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jueves, 24 de julio de 2025

NOVENA EN HONOR A SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO

Traducción de la Novena publicada en Roma por la imprenta de Vincenzo Poggioli en 1818, con Imprimátur por el Ilmo. Sr. D. Cándido María Frattini, arzobispo titular de Filipos y vicegerente de la Diócesis de Roma, y por el P. Fray Filippo Anfossi OP, Maestro del Sagrado Palacio Apostólico.

NOVENA EN HONOR A SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO
    


Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
  
℣. Oh Dios, venid en mi auxilio.
. Señor, apresuraos a socorrerme.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
. Como era en el principio, ahora y siempre, y por todos los siglos de los siglos. Amén.
   
ORACIÓN
Os suplicamos, Señor, que por la virtud del Espíritu Santo purifiquéis clemente nuestros corazones y nos protejáis de toda adversidad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. 
       
DÍA PRIMERO – 24 DE JULIO
Nos alegramos con vos, ¡oh San Alfonso María!, y bendecimos a Jesucristo por tanto amor que ardió en vuestro corazón hacia nuestra Santa Fe Católica y Apostólica Romana, que es la fuente y raíz de todos los bienes de las almas, el principio de nuestra eterna salud y el primer nudo que une el corazón de los Cristianos con Dios, sin el cual es imposible agradarle, darle gusto y salvarnos. Esta Fe fue en vos verdaderamente heroica y admirable en tal modo que no solo cautivasteis vuestro intelecto en obsequio de todas las verdades reveladas, deseando eficazmente sellarlas todas y cada una con la propia sangre, sino que ardisteis siempre en un verdadero deseo de imprimirlas en todos los corazones de los hombres escribiendo tantas obras para defenderla de las calumnias de los Sectarios, y afirmarla en los corazones vacilantes, y nunca cesasteis por toda vuestra larga vida de escribir tantas bellas obras de piedad que son como sus más fuertes reparos y sustento. ¡Oh Santo protector nuestro!, por vuestros méritos y por el amor que tuvisteis y tenéis a Jesús y María, y por el compromiso que tuvisteis y tenéis de ver dilatada y aumentada esta misma Fe, obtenednos a todos nosotros este gran don de creer firmemente todas las verdades reveladas, y que como tales nos enseña nuestra Santa Madre Iglesia; de hacerlas la norma y regla de nuestros pensamientos, deseos, afectos y operaciones, prontos más a perderlo todo, e incluso la vida misma, antes que faltar a cualquiera de estas verdades, a fin que como vos, y a vuestra imitación podamos devenir grandes en la Santa Fe y para siempre salvarnos.
  
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
   
Aquella llama dulce y pura que a todas horas en ti ardía, en nuestro corazón, ¡oh Alfonso María!, obtenédnosla de Jesús.
   
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh glorioso San Alfonso María, nuevo pero poderoso abogado nuestro que con tanto celo y caridad procurasteis aquí en la tierra la santificación de todo el mundo y la conversión de los pecadores y de los errantes! Ahora que gozáis en el Cielo el premio de vuestras apostólicas fatigas donde vuestra caridad es perfecta y consumada, acoged piadoso las súplicas y ruegos que nosotros vuestros devotos, aunque indignos, os presentamos, y obtenednos de Dios por los méritos de nuestro Señor Jesucristo, y por intercesión de la Santísima Virgen Inmaculada María un general arrepentimiento y perdón de todos nuestros pecados cometidos, un firme propósito de nunca más cometerlos, la reforma de nuestras costumbres, un desapego de todos los bienes de este falaz mundo, y un vivo deseo de los bienes eternos. Obtenednos un amor tierno y filial hacia Dios y la caridad fraterna hacia nuestro prójimo. Obtenednos una especial devoción hacia el Augustísimo Sacramento del Altar, y la gracia de recibirlo por Viático antes de morir. Obtenednos un gran amor a Jesucristo, a su dolorosísima Pasión y desoladísima muerte; e impetradnos una filial confianza en su gran Madre María Virgen, siempre pura e inmaculada. Y finalmente obtenednos el gran don de la santa Perseverancia, a fin que viviendo como vos enamorados de Jesús y María, tengamos la suerte de morir como vos asistidos por María y por Jesús, y repitiendo siempre sus Santísimos nombres, y diciendo: «Jesús y María, ayudadnos; María y Jesús defendednos; Jesús y María, salvadnos», para así llegar después de la muerte a la posesión de aquella felicidad que vos ahora gozáis y gozaréis en el Cielo por toda la eternidad, y con vos alabar, bendecir, agradecer y amar a Dios, Jesús y María por todos los siglos de los siglos. Amén.
   
