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viernes, 3 de diciembre de 2021

BERGOGLIO LLAMA “DEMONÍACO” AL EVANGELIO

Traducción de la noticia publicada en NOVUS ORDO WATCH.
    
Bergoglio causa confusión y desconcierto…
FRANCISCO BERGOGLIO LLAMA “DEMONÍACO” A UN PASAJE DEL EVANGELIO. ¿QUÉ QUISO DECIR?
   
    
Actualmente en sus audiencias generales semanales, el pseudopapa argentino Jorge Bergoglio (“Francisco”) predica una serie de catequesis sobre San José, Padre nutricio de Cristo. Ayer 1 de Diciembre, él presentó esta tercera entrega, bajo el título “San José: Hombre justo y Esposo de María”.
   
El Vaticano ha hecho disponible el texto completo de la catequesis, tanto en el original italiano como en distintas traducciones, de las cuales solo vincularemos aquí la traducción al inglés [Acá la traducción al español, N. del T.]
La mayor parte de lo que Francisco Bergoglio dice es solo una explicación y comentario sobre San Mateo 1, 18-25, especialmente la crucial revelación de que la Concepción de nuestro Santísimo Señor en el seno de la Santísima Virgen María fue realizada milagrosamente por el Espíritu Santo. Francisco Bergoglio luego empieza a hablar sobre la importancia del amor maduro y lo contrasta con el mero enamoramiento. Así entonces, ata a San José como un ejemplo de amor maduro.
   
Es contra este contexto que súbitamente hace una desconcertante consideración sobre un pasaje particular del Evangelio. A continuación lo que dice, en su contexto:
«Queridos hermanos y hermanas, muy a menudo nuestra vida no es como la habíamos imaginado. Sobre todo, en las relaciones de amor, de afecto, nos cuesta pasar de la lógica del enamoramiento a la del amor maduro. Y se debe pasar del enamoramiento al amor maduro. Vosotros recién casados, pensad bien en esto. La primera fase siempre está marcada por un cierto encanto, que nos hace vivir inmersos en un imaginario que a menudo no corresponde con la realidad de los hechos. Pero precisamente cuando el enamoramiento con sus expectativas parece terminar, ahí puede comenzar el amor verdadero. Amar de hecho no es pretender que el otro o la vida corresponda con nuestra imaginación; significa más bien elegir en plena libertad tomar la responsabilidad de la vida, así como se nos ofrece. Es por esto por lo que José nos da una lección importante, elige a María “con los ojos abiertos”. Y podemos decir con todos los riesgos. Pensad, en el Evangelio de Juan, un reproche que hacen los doctores de la ley a Jesús es este: “Nosotros no somos hijos que provienen de allí”, en referencia a la prostitución. Pero porque estos sabían cómo se había quedado [devenido] embarazada María y querían ensuciar a la madre de Jesús. Para mí es el pasaje más sucio, más demoniaco del Evangelio. Y el riesgo de José nos da esta lección: toma la vida como viene. ¿Dios ha intervenido ahí? La tomo. Y José hace como le había ordenado el Ángel del Señor: de hecho, dice el Evangelio: “Despertándose José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer.  Y no la conocía hasta que ella dio a luz un hijo, y le puso por nombre Jesús” (Mt 1,24-25). Los novios cristianos están llamados a testimoniar un amor así, que tenga la valentía de pasar de las lógicas del enamoramiento a las del amor maduro. Y esta es una elección exigente, que, en lugar de aprisionar la vida, puede fortificar el amor para que sea duradero frente a las pruebas del tiempo.  El amor de una pareja va adelante en la vida y madura cada día. El amor del noviazgo es un poco —permitidme la palabra— un poco romántico. Vosotros lo habéis vivido todo, pero después empieza el amor maduro, de todos los días, el trabajo, los niños que llegan. Y a veces el romanticismo desaparece un poco. ¿Pero no hay amor? Sí, pero amor maduro. “Pero sabe, padre, nosotros a veces nos peleamos…”. Esto sucede desde el tiempo de Adán y Eva hasta hoy: que los esposos peleen es el pan nuestro de cada día. “¿Pero no se debe pelear?” Sí, se puede. “Y, padre, pero a veces levantamos la voz” – “Sucede”. “Y también a veces vuelan los platos” – “Sucede”. ¿Pero qué hacer para que no se dañe la vida del matrimonio? Escuchad bien: no terminar nunca el día sin hacer las paces. Hemos peleado, yo te he dicho palabrotas, Dios mío, te he dicho cosas feas. Pero ahora termina la jornada: tengo que hacer las paces. ¿Sabéis por qué? Porque la guerra fría al día siguiente es muy peligrosa. No dejéis que el día siguiente empiece con una guerra. Por eso hacer las paces antes de ir a la cama. Recordadlo siempre: nunca terminar el día sin hacer las paces. Y esto os ayudará en la vida matrimonial. Este recorrido del enamoramiento al amor maduro es una elección exigente, pero tenemos que ir sobre ese camino».
Las palabras subrayadas son las siguientes en el original italiano:
«Pensate, nel Vangelo di Giovanni, un rimprovero che fanno i dottori della legge a Gesù è questo: “Noi non siamo figli che provengono di là”, in riferimento alla prostituzione. Ma perché questi sapevano come Maria è rimasta incinta e volevano sporcare la mamma di Gesù. Per me è il passaggio più sporco, più demoniaco del Vangelo».
La frase “rimasta incinta” tiene que ser convertida en “había devenido embarazada” y no, como la traducción vaticana lo haría, “quedado embarazada”.
   
