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ORGULLOSAMENTE HISPANOHABLANTES

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viernes, 25 de julio de 2025

NOVENA EN HONOR AL BIENAVENTURADO PEDRO JULIÁN EYMARD

Novena publicada en 1928, con Nihil Obstat del P. Eugéne Couet SSS, superior general de la Sociedad del Santísimo Sacramento, e Imprimátur del Ilmo. Sr. Obispo Daniel Mannix, arzobispo de Melbourne.

DECLARACIÓN: De conformidad con los decretos del Papa Urbano VIII., declaramos que no pretendemos atribuir más que la fe humana a los hechos extraordinarios que se relatan a continuación, mientras sometemos todo cuanto se diga aquí al juicio de la Santa Iglesia, de la que deseamos permanecer siempre como hijos obedientes.
  
NOVENA AL BEATO PEDRO JULIÁN EYMARD
   
   
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
  
ACTO DE CONTRICIÓN
Oh Dios mío, de todo corazón lamento haberte ofendido, y detesto todos mis pecados, porque temo la pérdida del Cielo y las penas del Infierno, pero más que todo, porque ellos Te ofendieron, mi Dios, que eres el Sumo Bien y merecedor de todo mi amor. Firmemente resuelvo, con el auxilio de Tu gracia, confesar mis pecados, hacer penitencia, y enmendar mi vida. Amén.
   
DÍA PRIMERO – 25 DE JULIO
El beato Pedro Julián Eymard nació de padres piadosos en las montañas del Delfinado, en La Mure de Isère (Francia), el 4 de Febrero de 1811, y bautizado al día siguiente. Tan pronto como fue capaz de caminar, corrió hacia la Iglesia y pasaba horas allí. En una ocasión, su hermana Mariana lo encontró de rodilla en una escala justo detrás del altar mayor, sus manitas juntas, y sus ojos fijos en la parte posterior del tabernáculo. Respondiendo a su pregunta: «¿Qué estás haciendo aquí?», dijo: «Diciendo mis oraciones. ¡Estoy más cerca de Jesús y escuchándolo a Él!». El pequeño Pedro Julián tenía alrededor de cuatro o cinco años en ese momento. El Amador de los pequeños estaba ya escuchando al futuro apóstol del Santísimo Sacramento. 
   
A lo largo de toda su vida (murió en La Mure el 1 de Agosto de 1868), la fe del beato Pedro Julián en la Presencia Real de Nuestro Señor en la Sagrada Eucaristía parecía traspasar los velos sacramentales y ser más una visión de la Realidad que una mirada a través del cristal oscuro de la fe. Cuando fue director del Colegio Marista en La Seyne-sur-Mer, él tenía un agujero cortado en la pared de su habitación y lo cerró con una pequeña puerta. Por medio de este podía mirar directamente al tabernáculo en la capilla detrás de su habitación. Pasaba horas allí en amorosa conversación con Nuestro Señor, muchas veces también en la noche. A veces, cuando pensaba que estaba solo, hablaría en voz alta con el Señor. Para impedirse pasar mucho tiempo en esta ventana, ¡se apresuraba a cerrar la puerta con candado! ¡Tal era su fe sencilla y como niño!
   
JACULATORIAS:
  • Оh Santísimo Sacramento, oh Sacramento divino, sea a Vos toda alabanza y acción de gracias en todo momento (100 días de Indulgencia).
  • Bendita sea la Santa e Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, Madre de Dios (300 días de Indulgencia).
  • Nuestra Señora del Santísimo Sacramento, rogad por nosotros (300 días de Indulgencia).
   
ORACIÓN ESPECIAL PARA EL DÍA PRIMERO
¡Оh Beato Pedro Julián! Por vuestra fe sencilla y como niño que encantó al Corazón de Jesús en el Santísimo Sacramento, rogad por mí. Vos estás muy cerca a Jesús ahora en el Cielo y escuchándolo a Él. Rogadle por mí y pedidle me conceda el favor particular que quisiera recibir. Pedidle me de especialmente una fe sencilla y como un niño como la vuestra, para que pueda servirle mejor ahora en el Santísimo Sacramento y después de mi muerte, alabarlo con vos en el Cielo por toda la eternidad. Amén.
    
