1986 él se desengañó de su ilusión que “Polaco” pudiese rimar con “Papa” [la rima sale mejor en inglés: “Pole”-“Pope”, N. del T.].
  8. Nadie puede estar seguro que, si el Arzobispo Lefebvre viviera hoy, no sería sedevacantista.. Nadie puede estar seguro que lo sería. Pero una cosa que parece altamente improbable es que él haya adoptado el estilo anodino del Obispo Bernard Fellay y la izquierda gobernante de la Fraternidad para la cual en nuestros días expresiones como “anticristos excomulgados” es más probablemente una alusión a los sedevacantistas que al aparente ocupante de la Sede Romana. Y otra noción igualmente improbable es que haya sido engañado en tomar a Josef Ratzinger, a quien cordialmente detestó, como un sincero amigo del Catolicismo tradicional.
  9. Es posible simpatizar con la situación del Arzobispo como él la contempló, solamente, el aspecto muy grave aspecto eclesiológico de la crisis, el aspecto que se sentía incapaz de entender; de hecho, estaría decepcionado de no simpatizar. Defender la fe, asegurar la continuidad del sacerdocio y la disponibilidad de los sacramentos para los fieles, pero dejar “en espera” la cuestión difícilde los asesinos de almas en el Vaticano: con todo, mucho podemos lamentarlo, esta es al menos una política comprensible. Algunos jóvenes sedevacantistas elocuentes de nuestros días, sin un toque de retrospectiva y prontos a atribuir culpas, claramente no pueden imaginar el peso de responsabilidad que sentía el Arzobispo al contemplar, temblando, la enormidad de lo que implica el sedevacantismo.
  10. Lo que parece mucho más difícil de ver es la consecuente política de pragmatismo por la cual una postura que el mismo Arzobispo no estaba seguro de ser oficialmente obligatoria en la Fraternidad a fin de mantener la unidad y alinear el apostolado de la Fraternidad. Como todos los hombres, los sacerdotes necesitan ser capaces de conversar libremente con sus pares sobre sus preocupaciones y sus dudas, sin miedo a denuncias por “crimen de pensamiento” y posibles sanciones. El Arzobispo falló en proporcionar esta facilidad, y esto aún no existe en la FSSPX. Una consecuencia de esto es la debilidad de carácter de muchos sacerdotes de la FSSPX, inevitable resultado de una formación sectaria. Otra es la tasa de deserción masiva de la Fraternidad: algunos se hacen sedevacantistas, algunos han aceptado el indulto, algunos se han ido idependientes, algunos fueron a “casarse” y algunos han sucumbido a crisis nerviosas, todo esto da testimonio del problema de estrés interno en la Fraternidad .
   
Hemos visto que no hay verdad en la mitología según la cual el Arzobispo Lefebvre tuvo una política firme y consistente de reconocer los papas del Vaticano II, rechazando dura y consistentemente el sedevacantismo como un error sólidamente refutado. Por el contrario, ¡frecuentemente el Arzobispo expresaba opiniones tan radicales que hoy en día ningún sacerdote o seminarista de la FSSPX se atrevería a decir algo similar por miedo a la expulsión! La mitología se debe al hecho que el Arzobispo fluctuó y dudó, dejando en el registro palabras y acciones que lo hacían capaz de ser invocado tanto por los campos liberales como de línea dura. De hecho, sus fluctuaciones y dudas fueron en tal escala como para ser tolerados solamente por la gran veneración personal que las masas de fieles Católicos tradicionales sentían por el Arzibispo. Y hoy la Fraternidad no tiene un muembro prominente cuya personalidad o estátus eclesiástico se comparen con los del Arzobispo. Así, la necesidad de la Fraternidad por credibilidad requiere que esta muestre más consistencia que la del mismo Arzobispo, mientras continúa invocando su autoridad para decisiones que nadie puede tener confianza que él habría adherido.
   