GOZOS
     
Ejemplar de perfección, 
De toda virtud modelo: 
Sed en todo desconsuelo,
Alfonso, nuestro patrón.
    
De Ligorio en noble cuna 
Fue Nápoles vuestro oriente, 
Que en vos nobleza eminente 
Con la santidad se aduna:
De la gracia en posesión 
Entráis luego que del suelo.
Sed en todo desconsuelo,
Alfonso, nuestro patrón.
    
Jesús, María dijeron 
A no tardar vuestros labios, 
Que nunca en ellos resabios 
De otro lenguaje cupieron:
A Dios diste el corazón
Desde niño sin recelo.
Sed en todo desconsuelo,
Alfonso, nuestro patrón.
    
Aunque como ángel voláis 
De la virtud a la altura, 
Cilicios a la cintura 
Con rigor os aplicáis: 
Alas vuestro corazón 
Tiene para tanto vuelo.
Sed en todo desconsuelo,
Alfonso, nuestro patrón.
      
De Gonzaga imitador
Fuisteis, ¡oh gran penitente!,
Y no menos inocente, 
¡Oh fiel víctima de amor! 
A María con fervor 
Amasteis y con desvelo.
Sed en todo desconsuelo,
Alfonso, nuestro patrón.
      
El don precioso obtuvisteis 
De la santa castidad, 
Y de cualquier liviandad 
A la menor sombra huisteis:
Con todo en la confesión. 
¡Oh qué amargura y duelo! 
Sed en todo desconsuelo,
Alfonso, nuestro patrón.
      
De Ángeles por el sustento 
Anhelabais fervoroso; 
Lo recibíais gozoso 
Con indecible contento: 
Ardía vuestro corazón
Hecho un Etna o Mongibelo.
Sed en todo desconsuelo,
Alfonso, nuestro patrón.
      
En las ciencias Querubín 
Os mostrasteis estudiando, 
Y al Dios de amor contemplando, 
Erais como un Serafín:
Toma el cielo por blasón 
Que moráis mucho en el suelo.
Sed en todo desconsuelo,
Alfonso, nuestro patrón.
    
De sacerdotes espejo 
Para que fueseis un día, 
Renunciáis la abogacía 
Con muy prudente consejo:
Deseabais la religión
Con ansia, afán y anhelo.
Sed en todo desconsuelo,
Alfonso, nuestro patrón.
      
Con angélico recato 
En el siglo retirado, 
Con vuestro Señor amado 
Era siempre vuestro trato:
Erais de santa oración 
A los jóvenes modelo, 
Sed en todo desconsuelo,
Alfonso, nuestro patrón.
    
De una nueva religión
Dios os quiso fundador,
Que del pobre con fervor 
Cuidase la salvación: 
Desempeñáis la misión 
Con el más ferviente celo.
Sed en todo desconsuelo,
Alfonso, nuestro patrón.
      
Entre sabios eminentes 
Justo lugar ocupasteis; 
Huir a todos enseñasteis 
De las ciencias pestilentes:
Practicabais con tesón 
Lo que enseñabais con celo.
Sed en todo desconsuelo,
Alfonso, nuestro patrón.
    
Al sagrado tribunal 
Asistíais con frecuencia; 
Librabais con vuestra ciencia 
Al pecador de su mal:
Al puerto de salvación 
Lo llevabais con desvelo.
Sed en todo desconsuelo,
Alfonso, nuestro patrón.
      