Últimamente, las traducciones inglesas publicadas por el Vaticano han sido de mediocre calidad, y con frecuencia son publicadas en forma prematura. Con todo, esto no es de crucial relevancia aquí toda vez que sabemos lo que Bergoglio dijo en el original italiano, e incluso lo tenemos en vídeo (comienza en el minuto 18:12):
     
   
Ese es el vídeo para la versión italiana. Vatican Media también publicó un vídeo con un audio en traducción simultánea al inglés. Es suficientemente interesante que, justo antes de la consideración controversial el traductor súbitamente se detiene (como si fuese incapaz de continuar, tal vez porque está estupefacto) y claramente lucha por retroceder:
     
    
En todo caso, las palabras de Bergoglio son problemáticas, perturbadoras y simplemente extrañas. ¿Por qué súbitamente introduce el concepto de prostitución y lo asocia con los escribas y fariseos en el Evangelio de San Juan? El pasaje al que hace referencia es San Juan 8, 41. Demos un vistazo a este importante pasaje en contexto (el verso 41 está subrayado):
«Yo sé que sois hijos de Abraham; pero tambíen sé que tratais de matarme, porque mi palabra o doctrina no halla cabida en vosotros. Yo hablo lo que he visto en mi Padre: vosotros haceis lo que habeis visto en vuestro padre. Respondiéronle diciendo: Nuestro padre es Abrahán. Si sois hijos de Abrahán, les replicó Jesús, obrad como Abrahán. Mas ahora pretendeis quitarme la vida, siendo yo un hombre que os he dicho la verdad que oí de Dios: no hizo eso Abrahán. Vosotros haceis lo que hizo vuestro padre. Ellos le replicaron: Nosotros no somos de raza de fornicadores o idólatras: un solo padre tenemos, que es Dios. A lo cual les dijo Jesús: Si Dios fuera vuestro padre, ciertamente me amaríais a mí; pues yo nací de Dios, y he venido de parte de Dios: que no he venido de mí mismo, sino que él me ha enviado. ¿Por que pues no entendeis mi lenguaje? Es porque no podeis sufrir mi doctrina. Vosotros sois hijos del diablo, y así quereis satisfacer los deseos de vuestro padre: él fue homicida desde el principio, y criado justo, no permaneció en la verdad; y así no hay verdad en él: cuando dice mentira, habla como quien es, por ser de suyo mentiroso, y padre de la mentira» (San Juan 8, 37-44, Versión de Mons. Félix Torres Amat).
Al decir “Nosotros no somos de raza de fornicadores”, la afirmación de Bergoglio es que los judíos que discutían con Cristo Lo estaban acusando de ser hijo de fornicación. Pero no hay nada en el texto bíblico de San Juan 8 que sugiera esto. ¿Por qué Francisco Bergoglio llega a esto?
  