ORACIÓN AL BEATO PEDRO JULIÁN EYMARD PARA OBTENER LA LLEGADA DEL REINO DE JESÚS EN EL SANTÍSIMO SACRAMENTO.
Oh Beato Pedro Julián, cuya seráfica mirada traspasó tan profundamente tras el Velo Eucarístico, vos que habéis dado al mundo este sublime llamado a las armas: «Jesús está allí, venid todos a Él», obtenednos por la intercesión de la Santísima Virgen, a la que honrasteis por el dulcísimo nombre de Nuestra Señora del Santísimo Sacramento, que este grito de nuestro corazón pueda hallar un eco en cada corazón.
   
Obtened para nosotros que podamos ser el punto de partida de una amplia e intensa renovación de la vida, culto y acción eucarística. Obtenednos que todas puedan ser llevadas irresistiblemente hacia Jesús en el Santísimo Sacramento, a fin de adorarlo en Su inefable abajamiento, a fin de asociarlos por medio de la Santa Misa a Su perenne sacrificio, y a fin de recibirlo como su Pan de Vida.
  
Que vuestro clamor venga con mayor poder y fecundidad desde el Cielo, donde vuestra humildad ya es triunfante y resplandece con santificado esplendor que nunca decaerá. Que surja entre almas nobilísimas, y particularmente entre los sacerdotes, quienes fueron el constante objeto de vuestro especial afecto, nuevas tropas de adoradores y apóstoles de la Sagrada Eucaristía que, siguiendo vuestro ejemplo y según vuestra enseñanza, se consagrarán a glorificar al Santísimo Sacramento entre los individuos y entre las naciones, y así apresurarán más eficazmente la llegada de la Paz de Cristo en el Reino de su amor. Amén.
  
℣. Rogad por nosotros, bienaventurado Pedro Julián.
℟. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
   
ORACIÓN
Oh Señor Jesucristo, Hijo del Dios vivo, que admirablemente suscitasteis al Bienaventurado Pedro Julián para promover en todos el culto solemne del Santísimo Sacramento de la Eucaristía, y por cuyo medio le disteis una nueva familia a vuestra Iglesia, concedednos propicio que por su intercesión y ejemplo, podamos convertirnos en adoradores en espíritu y verdad de tan grande Misterio y propagadores de la gloria del mismo. Vos que vivís y reináis por los siglos de los siglos. Amén.
  
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
  
DÍA SEGUNDO – 26 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
Cuando el Beato Eymard tenía alrededor de ocho años, su padre Julián cayó muy enfermo. Su madre María Magdalena Pellorce le permitió al pequeño acompañar a sus dos hermanas, a pie, al santuario de San Juan de Vertus, alrededor de diez o quince millas de La Mure. No habiendo hecho su primera Comunión entonces, se puso muy cercana Mariana y le pidió a Jesús, a quien ella recibió, no dejar morir a su padre. «¡Oh Mariana!», dijo, «¡pude sentir al Buen Dios en ti!». El Buen Dios no pudo resistir la oración del niño. Su padre fue curado. Desde ese momento, Pedro Julián sintió un gran ansia por la Sagrada Comunión, que no le fue permitido recibir por primera vez hasta su duodécimo cumpleaños, el Domingo de Pasión 16 de Marzo de 1823. Treinta años después, el recuerdo de ese día aún conducía lágrimas en sus ojos: «¡Oh, cuán bueno fue conmigo Nuestro Señor en mi Primera Comunión!». La única gran ansia de la vida de Pedro Julián fue por la Sagrada Comunión. Como niño o después como sacerdote, ningún sacrificio de naturaleza física, como el ayuno, o la fatiga, o la mala salud, fue capaz de impedirle satisfacer su hambre de recibir el Pan de Vida. 
  
Se rezan las jaculatorias.