Las esposas del Señor 
Llamaron vuestra atención; 
La senda de perfección 
Las trazasteis con fervor: 
¡Qué señal de salvación 
Caminarla con anhelo! 
Sed en todo desconsuelo,
Alfonso, nuestro patrón.
    
De obispos por fiel dechado 
El Señor os escogió, 
Y de gracias os lleno 
Para ser muy buen prelado: 
Muchos llevó a salvación 
Vuestro pastoral desvelo.
Sed en todo desconsuelo,
Alfonso, nuestro patrón.
    
Un tránsito glorioso
Terminó en fin vuestra vida;
La corona a vos debida
Os dio el Señor bondadoso:
Con eterna consolación
De ella gozáis en el cielo.
Sed en todo desconsuelo,
Alfonso, nuestro patrón.
    
Ejemplar de perfección,
De toda virtud modelo:
Sed en todo desconsuelo,
Alfonso, nuestro patrón.
    
℣. Rogad por nosotros, San Alfonso María.
. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

ORACIÓN
Oh Dios, que por vuestro Confesor y Pontífice San Alfonso María, encendido en celo por las almas, concediste fecundidad a tu Iglesia con una nueva familia, os suplicamos, que enseñados por sus saludables advertencias y confirmados por sus ejemplos, merezcamos llegar felizmente a Vos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
   
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
DÍA SEGUNDO – 25 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
Nos alegramos con vos, ¡oh San Alfonso María!, y bendecimos a Jesucristo por tanto amor que ardió en vuestro corazón hacia el misterio de su divina Encarnación. Sabiendo voz que la vida eterna es la de conocer a Dios y a su mismo Verbo encarnado, esto es, Jesucristo, os ocupasteis enteramente en la meditación y contemplación de este Verbo hecho hombre por nosotros, y en crecer siempre en este conocimiento. Para llegar a tanto, ora meditabais su dignación en quererse encarnar en el seno purísimo de la Virgen María, repitiendo con estupor y afecto «Verbum caro factum est», el Verbo del Señor se hizo hombre por nosotros; ora meditando en su nacimiento en un establo de viles animales, su manifestación a los Santos Pastores y a los Magos; ora su sagrada infancia: ora su penosísima vida y su dolorosísima muerte, y con la prensa de hacer meditar a los fieles este inexplicable e incomprehensible misterio, que por nosotros los hombres un Dios bajó del Cielo y por nuestra salvación se hizo hombre: «propter nos hómines, et propter nostram salútem descéndit de Cœlis, et homo factus est», para hacer que todo el mundo lo considerase para conocerlo y correspondiese con afectuosa gratitud al gran beneficio de un Dios hecho hombre para salvar a los hombres. ¡Oh Santo protector nuestro!, por vuestros méritos y por el amor que tuvisteis al mismo Jesús y a su amantísima Madre María, y obtenednos también el conocimiento de tan grande Misterio de la Encarnación, Vida, Pasión y Muerte del Divino Redentor, para que podamos con el Apóstol decir sinceramente que Jesús es nuestra vida, y morir por Jesús es nuestra ganancia.
     
Padre nuestro, Ave María y Gloria. La Jaculatoria, la Oración y los Gozos se dirán todos los días.
  
DÍA TERCERO – 26 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
Nos alegramos con vos, ¡oh San Alfonso María!, y bendecimos a Jesucristo por tanto amor que ardió en vuestro corazón hacia el gran Misterio de la Eucaristía, llamado por excelencia Mystérium Fídei, misterio de Fe, porque en él el humano intelecto, apoyado en la sola palabra de Jesucristo, como infaliblemente entiende y propone la Santa Iglesia, cree al Hombre-Dios velado y escondido bajo materiales accidentes, y desprecia cualquier operación de los sentidos. En la Fe de este divino Misterio vos os destacasteis desde los primeros años de vuestra vida, y creció con los años, no contento del fuego de caridad que experimentabais en vuestro corazón por Jesús Sacramentado buscasteis expandir las llamas de vuestro amor en los corazones de todos, dictando a los fieles la norma de cómo visitarlo devotamente cada día, y recibirlo devotamente y con fruto. Por vos fue mantenida, aumentada y defendida la Comunión frecuente contra los ladrones que buscaban arrancarla. ¡Oh Santo protector nuestro!, por vuestros méritos y por el amor que tuvisteis a Jesús Sacramentado y a su dulce Madre María, obtenednos también de hoy en adelante, por lo menos, un amor tierno, filial y constante al Santísimo Sacramento del Altar, para que siempre deseemos siempre que estemos presentes en alguna iglesia, lo visitemos frecuentemente expuesto en los altares o encerrado en las Custodias; lo recibamos con frecuencia con devoción y fruto, y tengamos después la suerte de recibirlo como viático antes de morir; y nos conduzca al Reino de la felicidad eterna.
   
