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jueves, 31 de julio de 2025

PRÉVOST RELATIVIZA OTRO MILAGRO


Un mes después de negar el Milagro de la Multiplicación de los panes, León XIV Riggitano-Prévost habló en la audiencia general de ayer 30 de Julio sobre el hombre de Marcos 7 que no puede hablar ni oír, cerrando así un ciclo catequético sobre el ministerio de Jesús.

Veamos el pasaje bíblico antes de proseguir (traducción de Mons. Félix Torres Amat):
«Dejando Jesús otra vez los confines de Tiro, se fue por los de Sidón hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de Decápolis. Y presentáronle un hombre sordo y mudo, suplicándole que pusiese sobre él su mano para curarle. Y apartándole Jesús del bullicio de la gente, le metió los dedos en las orejas, y con la saliva le tocó la lengua; y alzando los ojos al cielo, arrojó un suspiro, y dijole: “Effetá”, que quiere decir “abríos”. Y al momento se le abrieron los oidos, y se le soltó el impedimento de la lengua, y hablaba claramente. Y mandóles que no lo dijeran a nadie. Pero cuanto mas se lo mandaba, con tanto mayor empeño lo publicaban; y tanto mas crecia su admiracion, y decian: “Todo lo ha hecho bien: Él ha hecho oír a los sordos, y hablar a los mudos”».
Jesús cura al sordo y tartamudo (Domenico Maggiotto, colección privada).

El pasaje (que muestra el cumplimiento profético de Isaías 36, 4-6) es fácil de entender, aunque hay que anotar que aquí “mudo” (que es como lo traduce San Jerónimo en la Vulgáta) se entiende tartamudo, como se ve tanto por el contexto del pasaje como por el uso en el original griego de la palabra μογιλάλον (mogilalon), que significa “dificultad para hablar” (cf. Manuel de Tuya Solar, Biblia comentada, vol. 5, Evangelios. Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1964, pág. 683). El punto, sin embargo, es que este pasaje muestra que Nuestro Señor Jesucristo sanó tan perfectamente a este hombre, que la gente no puede menos que alabar Su poder y dar testimonio. Pero como todos los milagros, no estaban tanto para mejorar la vida presente (que igual, un día deberá terminar), sino para introducir a los pecadores a las cosas espirituales y las verdades sobrenaturales, mostrándoles el camino a la Vida Eterna:
«…Cuando Cristo abrió los oídos y desató la lengua del cuerpo, Él abrió también abrió los oídos y la lengua del alma, para que puedan oír Su inspiración y creer que Él era el Mesías, y para que pudieran hablar y obtener de Él el perdón de sus pecados» [P. CORNELIO ALÁPIDE SJGran comentario, tomo III, 5.ª ed., (Thomas W. Mossman B. Art., traductor). Edimburgo, Imprenta de John Grant, 1908, pág. 409).
Y en tal sentido es que en el Ritual Romano tradicional, título II, cap. II (Ordo del Bautismo de párvulos) y IV (Ordo del Bautismo de adultos), durante el exorcismo bautismal y antes del interrogatorio, está el rito del Effetá, que se realiza de la siguiente manera:
«El sacerdote, mojando el dedo pulgar en su propia saliva, toca las orejas y la nariz del elegido (a cada uno en singular); tocando la oreja derecha e izquierda, dice:
Éphphetha, quod est, Adapérire (Effetá, esto es, abríos).
   
Después toca la nariz, diciendo:
In odórem suavitátis. Tu áttem effugáre, diábole; appropinquábit enim judícium Dei (En olor de suavidad. Y tú, diablo, huye; porque el juicio de Dios está cerca)».
Y si bien fue privado de su naturaleza exorcística y es opcional en el Bautismo de niños (y so pretexto de la plandemia, lo abandonaron) y en el Ordo de Iniciación Cristiana para adultos*, las versiones modernistas del Sacramento del Bautismo que fueron creadas por Balthasar Fischer Thomas († 2001), miembro del Cœtus XXII, el grupo encargado por el Consílium tras el Vaticano II para reformar los “Sacramentos de Iniciación Cristiana”, este rito toma la siguiente forma:
  • ORDO DEL BAUTISMO DE NIÑOS (Edición de 1976): «Si al celebrante le parece oportuno, puede añadir el rito del “effetá” de la forma siguiente: tocando con el dedo pulgar los oídos y la boca del niño, dice: Dóminus Jesus qui surdos fecit audíre et mutos lóqui, det tibi ut mox possis áuribus accípere verbum ejus et profitéri fidem in láudem et glóriam Dei Patris (El Señor Jesús, que hizo oír a los sordos y hablar a los mudos, te conceda, a su tiempo, escuchar su Palabra y proclamar la fe, para alabanza y gloria de Dios Padre)».
  • ORDO DE INICIACIÓN CRISTIANA PARA ADULTOS (Edición de 1972): «Luego el celebrante, tocando la oreja derecha y la izquierda de cada uno de los elegidos, y también los labios cerrados, dice: Ephphéta, quod est adapérire, ut profiteáris fidem, quam audísti, in láudem et glóriam Dei (Effetá, esto es, abríos, para que te aproveche la fe, que has oído, para alabanza y gloria de Dios)».
  