ORACIÓN ESPECIAL PARA EL DÍA SEGUNDO
¡Оh Beato Pedro Julián! Por vuestro duradero y ferviente deseo por la Sagrada Comunión, rogad por mí. Vos «sentís al Buen Dios» en vos mismo en el Cielo. Él no pudo resistir vuestra infantil oración por vuestro padre que estaba muriendo. Él no resistirá vuestra oración por mí hoy. Pedidle al Jesús que tan frecuentemente recibisteis, que me conceda el favor particular que quisiera recibir. Pedidle especialmente me dé un ferviente deseo como el vuestro de recibirle frecuentemente en la Sagrada Comunión aquí en la tierra y, después de mi muerte, gozarle con vos en el Cielo por toda la eternidad. Amén.

Las demás oraciones se rezarán todos los días.
  
DÍA TERCERO – 27 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
Con el consentimiento de su padre, el Beato Pedro Julián entró al noviciado de los Oblatos de María Inmaculada en Marsella en Junio de 1829. Seis meses después, fue enviado a casa para morir. Al lado de su cama se dijeron las oraciones para los agonizantes. Parecía inconsciente, pero estaba orando: «¡Señor, concededme la dicha de decir al menos una Misa y consiento morir!». Dios oyó su oración. «Seré sacerdote un día», murmuró lo suficientemente alto para ser oído, «¡diré Misa un día». Dijo su primera Misa el 22 de Julio de 1834, y prácticamente cada día después de este, cuando le fue posible físicamente, hasta el 21 de Julio de 1868 inclusive. Dijo su primera Misa con tal fervor que los testigos declararon que estaba transfigurado y parecía estar en el Cielo. Se dice que por sus oraciones en la Misa, se habían obtenido favores considerables, algunos de naturaleza milagrosa. El mayor fue el que le fuera concedido después de su Misa el 18 de Abril de 1853, cuando Nuestro Señor le reveló muy claramente la Sociedad que iba a fundar. La primera piedra de la Sociedad del Santísimo Sacramento fue puesta ese día. Otro favor sucedió el 8 de Septiembre de 1848. Margarita Guillot, quien más tarde se convirtió en la fundadora de las Hermanas Siervas del Santísimo Sacramento, estaba muy enferma y muriendo. El padre Eymard estaba diciendo Misa por su recuperación a las siete de esa mañana en una capilla vecina. A las 7:15, para el momento de la Elevación de la Misa, ella súbitamente se mejoró. Se levantó, se vistió, ¡y fue declarada completamente curada! 
  
Se rezan las jaculatorias.
   
ORACIÓN ESPECIAL PARA EL DÍA TERCERO
¡Оh Beato Pedro Julián! Por vuestro extraordinario aprecio del augustísimo Sacrificio del Altar, rogad por mí. Vos estáis disfrutando ahora la recompensa por la piedad con la cual dijisteis cada una de vuestras Misas mientras estuvisteis en la tierra. El Dios que oyó entonces vuestras oraciones, ciertamente las escuchará ahora. Rogadle por mí y pedidle me conceda el favor particular que quisiera recibir. Pedidle especialmente un aprecio de la Santa Misa y una piedad como la vuestra, para que pueda agradarle aquí en la tierra, y después de mi muerte, compartir con vos la felicidad del Cielo por toda la eternidad. Amén.

Las demás oraciones se rezarán todos los días.
  