Padre nuestro, Ave María y Gloria. La Jaculatoria, la Oración y los Gozos se dirán todos los días.
  
DÍA CUARTO – 27 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición.
    
Nos alegramos con vos, ¡oh San Alfonso María!, y bendecimos a Jesucristo por tanto amor que ardió en vuestro corazón hacia su gran Madre María Santísima. Jesús y María, Hijo y Madre, están tan unidos e inseparables, que necesariamente quien ama a Jesús debe amar a María, y quien ama al Hijo debe amar a la Madre. Os señalasteis por esto en esta bella, dulce y segura devoción. Teníais el Santísimo nombre de María esculpido en el corazón, en la muerte y la lengua. Todas las prácticas de piedad usadas por los fieles para honrarla, fueron las vuestras. Vuestros discursos familiares, vuestras prédicas, y cualquier otra exhortación privada o pública, todas comenzaban y terminaban con María. Nunca visitasteis al Hijo sin visitar a la Madre. No sabías hablar ni escribir si no comenzabais con los nombres santísimos de Jesús y de María. Hijo aficionadísimo de esta divina Madre, no tan fácilmente se vio en la Iglesia de Dios, y constantemente la amasteis desde vuestros más tiernos años hasta la muerte. ¡Oh Santo protector nuestro!, por vuestros méritos y por el amor que tuvisteis a tan amable Madre, y por el compromiso que con la voz y los escritos siempre tuvisteis de hacerla conocer, venerar y amar por todos, obtenednos un grandísimo amor a María, un santo empeño en honrarla e imitar sus virtudes, un celo ardiente de hacerla conocer, honrar y amar de todos, a fin de que viviendo como vos enamorados de María, podamos como vos tener la suerte de ser visitados de María en nuestra agonía, y de estar a sus pies y bajo su patrocinio junto con vos por toda la eternidad en el Cielo..
      
Padre nuestro, Ave María y Gloria. La Jaculatoria, la Oración y los Gozos se dirán todos los días.
  
DÍA QUINTO – 28 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición.
    
Nos alegramos con vos, ¡oh San Alfonso María!, y bendecimos a Jesucristo por por aquella viva Esperanza que en Él concibió vuestro corazón. La Esperanza cristiana es el segundo nudo que estrecha el alma con Dios. Lleno vos de esta segunda Virtud teologal, veíais a Dios como el único objeto de vuestro corazón, y confiado en sus infalibles promesas, y en la fuerza y virtud de la Gracia, lo considerabais como vuestro. Esto os alentó a renunciar al mundo y a cuanto podía prometeros de grande y de bello; esto os hizo resolver a abandonar a vuestro tierno padre y vuestra amorosa madre para buscar solo a Jesucristo crucificado en el estado Eclesiástico; esto os hizo resistir a todos los atractivos del sentido y todas las contradicciones de la carne y de la sangre; esto os hizo fuerte en tantas contradicciones y contrariedades que se opusieron a la resolución tomada de consagraros todo a Dios. Fijos continuamente vuestros ojos al Cielo, no anhelasteis otra cosa que Dios y el Paraíso. El arduo y nuevo voto de no perder nuca tiempo fue para ocuparlo todo para Jesucristo y para su gloria, para acrecentar la cual fundasteis vuestra Congregación bajo el título del Santísimo Redentor toda compuesta de operarios que cultivasen la Viña del Señor instruyendo a los más ignorantes de las campiñas, castillos, villas, cabañas y campos rurales más privados de socorros espirituales, y con Misiones y con Catecismos, y con otros ejercicios espirituales para conocer a Dios, Jesucristo y María Santísima, a fin que los amasen de corazón. Esta esperanza os sirvió siempre de fuerte escudo para vencer y superar todas las contrariedades y oposiciones del siglo y del Infierno que se desataron y armaron contra la Congregación y de su Fundador, entre las cuales nunca os desanimasteis, sino que repetíais siempre: In Te, Dómine, sperávi, non confúndar in ætérnum, en Vos, Señor, he esperado, nunca seré confundido. ¡Oh Santo protector nuestro!, por vuestros méritos y por la gloria del Señor obtenednos de Dios por los méritos de Jesús y de María esta bella virtud de esperar y confiar siempre en la Sangre de Jesucristo, y en la intercesión de María su Madre, a fin que uniformando nuestra vida a vuestra virtuosísima vida, vivamos continuamente en el costado de Jesús y bajo la protección de la Virgen Santa para así expirar en el punto de la muerte y llegar un día con vos a gozarlo, amarlo, alabarlo y bendecirle por todos los siglos de los siglos en el Cielo.
   