Nada de esto fue aludido por Riggitano-Prévost en su audiencia general, sino que, al igual que hacía su infausto antecesor inmediato Francisco Bergoglio con sus insufribles homilías diarias de la Casa Santa Marta, tergiversa el pasaje haciéndolo ajustar a su ideología, y haciendo insinuar que el hombre había elegido su enfermedad:
«Vivimos en una sociedad que se está enfermando a causa de una “bulimia” de conexiones en las redes sociales: estamos hiperconectados, bombardeados por imágenes, a veces incluso falsas o distorsionadas. Somos arrollados por múltiples mensajes que suscitan en nosotros una tormenta de emociones contradictorias.

En este escenario, es posible que surja en nosotros el deseo de apagar todo. Podemos llegar a preferir no sentir nada. Nuestras palabras también corren el riesgo de ser malinterpretadas, y podemos sentir la tentación de encerrarnos en el silencio, en una incomunicación en la que, por muy cercanos que estemos, ya no somos capaces de decirnos las cosas más simples y profundas.

A este respecto, me gustaría detenerme hoy en un texto del Evangelio de Marcos que nos presenta a un hombre que no habla ni oye (cf. Mc 7, 31-37). Precisamente como nos podría pasar a nosotros hoy, este hombre quizá decidió no hablar más porque no se sentía comprendido, y apagar toda voz porque se sentía decepcionado y herido por lo que había oído. De hecho, no es él quien acude a Jesús para ser sanado, sino que lo llevan otras personas. Se podría pensar que quienes lo conducen al Maestro son los que están preocupados por su aislamiento. Sin embargo, la comunidad cristiana ha visto en estas personas también la imagen de la Iglesia, que acompaña a cada ser humano hasta Jesús para que escuche su palabra. El episodio tiene lugar en un territorio pagano, por lo que nos encontramos en un contexto en el que otras voces tienden a cubrir la voz de Dios.

El comportamiento de Jesús puede parecer extraño al principio, porque toma consigo a esta persona y la lleva aparte (v. 33a). Parece así acentuar su aislamiento; pero, mirándolo bien, este gesto nos ayuda a comprender lo que se esconde detrás del silencio y la cerrazón de este hombre, como si hubiera captado su necesidad de intimidad y cercanía.

Jesús le ofrece ante todo una proximidad silenciosa, a través de gestos que hablan de un encuentro profundo: toca los oídos y la lengua de este hombre (cf. v. 33b). Jesús no usa muchas palabras, dice lo único que es necesario en este momento: “¡Ábrete!” (v. 34). Marcos reproduce la palabra en arameo, “efatà”, casi para hacernos sentir “en vivo” el sonido y el soplo. Esta palabra, sencilla y hermosa, contiene la invitación que Jesús dirige a este hombre que ha dejado de escuchar y de hablar. Es como si Jesús le dijera: “¡Ábrete a este mundo que te asusta! ¡Ábrete a las relaciones que te han decepcionado! ¡Ábrete a la vida que has renunciado a afrontar!”. Cerrarse, de hecho, nunca es una solución.

Después del encuentro con Jesús, esa persona no solo vuelve a hablar, sino que lo hace “normalmente” (v. 35). Este adverbio insertado por el evangelista parece querer decirnos algo más sobre los motivos de su silencio. Quizás este hombre dejó de hablar porque le parecía que decía las cosas mal, quizás no se sentía adecuado. Todos experimentamos que se nos malinterpreta y que no nos sentimos comprendidos. Todos necesitamos pedirle al Señor que sane nuestra forma de comunicarnos, no solo para ser más eficaces, sino también para evitar herir a los demás con nuestras palabras.