DÍA CUARTO – 28 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
Cuando tenía alrededor de nueve años, el Beato Pedro Julián comenzó a guardar un diario espiritual. Destruyó la mayoría de este más tarde en su vida, pero una página escapó a su ojo. En ella, entre otras resoluciones escritas con la mano y lenguaje de un niño, está esta: «Resuelvo tener una tierna devoción a la Santísima Virgen». Más o menos un año después, él obtuvo permiso para ir a una peregrinación, solo, a pie, al santuario de Nuestra Señora de Laus, alrededor de 37 millas de La Mure. «¡Fue allí donde conocí y amé a María por primera vez!». Se puede conjeturar seguramente que tuvo su primera visión de Nuestra Señora entonces. Ella se le apareció varias veces durante su vida (particularmente en su santuario de Fourviere de Lyon, el 2 de Febrero de 1851), y también la noche antes de su muerte, el 1 de Agosto de 1868. Su amor por Nuestra Señora fue el segundo solo a su amor a Santísimo Sacramento. Muy frecuentemente obtuvo favores espirituales y temporales para otros por su poderosa intercesión. La señorita Adela Julien, paralizada, fue golpeada con fiebre tifoidea en París, ella se aburrió de consultar especialistas. Fue ungida se hicieron los preparativos para su funeral. El padre Eymard la mandó hacer una novena a Nuestra Señora de La Salette. Ella recibió el Viático el último día de su novena, el 25 de Octubre. El padre Eymard oró mientras tanto al lado de su cama, y luego salió de su habitación. Una hora después ella se levantó y caminó, completamente curada. Al año siguiente ella pasó por Ars en su camino a La Salette. El santo cura, Juan María Vianney, quien nunca la había conocido antes, la llamó aparte y dijo: «Querida hija, Nuestra Señora de La Salette te ha salvado. El padre Eymard te hizo hacer esa Novena y obtuvo un milagro para ti. Él es un santo». 
  
Se rezan las jaculatorias.

ORACIÓN ESPECIAL PARA EL DÍA CUARTO
¡Оh Beato Pedro Julián! Por vuestra tierna devoción a la Inmaculada Virgen María, rogad por mí. Vos la veis y amáis ahora en el Cielo, no por primera o última vez, sino para siempre. Rogadle por mí y pedidle que me obtenga de su Divino Hijo Jesús el favor particular que quiero recibir. Y pedidle especialmente me conceda una tierna devoción a su amantísima Madre como la vuestra, para que pueda ser su hijo aquí en la tierra y, después de mi muerte, alabadla y amadla con vos en el Cielo por toda la eternidad. Amén.

Las demás oraciones se rezarán todos los días.
   
DÍA QUINTO – 29 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
El dedo de Dios se mostró muy frecuentemente en la vida del Beato Pedro Julián. Él señaló inequívocamente al sacerdocio cuando no era sino un niño de seis o siete. Su párroco se alineó con su padre en oponerse a sus estudios para el sacerdocio. Su madre, y luego su padre, murieron, y su propia salud era muy pobre. Sin embargo, en la forma y tiempo propios de Dios, él se convirtió en sacerdote. Dios dispuso que Pedro Julián fundase una orden religiosa de sacerdotes para el Santísimo Sacramento. La Providencia lo entrenó en el clero secular como teniente de cura y como párroco. Luego lo llevó a la recién fundada Sociedad de María, formándolo y disponiéndolo como religioso y superior perfecto. El dedo de Dios señaló nuevamente a la fundación de una nueva Orden Eucarísticas. Surgieron por todos lados obstáculos aparentemente insuperables. Desde un punto de vista humano, la idea estaba condenada al mayor fracaso. Por un momento, el padre Eymard pensó que todo estaba perdido. Una reunión inesperada con el arzobispo de París, un momento de conversación, y el arzobispo reversó su decisión, aprobó la idea y la congregación fue fundada (13 de Mayo de 1856). En sus notas privadas, escritas durante un largo retiro que hizo en Roma el año 1865, el Beato Pedro Julián escribió: «La mano suave y firme de la Divina Providencia me ha guiado en una forma admirable en todo momento. Una y otra vez parecía que no sería hallado digno, pero el Divino Piloto sostuvo el timón, guiando mi nave hacia el puerto del sacerdocio y la vida religiosa». Y, podemos añadir, a la fundación de la Congregación del Santísimo Sacramento. 
  
Se rezan las jaculatorias.

ORACIÓN ESPECIAL PARA EL DÍA QUINTO
¡Оh Beato Pedro Julián! Por la suave y firme mano de la Divina Providencia que os guió en todo momento, rogad por mí. Vos estáis a salvo ahora en el puerto del cielo y no tenéis nada que temer. Rogad al Divino Piloto por mí y pedidle me conceda el particular favor que deseo recibir. Pedidle especialmente que tome el timón de mi barco y me guíe, como Él os guió seguramente por las aguas tormentosas de esta vida al puerto donde, después de mi muerte, seré feliz con vos amando y alabándolo por toda la eternidad. Amén.