Padre nuestro, Ave María y Gloria. La Jaculatoria, la Oración y los Gozos se dirán todos los días.
  
DÍA SEXTO – 29 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición.
    
Nos alegramos con vos, ¡oh San Alfonso María!, y bendecimos a Jesucristo por tanto amor que ardió en vuestro corazón hacia el hacia el Sumo Bien. Sabiendo vos muy bien que la Reina de todas las virtudes es la Caridad, que ella hace el alma querida por Dios y bella a sus ojos; que ella hace el hombre santo y perfecto, por lo que el Apóstol de las gentes la llamó Vínculum perfectiónis (vínculo de perfección), no tuvisteis otro pensamiento, o fue el primero entre todos vuestros santos pensamientos, de conservaros siempre puro y casto ante Dios, de amarlo y crecer siempre en su divino amor. Exactísimo observador de la Ley, nunca manchasteis gravemente el vestido cándido recibido en el Santo Bautismo, mucho menos en las culpas ligeras, que empalidecíais a la sombra o nombre del pecado. Comprometido en conservar fiel a vuestro corazón a Dios, vigilasteis siempre sobre vos mismo, custodiando los sentidos de vuestro cuerpo, mortificando y flagelando ásperamente vuestra carne, y haciendo continua guerra y resistencia a sus pasiones, quedando en nosotros hasta la muerte por nuestra ventaja espiritual. Dios estuvo siempre en vuestro corazón, en vuestra mente y en vuestra lengua esforzándoos continuamente en amarlo según toda la extensión del divino mandato con todo el corazón, con todas las fuerzas, con toda el alma. De este encendido amor nació en vos aquel celo ardiente de buscar sin límite la gloria del Señor por el cual nunca disteis reposo a vuestro cuerpo, pero noche y día todo inmerso en los asuntos de Dios compusisteis tantos libros devotos fáciles y adaptados a todos y para todos. ¡Cuánto nos sonrojamos de estar aquí ante vos! ¡Cuán disímil es nuestra vida! Vos todo de Dios por toda vuestra larga vida, vos inocente, pero mortificado y penitente. Y nosotros, ¿y nosotros? ¡Oh Santo protector nuestro!, por vuestros méritos y por el amor que tuvisteis a vuestro Dios y nuestro Dios, obtenednos por la Sangre de Jesús, y con la intercesión de María la gracia de un verdadero cambio de vida, una verdadera contrición de todas nuestras culpas cometidas, que de todo corazón detestamos, resueltos a morir antes que nuevamente cometerlas; y obtenednos el espíritu de penitencia y mortificación continua, y sobre todo obtenednos un verdadero, grande, fuerte y confiado amor a Dios, a fin de que amándolo aquí en la tierra en los años que nos queden de vida, podamos con vos amarlo eternamente en el Cielo.
   
Padre nuestro, Ave María y Gloria. La Jaculatoria, la Oración y los Gozos se dirán todos los días.
  
