El diario inglés The Guardian reveló comunicaciones que demuestran que el entonces Prepósito general de la Compañía de Jesús, Pedro Arrupe y Gronda, tenía conocimiento de las acusaciones contra un candidato por abuso sexual, y aun así, dio el placet para su presbiteral.
Las cartas, que habían sido presentadas en un caso ante el Tribunal de Nueva Orléans (Estados Unidos), conciernen a Donald J. Barkley Dickerson, fallecido en 2016 y a quien dos años después la provincia Centro-Sur estadounidense de la Compañía incluyó en la lista de miembros creíblemente acusados de abuso sexual.
Dickerson entró a los jesuitas en la década de 1970, después de un tiempo como hermano en la Orden del Sagrado Corazón de Jesús. En una carta fechada a 20 de Diciembre de 1977, el entonces provincial de Nueva Orléans Thomas Herbert Stahel Byrne SJ († 2006) le escribió a Arrupe pidiéndole que se pospusiera la “instalación” presbiteral de Dickerson inicialmente programada para el 27 de Diciembre mientras se le realizan exámenes psiquiátricos, aduciendo a que este besó y le hizo avances sexuales hacia un joven de 14 años en un retiro de la preparatoria jesuita Brébeuf de Indianápolis. Más todavía, Stahel señala que este era el tercer incidente de esta clase, y que por dos casos ocurridos en 1974 ya había sido atendido entre Febrero y Junio de 1975, sin reportarlo a las autoridades seglares y obteniendo una recomendación del viceprovincial para la Formación, el sacerdote-presbítero Louis J. Lambert Labadie SJ († 2015) para ser “ordenado”.
Arrupe (quien adoptó para la Compañía el lema «Hombres para los demás» luego del X Congreso internacional de alumnos jesuitas europeos en Valencia, España el 31 de Julio de 1973) envió nuevamente a Dickerson a tratamiento psiquiátrico, y en Septiembre de 1978 le informó a Stahel que tuvo acceso a los resultados psiquiátricos del candidato, pidiéndole a Stahel mantenerlo informado.
Stahel siguió escribiéndole a Arrupe en Junio de 1979 y Enero de 1980, informándole de sendas conversaciones con Dickerson. En ambas conversaciones, este le decía que el incidente de 1977 era “relativamente insignificante”, pero añadiendo en la última conversación que él entendía que «estos incidentes tienen consecuencias a largo plazo, pueden causar escándalo, y en resumen, deben ser tomados en serio». Dickerson fue “instalado” presbítero en 1980 en Alabama, y enviado a la preparatoria jesuita en Dallas (Tejas), sin que se le informara a nadie que él era un acosador de menores.
Pero volvió a presentarse otro incidente de acoso sexual, y Dickerson fue removido del colegio de Dallas en Junio de 1981. Según declaró en 2022 el entonces encargado provincial de las escuelas jesuitas Philip S. Postell Andries VI ante el tribunal de Dallas, por otro caso de abuso en el que Dickerson estaba involucrado, Dickerson fue trasladado a la concatedral (posteriormente catedral) de San Juan Berchmans en Shreveport (Luisiana), donde estuvo hasta 1984. En su momento, la prensa local decía que Dickerson se tomaba una licencia por las secuelas de la malaria, pero Postell dijo que era falso.
Allí, Dickerson frecuentaba la Universidad Loyola, donde el futuro denunciante había ido a estudiar pregrado y posgrado y lo conoció en 1984. El joven declaró en su denuncia que Dickerson lo invitaba a comer cada semana junto a los religiosos, y posteriormente pasó a agredirlo sexualmente en varias oportunidades, dos de ellas detrás de la sacristía y en el dormitorio. Este episodio ocurrió para Julio de 1984. Tres meses antes, Postell le propuso tomar los últimos votos, para ser jesuita de pleno derecho.
Sin contar este (que solo se conoció años después), ya Dickerson (que entonces estaba en Austin, Tejas) contaba con siete incidentes de agresión sexual, y aun así, en un memorando interno del 28 de Febrero de 1986, el sacerdote-presbítero Edmundo Rodríguez Escajeda († 2017), asistente pastoral del provinca jesuita, insistía a sus cofrades que a Dickerson «debía dársele el beneficio de la duda», al tiempo que pedía que el caso no saliera a la luz pública debido «a la naturaleza sensible» de los hechos. Incluso, sugirió darle 10.000 dólares de manutención a Dickerson para gastos personales por un año mientras se resolvía la situación. Pero no hubo que esperar tanto. A la semana siguiente, Dickerson le escribió el 6 de Marzo diciéndole que «por su alma y por el bien de la Compañía de Jesús» abandonaba la orden e iniciaría tratamiento en Jémez Spring (Nuevo Méjico), agradeciéndole el haber suspendido cualquier juicio moral y que le reconocieran su “esfuerzo genuino” por “superar” sus tendencias.
Entre tanto, Arrupe sufrió un accidente cerebro-vascular en Agosto de 1981 regresando de su gira por el sudeste asiático, y renunció como Superior general de los jesuitas dos años después, siendo remplazado por Peter Hans Kolvenbach. Arrupe murió en 1991, y diez y ocho años después se abrió el proceso para su eventual “beatificación”. Dickerson se trasladó a Nebraska, donde murió en Agosto de 2016, y fue incluido en una lista de cuarenta miembros de la Compañía en la provincia Centro-Sur estadounidense creíblemente acusados de abuso sexual de menores luego de una orden del Tribunal estatal de Pensilvania.
El joven que estudió en Loyola demandó a la provincia jesuita y a la diócesis de Shreveport en el año 2024. Si bien los jesuitas atacan la ley de prescripción que fundamenta la demanda, el presbítero John Armstrong, secretario del superior provincial en el momento de los hechos, testificó el pasado mes de Junio que desde 1976 tenía conocimiento que Dickerson era un depredador y cuando lo mandaron a Luisiana, si lo trató una vez fue con renuencia; y lamentó que no se manejara debidamente el caso.
Richard Trahant, John Denenea y Sören Gisleson, abogados del demandante y otras víctimas en el estado de Luisiana, fueron tajantes: Arrupe «no debe ser canonizado. Su nombre debe ser removido de todo edificio, condecoración o cualquier otra cosa que lo ostente».
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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)