Las demás oraciones se rezarán todos los días.
  
DÍA SEXTO – 30 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
Una noche, mientras estuvo en Saint-Romans, el Beato Pedro Julián pasó una hora en una contemplación de la bondad y amabilidad de Dios que recordó toda su vida. Esta contemplación lo hizo semejante a un bardo de la amorosa bondad de Dios. Sus escritos están tan llenos de este tema que tienen una dulzura y encanto fronterizo a lo divino. Parece que nunca había experimentado la menor duda sobre la bondad de Dios. Tenía la confianza de un niño en Dios. Frecuentemente citaría las palabras de San Pablo: «¿No nos ha dado con Él todas las cosas?», y argumentó que puesto que Dios se nos dio en la Sagrada Eucaristía, Él nos dará cualquier otra cosa. Fue esta sencillez y confianza como niño que hizo tan poderosas sus oraciones. Un día le dijo a la señorita Guillot: «Vos sabéis que el Buen Dios no me niega nada. Él me concede más de lo que me atrevo siquiera a desear». 
  
Se rezan las jaculatorias.
 
ORACIÓN ESPECIAL PARA EL DÍA SEXTO
¡Оh Beato Pedro Julián! Por vuestra incansable confianza en la bondad y amabilidad de Dios, rogad por mí. El Buen Dios que nunca os negó nada en la tierra ciertamente escuchará vuestras oraciones ahora en el Cielo. Rogadle, pues, por mí, y pedidle me conceda el favor particular que quiero recibir. Pedidle especialmente una confianza como niño en su amorosa bondad basada en el Don de la Eucaristía, para que pueda servirle fielmente en la tierra y, después de mi muerte, alabarlo y amarlo con vos eternamente en el Cielo. Amén.

Las demás oraciones se rezarán todos los días.
  
DÍA SÉPTIMO – 31 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
La única ambición del Beato Pedro Julián era extender el reino de Nuestro Señor en el Santísimo Sacramento sobre la tierra. Para este propósito, quiso que Nuestro Señor manifestara Su presencia y poder realizando milagros, espirituales y corporales. Muchísimas personas habían recurrido al Beato Pedro Julián, pidiéndole obtener favores e incluso curaciones para ellos. Siempre los refería a Nuestro Señor en el Santísimo Sacramento. Cuando se deseaba la curación de una enfermedad corporal, él recomendaba usar el aceite tomado de la lámpara del santuario ardiendo ante el Santísimo Sacramento. En una ocasión dijo: «¡Esa lamparita que arde ante Nuestro Señor nunca ha dejado de curar a los que, cunado enfermos, han sido ungidos con su aceite, que es la fe y la caridad!». Cuando las personas, que habían obtenido el favor deseado, iban a agradecerle al Beato Eymard, él les respondía: «Ve y agradécele al Señor. Yo no tuve nada que ver con eso». 
  
Se rezan las jaculatorias.
     
ORACIÓN ESPECIAL PARA EL DÍA SÉPTIMO
¡Оh Beato Pedro Julián! Por vuestra gran fe en el poder del Santísimo Sacramento, rogad por mí. Vos podéis ahora agradecerle al Señor en el Cielo por los muchos favores que las personas obtenían siguiendo vuestro consejo y habiendo recurrido al Santísimo Sacramento. Rogadle ahora a Nuestro Señor por mí, y pedidle me conceda el favor particular que quiero recibir. Pedidle especialmente me dé una fe más grande en el poder de Su Santísimo Sacramento, para que pueda obtener todo lo que necesito de Él aquí en la tierra y, después de mi muerte, agradecerle con vos en el Cielo por toda la eternidad. Amén.

Las demás oraciones se rezarán todos los días.
   