DÍA SÉPTIMO – 30 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición.
    
Nos alegramos con vos, ¡oh San Alfonso María!, y bendecimos a Jesucristo por tanto amor que ardió en vuestro corazón en favor de vuestros prójimos tanto respecto al alma como al cuerpo. Persuadido vos que el amor a Dios no puede separarse del mandato de amar al prójimo por Dios, y que el uno no puede amarse sin el otro, siendo una y la misma la raíz de la caridad que produce estos amores: Dios por Dios, y el prójimo por Dios, y como desde vuestros primeros años ardió vuestro corazón por Dios, así también ardió por vuestro prójimo, y como de día en día crecía aquel fuego por Dios, así diariamente aumentábanse las llamas por el prójimo. Este fuego y esta llama produjeron en vos la sed ardiente de la salvación de las almas que asiduo os hizo bien para enseñar a los niños los primeros rudimentos de nuestra Santa Fe y embeberlos de las máximas de la Cristiana piedad, bien para recorrer ciudades, aldeas, caseríos, bosques y campos para instruir con las Santas Misiones a la gente más abandonada y ruda con prédicas, instrucciones y otros ejercicios espirituales. Hecho todo a todos y por todos, buscasteis dar la vida por todos, no excusasteis medio intentado, ni omitisteis industria para alejar los vicios de las gentes, e introducir en ellos la verdadera y sólida piedad. Todos, todos, grandes y pequeños, hombres y mujeres, pobres y ricos, nobles y plebeyos, de buenas o malas costumbres, libres o encarcelados, seglares y eclesiásticos, religiosos y monjas, seminaristas, ordenandos y sacerdotes, confesores y párrocos, obispos y soberanos, enfermos y moribundos, y hasta los condenados a muerte, herejes, cismáticos, gentiles, protestantes, turcos y judíos, todos, todos fueron el objeto de vuestro amor, todos encontraron en vuestro corazón no solo cuanto al espíritu, sino en todas sus necesidades temporales. Para esto instituisteis vuestra Congregación, a fin que así también después de vuestra muerte prosiguiese en vuestros discípulos vuestro espíritu de caridad ante los prójimos. ¡Oh Santo protector nuestro, verdadero Pastor de las almas, verdadero Padre de los pobres, Consolador de los afligidos, Alivio de los necesitados, Abogado de los huérfanos, Defensor de los pupilos y de las pobres viudas!, por vuestros méritos y por vuestra gran caridad que tuvisteis en la tierra y que ahora poseéis más perfecta y consumada en el Cielo, mirad a nosotros vuestros ojos piadosos, mirad nuestra pobreza de espíritu y enriquecednos con vuestra intercesión de gracias, mirad nuestras aflicciones y consoladnos, ved nuestras necesidades y aliviadnos. Sed nuestro abogado, y defended nuestras causas ante Dios que somos huérfanos y pupilos lejanos, o privados de padre por los pecados cometidos. Reconciliadnos con Jesús nuestro Padre, obteniéndonos un verdadero arrepentimiento y cambio de vida desde este punto hasta la muerte.
   
Padre nuestro, Ave María y Gloria. La Jaculatoria, la Oración y los Gozos se dirán todos los días.
  
DÍA OCTAVO – 31 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición.
    