Volver a hablar “normalmente” es el comienzo de un camino, no es todavía el punto de llegada. De hecho, Jesús prohíbe a ese hombre contar lo que le ha sucedido (cf. v. 36). Para conocer verdaderamente a Jesús hay que recorrer un camino, hay que estar con Él y atravesar también su Pasión. Cuando lo hayamos visto humillado y sufriendo, cuando experimentemos el poder salvífico de su Cruz, entonces podremos decir que lo hemos conocido verdaderamente. No hay atajos para convertirse en discípulos de Jesús» [ANTIPAPA LEÓN XIV RIGGITANO-PRÉVOSTAudiencia general, 30 de Julio de 2025. Subrayado fuera del texto].
Obsérvese que Riggitano-Prévost no utiliza las fuentes de la revelación y la enseñanza de la Iglesia para arrojar luz sobre el pasaje en cuestión, sino que lo aborda teniendo en mente sus propios puntos de vista e “interpreta” el texto de acuerdo con ellos.

No hay ni un solo indicio en el texto de que, de alguna manera, el hombre necesitado de curación hubiera decidido no hablar más; sin embargo, Riggitano-Prévost asume que fue así durante toda su catequesis. El aislamiento que menciona también parece artificial. No se puede descartar que el pobre hombre estuviera aislado, por supuesto, pero el texto simplemente dice que la gente lo llevó a Cristo. La razón podría ser simplemente que no había oído hablar de Cristo o no era consciente de su presencia en su lugar. (Después de todo, era sordo).

Además, es obvio que con el uso de la expresión effetá (Ἐφφαθά, transliteración griega del arameo אֶתְפְּתַח, imperativo de פְּתַח/fatáj, que significa «sé abierto»), Cristo ordenó que los oídos del hombre se abrieran y que su lengua se soltara; no se trataba de una «invitación» a escuchar y hablar de nuevo, como si Nuestro Señor hubiera «empujado» al sordomudo a decidirse a usar de nuevo sus facultades de oír y hablar correctamente. Si fuera así, psicólogos como Jordan Bernt Peterson Ponath, Farid Arturo Dieck Kattás “Farid Dieck”, Carlos José Suárez Oviedo “El Turner”, o Pablo Henrique Costa Marçal podían también hacerlo.

Su explicación de la curación milagrosa de Cristo al sordomudo es completamente horizontal, centrándose únicamente en la vida natural de este mundo; y la palabra «milagro» está completamente ausente. Aunque al final de su discurso menciona brevemente la Pasión de Cristo, su Cruz y la salvación, estas parecen más bien una ocurrencia tardía, la cinta bonita para adornar el paquete bomba, y, desde luego, no constituyen la principal preocupación de Riggitano-Prévost.

Aun con toda su apostasía desplegada durante toda su vida, “Bob” Riggitano-Prévost, recordemos, nació en un hogar católico y fue bautizado con el rito católico. Dentro de ese bautismo acaecido en la antigua iglesia de Santa María de la Asunción en la calle 137, en el sur de Chicago, recibió el rito del effetá que aludimos arriba. Riggitano-Prévost pudo en esta oportunidad que tuvo ayer hablar la Verdad, pero eligió no hacerlo.
  
CUESTIÓN ÚNICA
* Fischer, discípulo de Andreas Jungmann SJ y que estudió en la abadía de Santa María en el Lago (centro del Movimiento Litúrgico en Alemania) dirigida por Ildefonso Pedro Herwegen OSB, en su artículo “De initiatione christiana adultorum”, en Notítiæ 26 (1967), pág. 68; Ephemérides Litúrgicæ 81 (1967), pág. 157, explica que el effetá se conservó ad líbitum
«propter traditionálem valórem et intrínsecam significatiónem. Rátio cur venerabilis ritus Ephphéta non obligatórie retineátur est hæc. Dempta salíva (cujus usus ubíque terrárum intolerábilis esse vidétur) nil áliud est quam unus ex multis rítibus exorcísticis. Ubi retinétur, loco nárium secúndum antiquiórem usum signétur mutáta fórmula —os cláusis lábiis—» [por su valor tradicional y significado intrínseco. La razón por la cual el venerable rito del Effetá no se conserva obligatoriamente es la siguiente: La extracción de la saliva (cuyo uso parece ser intolerable en todos los lugares del mundo) no es otra cosa más que uno de los muchos ritos de exorcismo. Donde se conserve, sígnese en lugar de las fosas nasales, según la costumbre más antigua, los labios cerrados, con la fórmula modificada].

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)