Durante un encuentro con los participantes en el Jubileo de los equipos sinodales y de los órganos de participación antier 24 de Octubre en el Aula Pablo VI, León XIV Riggitano-Prévost dijo al presbítero malayo Clarence Sandanaraj Devadassan lo siguiente de las religiones asiáticas (hinduismo, budismo y similares):
«Debemos inclinarnos y respetar la tierra sagrada que representa a Asia. Hay un sentido de misterio y de entendimiento de lo divino, lo cual pienso que es una parte de muchas de las religiones de Asia que ciertamente le abren la puerta a diferentes tipos de diálogo interreligioso. Pienso que esto es un trsoro para la Iglesia, tanto oriental como occidental. También creo que esto es muy valorado por tantas culturas asiáticas, y pienso que pudimos aprender de ello».
Reflejando la declaración Nostra Ætáte en su numeral 2:
«Ya desde la antigüedad y hasta nuestros días se encuentra en los diversos pueblos una cierta percepción de aquella fuerza misteriosa que se halla presente en la marcha de las cosas y en los acontecimientos de la vida humana y a veces también el reconocimiento de la Suma Divinidad e incluso del Padre. Esta percepción y conocimiento penetra toda su vida con íntimo sentido religioso. Las religiones, al tomar contacto con el progreso de la cultura, se esfuerzan por responder a dichos problemas con nociones más precisas y con un lenguaje más elaborado. Así, en el Hinduismo los hombres investigan el misterio divino y lo expresan mediante la inagotable fecundidad de los mitos y con los penetrantes esfuerzos de la filosofía, y buscan la liberación de las angustias de nuestra condición mediante las modalidades de la vida ascética, a través de profunda meditación, o bien buscando refugio en Dios con amor y confianza. En el Budismo, según sus varias formas, se reconoce la insuficiencia radical de este mundo mudable y se enseña el camino por el que los hombres, con espíritu devoto y confiado pueden adquirir el estado de perfecta liberación o la suprema iluminación, por sus propios esfuerzos apoyados con el auxilio superior. Así también los demás religiones que se encuentran en el mundo, es esfuerzan por responder de varias maneras a la inquietud del corazón humano, proponiendo caminos, es decir, doctrinas, normas de vida y ritos sagrados».
y a su predecesor Juan Pablo II Wojtyła:
«Precisamente de esta apertura primordial del hombre con respecto a Dios nacen las diferentes religiones. No pocas veces, en su origen encontramos fundadores que han realizado, con la ayuda del Espíritu de Dios, una experiencia religiosa más profunda. Esa experiencia, transmitida a los demás, ha tomado forma en las doctrinas, en los ritos y en los preceptos de las diversas religiones.[…] Teniendo en cuenta la constitutiva apertura del espíritu humano a la acción con que Dios lo impulsa a trascenderse, podemos afirmar que “toda oración auténtica está suscitada por el Espíritu Santo, el cual está misteriosamente presente en el corazón de cada hombre” (Discurso a los miembros de la Curia romana, 22 de diciembre de 1986, n. 11: L’Osservatore Romano, edición en lengua española, 4 de enero de 1987, p. 8)» (Audiencia general, 9 de septiembre de 1998).
Solo que, si «los dioses de las naciones son demonios» (Salmo XCV, 5), las religiones falsas no pueden transmitir más que un sentido de lo preternatural, esto es, de lo demoníaco, porque, en el caso concreto del hinduismo, muchos de sus ídolos tienen formas de animales o actitudes y simbología de demonios, y sus festivales están pergeñados de «brutales delirios» como dice Sabiduría XIV, 23 (para muestra, en la aldea india de Gummatapura, estado de Karnataka, celebraron al finalizar el Divali un festival consistente en arrojarse estiércol de vaca para honrar a su ídolo Beershwara Swami –cómo será de repugnante que incluso las imágenes aparecen borrosas en el buscador–). Y el budismo en sí no es religión al no reconocer la existencia de una divinidad (por más que endiosen a Buda), ni filosofía porque niegan la verdad en cuanto conformidad de la inteligencia con la realidad), ni ciencia en cuanto el conocimiento científico no admite mitos ni supersticiones (la muestra más grande de ello es el budismo tibetano, que tiene elementos del tantrismo hindú y de la religión local bön). Si más, una concepción metafísica materialista e individualista.
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Dos días antes, en una entrevista con el periodista portugués Filipe D’Avillez para The Pillar Catholic, el cardenal siromalabar Mar George Jacob Koovakad, prefecto del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso, en medio de su gira en Portugal (donde visitó el saudí Centro Internacional para el Diálogo Interreligioso e Intercultural Rey Abdalá bin Abdelazíz en Lisboa y dio una conferencia en Fátima), aun conociendo desde la cuna que los hindúes adoran ídolos con cabezas de animales y que los musulmanes rechazan la divinidad de Jesucristo, defendió aquello por lo que obtuvo su puesto en el Vaticano, el indiferentismo religioso so capa de diálogo:
«El diálogo interreligioso implica que, con respeto, intentamos fomentar buenas relaciones. Es caminar juntos, con respeto. Y lo importante es dar testimonio de nuestra fe en Dios. Todos creemos en Dios.En lo que respecta a [otras] religiones, no entramos en sus discusiones doctrinales, porque cada grupo cree que lo que cree es la verdad. Por lo tanto, no queremos entrar en ese tipo de debates.Hay cosas en común, quizás más cosas en común que cosas que nos dividen, y es importante explorarlas juntos.Y hay cosas universales: que la religión es una relación con Dios, y que una persona religiosa no puede provocar ni tolerar la violencia, no puede matar en nombre de Dios, no puede promover el terrorismo ni usar la religión para sus propios intereses. Por lo tanto, hay cosas en común en las que podemos trabajar juntos y hacer de este mundo un lugar mejor».
Y como su colega Parolin hizo respecto a Nigeria, Koovakad minimizó la persecución religiosa en su país natal la India, y al modo de la macielista Lucrecia Rego, dijo: «No tengo ninguna experiencia personal que me haga creer que haya manipulación gubernamental del hinduismo». Después de todo, «cuando me convertí en cardenal, las autoridades políticas de la India agradecieron enormemente la decisión del papa Francisco».
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A todo esto, el obispón volante de la inexistente archidiócesis de María Santísima de Astaná Atanasio Antonio Schneider Trautmann insiste e insistirá como siempre en que hay que mantener la “conexión canónica visible” con la jerarquía a la que contemporáneamente le exige profesar la Fe católica que no tienen (y él mismo tampoco), y el cardenal Raymond Leo “Bully” Burke Nicks dice que todo está bien y sigue leal a su compatriota León y, disfrazado de obispo católico, simuló ayer una Misa solemne pontifical en la horrible mesa modernista opuesta al altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro en el marco de la XIV Peregrinación Summórum Pontíficum.


"en la aldea india de Gummatapura, estado de Karnataka, celebraron al finalizar el Divali un festival consistente en arrojarse estiércol de vaca para honrar a su ídolo Beershwara Swami".
ResponderEliminarAl vergoglioco le hubiese gustado ir, ya que tanto tenía la mierda en la boca, y tirársela a los que no gustaban de él...