DÍA OCTAVO – 1 DE AGOSTO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
El Beato Pedro Julián era amable. Todos lo amaban. Él tenía la sencillez y la alegría de un niño pequeño, la modesta humildad de un gran santo, y la caridad y bondad de una madre. Nadie podía dejar de sentirse atraído por él. Los jóvenes decían: «Podía ir a confesarme con él cada día». Los pecadores moribundos no podían resistir su sincera amabilidad, y hacían las paces con Dios por su medio. Cada vez que se detenía en algún lugar por algunos días, la noticia se expandía como fuego y los visitantes venían en tanto número que quedaban siempre esperando en Ars para ir a confesar con su párroco, San Juan María Vianney, amigo cercano del Beato Eymard. Uno de sus religiosos le dijo: «Padre, vos habéis fijado horarios para recibir a los visitantes. Las personas os quitan tiempo por nada». El buen sacerdote le respondió: «Nuestro Señor no tiene horarios. Él está presto a recibir visitantes siempre, y yo, Su siervo, debo estar listo para recibirlos cuando vienen». La gente venía a verlo por cualquier cosa, tal como habrían ido al mismísimo Señor. A veces, el Beato Eymard diría «Soy como una madre cuyos pequeños corren a ella para mostrarle dónde se lastimaron». Un testigo en el proceso de beatificación declaró bajo juramento: «Nadie recurría nunca a él en vano». Esto fue especialmente cierto de los pobres y los que habían hecho algo por el Santísimo Sacramento. 
  
Se rezan las jaculatorias.

ORACIÓN ESPECIAL PARA EL DÍA OCTAVO
¡Оh Beato Pedro Julián! Por vuestra gran amabilidad y caridad por todos los hombres, rogad por mí. Nunca pudisteis negar nada a nadie en la tierra. Ahora que estáis en el Cielo, Dios ciertamente no os negará nada. Rogadle, pues, a Dios por mí, y pedidle me conceda el favor particular que quiero recibir. Pedidle especialmente he haga semejante a vos para que pueda llevar almas a Su Santísimo Sacramento aquí en la tierra y, después de mi muerte, ser dichoso con vos en el Cielo por toda la eternidad. Amén.

Las demás oraciones se rezarán todos los días.
     
DÍA NOVENO – 2 DE AGOSTO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
El Beato Pedro Julián era uno de los sacerdotes más conocidos y amados del París de su tiempo: «Debe ser mi culpa», dijo, «¡las personas siempre van tras de mí!». Su encantadora bondad tenía mucho que ver con ello, y también los muchos favores que obtuvo para la gente. Él trató, en su sincera humildad, de evitar toda responsabilidad y refería todos los favores a la confianza que las personas tenían en el Santísimo Sacramento o en Nuestra Señora. A veces Dios hacía manifestar claramente quién era el responsable. Valga señalar el siguiente caso: Una madre llevó a su hijo de trece años, quien había quedado ciego por un accidente cinco o seis años antes, al padre Eymard. «Me dijeron que fuera con Vd., padre, para que mi hijo sea curado». «Buena señora, no soy médico», respondió, «pero le daré la tarjeta de un buen oculista que conozco aquí en París». «Padre, Vd. debe curarlo. No quiero ver a un médico». «Bueno, entonces, vaya al Señor expuesto en la capilla y Él os escuchará». La madre respondió: «Vaya Vd., padre. Él no escuchará mis oraciones». Entonces el padre Eymard sumergió dos dedos en agua bendita y los puso en los ojos del niño, diciéndole que vaya a orar a Nuestro Señor. El chico gritó: «¡Mamá, puedo ver!». La curación fue completa. 
  
Se rezan las jaculatorias.

ORACIÓN ESPECIAL PARA EL DÍA NOVENO
¡Оh Beato Pedro Julián! Por vuestro gran poder para obtener favores de Dios, rogad por mí. Ahora que estáis en el Cielo, vuestro poder debe ser mucho más grande y vuestra humildad no tiene nada que temer. Rogad al Buen Señor, pues, por mí y pedidle me conceda el favor particular que quiero recibir. Pedidle especialmente me de gracias como a vos, para que pueda servirle mejor en el Santísimo Sacramento aquí en la tierra y, después de mi muerte, tener la felicidad de servirle con vos en el Cielo por toda la eternidad. Amén.

Las demás oraciones se rezarán todos los días.

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)