No seamos cándidos sobre los orígenes de esta situación. El apostolado tradicionalista independiente de la FSSPX fue originalmente planeado solo como un auxilio provisional para una necesidad temporal. Entendiblemente, nadie previó la magnitud de la crisis. A veces se deben tomar medidas de emergencia antes que sea tiempo de una evaluación teológica completa de la necesidad que las convoca. Pero no puede haber ningún apostolado duradero y efectivo que no esté firmemente fundado en la teología. Esto no significa solamente que los apostolados efectivos deban tener una formación adecuada en teología, aunque eso es verdad. Significa que la base, naturaleza, acciones y fines del apostolado en sí deben también estar teológicamente determinado. Este no es y nunca ha sido el caso de la FSSPX, porque el legado del Arzobispo a la Fraternidad que él fundó no incluía ninguna eclesiología de la relación de la Iglesia Conciliar con la Iglesia Católica. La enfermedad de la FSSPX continuará hasta que esta omisión se rectifique totalmente, si es posible.
   
Y esa enfermedad no puede ser negada. Hace casi 25 años, la FSSPX estaba inundada con vocaciones, tenía un alto nivel de lealtad sacerdotal y estaba en una posición de contrastar sus éxitos con el estado manifiestamente miserable de los seminarios y el clero modernistas. Todos saben que el regodeo se ha detenido. Pocas vocaciones, muy altas tasas de deserción y expulsión en los seminarios, numerosas defecciones sacerdotales en todas direcciones, escasos signos de una élite teológica entre el clero de la Fraternidad, la tolerancia de sacerdotes infectados con la comezón innovativa, altas tasas de caducidad en los laicos de segunda generación incluso en los educados en las propias escuelas de la Fraternidad, la triste historia es innegable y las cosas no están mejorando. Entre tanto, la Fraternidad está perdiendo el debate teológico no solo con el sedevacantismo, sino también con los grupos indultistas, que han mostrado un considerable poder de arrastre y la sorprendente habilidad de producir un clero educado y capaz.
   
Se requeriría un milagro para que la FSSPX declare pública y formalmente la vacancia de la Santa Sede, y hacerlo no sería suficiene para curar la enfermedad que hemos señalado.
   
Pero tal vez no es completamente irrealista preguntarse si las autoridades de la Fraternidad no pueden un día declarar explícitamente que el sedevacantismo es al menos una opinión teológica probable y alentar el debate respetuoso y abierto sobre la tesis sedevacantista entre los sacerdotes y fieles tanto dentro como fuera de la sociedad. Tal vez no sería incurablemente optimista esperar que los sacerdotes y colaboradores sedevacantistas de la Fraternidad se les permita ser sinceros sobre sus convicciones. Se puede hacer una declaación señalando que en cualquier discusión con la Roma ocupada, Benedicto XVI no puede ocupar un lugar digno en su lado de la mesa de negociación excepto la remota perspectiva de su propia conversión a la Fe Católica que ha pasado destruyendo la mayor parte de su vida. Mientras estamos soñando, podríamos imagniar la colaboración entre los sacerdotes de la FSSPX y tales sacerdotes sedevacantistas como pueda ser apropiado y voluntario. Pudiéramos añadir la expulsión de la quinta columna ultraliberal de la Fraternidad –comenzando por el padre Grégoire Célier–, y ¿que sobre el reproche público al absurdamente ignorante panfeto antisedevacantista del padre Dominique Boulet, que encuentra necesario citar historia y teología falsificadas de un libro en el Índice de Libros Prohibidos [L’infaillibilité du pape et le Sýllabus, escrito por Paul Marie Viollet en 1904 y puesto en el Índice dos años después, N. del T.] a fin de defender lo que su autor cree es la línea del partido? Ni pudiera alguno objetar razonablemente el estudio formal del De Románo Pontífice de San Roberto Belarmino en el Sýllabus de teología dogmática.
   
No puede dudarse seriamente que tales medidas sean sólidas en teología, un alivio a muchos de los sacerdotes y fieles de la Fraternidad y fortalezcan la capacidad de la Sociedad en responder las objeciones hechas a esta por los cuarteles conciliares. Ni habrá dificultad en invocar la autoridad del Arzobispo Lefebvre en favor de tales iniciativas. Sobre todo, debería haber la consideración que la verdad es más importante que el pragmatismo, y que su profesión valiente atraerá la bendición de Dios.
  
© John Daly 2006

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