Nos alegramos con vos, ¡oh San Alfonso María!, y bendecimos a Jesucristo por tanto amor que ardió en vuestro corazón por la santa pureza. El amor ardiente por Jesús que es el Lirio de los valles y por María Virgen y Madre siempre purísima, y el empeño que alimentasteis siempre de querer imitar, produciendo en vuestro corazón aquel inexplicable afecto a la santa pureza de mente, de espíritu, de corazón y cuerpo, que por todos os hizo estimar ángel encarnado, y os hizo conservar inmaculada la bautismal inocencia. Oír solo una palabra sucia de un joven caballero cercano a vos, bastó para haceros sonrojar fuertemente vuestro rostro y llenaros de santo celo contra quien la había proferido; bastó para dejar interrumpida la lícita diversión infantil, abandonar la comitiva de los jóvenes compañeros con los cuales os criasteis en la villa, y a haceros retirar lejos de la vista de todos a desahogar vuestros dolores ante la imagen de la virgen que desde vuestros primeros años portabais siempre con vos y ante la cual fuisteis encontrado sin daros cuenta estático y fuera de sentido por quien os buscabais y con alta voz os llamaba. Pronto se sorprendieron aquellos jóvenes, y enmudecieron a tal espectáculo; así nos sonrojamos y avergonzamos de hallarnos en esta iglesia delante de vos, lirio purísimo. ¡Oh Dios!, ¡y cuánto nuestra vida pasada fue disímil de la vuestra! Mas el mal ya está hecho, y por eso recurrimos a vos por el oportuno remedio. Por vuestros méritos, ¡oh Santo protector nuestro!, y por el amor que tuvisteis y tenéis a Jesús y María y la santa pureza, obtenednos, de hoy adelante, un espíritu recto y un corazón puro ante Dios y los hombres, un amor grande a la santa pureza de mente, de corazón y de cuerpo, mientras nosotros, de todo corazón y con lágrimas en los ojos detestamos todas nuestras impurezas cometidas porque ofendimos a un Dios sumo e infinito bien, y os prometemos en la vida que Dios se digne concedernos, breve o larga, vivir puros y limpios de toda falta grave, a fin que viviendo así pura y limpiamente, podamos exhalar en vuestras manos nuestra alma, para poderla así presentar ante el Cordero sin mancha, e introducirla en el Reino, donde nada inmundo entra.
   
Padre nuestro, Ave María y Gloria. La Jaculatoria, la Oración y los Gozos se dirán todos los días.
  
DÍA NOVENO – 1 DE AGOSTO
Por la señal…
Acto de contrición.
    
Nos alegramos finalmente con vos, ¡oh San Alfonso María!, y bendecimos a Jesucristo y la Virgen Santa, por todas las gracias que hicisteis, y obtuvisteis en todo el tiempo de vuestra larga vida por más de noventa años, y especialmente de la gracia de la perseverancia final. A una vida tan perfecta y santa correspondió la muerte preciosa en la divina presencia, y la última enfermedad fue un ejercicio ininterrumpido de todas las virtudes. Cesaron entonces en vos las angustias de espíritu, se desvanecieron los escrúpulos con cualquier otra agitación de mente que por tantos años hos habían tenido afligido y angustiado. Buscasteis diariamente la Sagrada Comunión, y quisisteis el Santísimo Viático repitiendo con ansia: «Venid a mí, Jesucristo: venid a mí, Jesucristo», y viendo que el sacerdote demoraba, replicasteis lleno de santa impaciencia: «¿Cuándo vendrá Jesucristo? ¿Cuándo vendrá Jesucristo?». Al ver entrar al sagrado ministro con el Divino Sacramento a vuestra cámara, exclamasteis con gran alegría; «Venid, venid, Jesús mío», y lo recibisteis con afecto, religión y devoción. El crucificado Señor y la imagen de la Santísima Virgen formaron vuestras delicias y toda vuestra consolación en la hora de vuestra bienaventurada agonía, y prorrumpisteis en celestial agonía antes de expirar al solo mirarlo ¡Oh Santo protector nuestro!, obtenednos de Dios por vuestros méritos y de Jesús y de María, la gracia de uniformar, de hoy adelante, nuestra vida a la vuestra, y todas las gracias necesarias para vivir como vivisteis vos. Obtenednos la santa perseverancia final, la gracia de recibir frecuentemente en vida los Santos Sacramentos, y de recibir antes de morir el Santísimo Viático, para que sea semejante nuestra muerte a la vuestra, para ser después parte de la felicidad que gozáis y gozaréis eternamente para así alabar, agradecer, bendecir y amar a Dios, Jesucristo y María Santísima con todos los Ángeles y Santos en el Cielo por todos los siglos de los siglos. Amén. Así esperamos y así sea.
   
Padre nuestro, Ave María y Gloria. La Jaculatoria, la Oración y los Gozos se dirán todos los días.

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)