En este punto, uno solo puede especular. El Gran Comentario del padre Cornelio Alápide (1567-1637) califica de “lectura inflamatoria” el entendimiento bergogliano de este pasaje, aparentemente no compartido por la mayoría de los intérpretes:
«Orígenes, San Cirilo y Leoncio piensan que los judíos, enfurecidos con que Cristo dijera que ellos tenían otro padre distinto que Abrahán, para más señas un adúltero, implícita y tácitamente volvieron contra Él este reproche, como si dijeran: “Nosotros no somos hijos de un adúltero, pero Tú de hecho lo eres, porque Tu padre no es José, sino algún otro adúltero desconocido”. Por eso dice Orígenes: “Una respuesta atroz, sugiriendo oblicuamente que Cristo nació de adulterio”. Algunos fariseos, envidiando a Cristo, esparcieron el rumor entre el pueblo como una manera de minar el crédito y la autoridad de Nuestro Señor. Si esto es verdad, esta fue una atroz calumnia y blasfemia contra Cristo y la Santísima Virgen» [The Great Commentary of Cornelius à Lapide: The Holy Gospel according to Saint John (El gran comentario de Cornelio Alápide: El Santo Evangelio según San Juan), traducción por Thomas W. Mossman, revisión y complementación por Michael J. Miller (Fitzwilliam, Nueva Hampshire: Loreto Publications, 2008), págs. 345-346. Una edición alternativa con traducción diferente disponible aquí].
Sin embargo, si seguimos estrictamente lo que dice el texto, una interpretación mucho más natural sería que los judíos entendían que Nuestro Señor los acusaba a ellos de ser “raza de fornicadores” cuando dijo: «Vosotros haceis lo que hizo vuestro [verdadero] padre», esto es, no de Abrahán, y luego ellos replican diciendo que no son “raza de fornicadores”. Aunque Nuestro Señor apuntaba a ello desde el comienzo, no es sino hasta el verso 44 que se hace explícito a qué Él estaba refiriéndose como su verdadero padre: «Vosotros sois hijos del diablo…».
   
Otra manera de entender el término “fornicación” que los judíos habrían encontrado correcta es la de idolatría, que frecuentemente en el Antiguo Testamento designa como un tipo espiritual de adulterio o prostitución el ser infiel al Dios verdadero. Así se lamenta el profeta Jeremías: «Ya desde tiempo antiguo quebraste mi yugo, rompiste mis coyundas, y dijiste: No quiero servir al Señor. En efecto, en todo collado alto y debajo de todo árbol frondoso te has prostituido» (Jeremías 2, 20). Y así los judíos pudieron enterer que Nuestro Señor los acusaba de idolatría, a lo cual replicaron que no lo eran, que en lugar de eso son hijos de Abrahán, el padre de los creyentes, y que adoran al Dios verdadero: «…un solo padre tenemos, que es Dios».
   
La pregunta que ahora se presentan es: ¿Por qué Bergoglio lanza tan estrecha y específica interpretación de San Juan 8, 41 (el padre Alápide la llama “inflamatoria”; ver la pág. 346)? ¿Y por qué la menciona en el contexto de hablar sobre la castidad de San José y la virginidad de la Santísima Virgen? ¿Por qué quiere que la mente de sus oyentes incluso lleguen allí, a tan horrible blasfemia?
   
¿Tal vez Bergoglio ha leído demasiado el Talmud judío últimamente? Porque es un hecho que el judaísmo apóstata actual enseña de hecho que nuestro Santísimo Señor y Salvador Jesucristo fue concebido en circunstancias impías, por decirlo amablemente. El padre Justino Pranaitis (1861-1917) expone la enseñanza blasfema del judaísmo actual en su libro de 1892 El Talmud desenmascarado. Nos abstendremos de citar aquí esta bazofia infernal y simplemente remitiremos a las páginas 30-34 de dicho libro en el enlace anterior [páginas 31-35 en la traducción española, N. del T.]. Francisco Bergoglio es conocido por estar interesado en la literatura judía, así que la pregunta no es ilegítima.
   
Finalmente, no debe omitirse el aspecto más importante de todo el asunto: No solo Francisco Bergoglio arroja una interpretación peculiar de San Juan 8, 41 a sus oyentes no sin buena razón, él también usa la ocasión para luego decir que el pasaje evangélico es “demoníaco”. Tal manera de proceder es temeraria, por decir menos, si no por otra razón que suena impía y lleva a malos entendidos. ¿O quizá el “mal entendido” es lo que realmente intentó? Obviamente, uno nunca debería decir que un pasaje de la Escritura sea “demoníaco”. Por la lógica bergogliana, uno puede decir también que Génesis 3, 4 es “demoníaco” porque en él satanás intenta engañar a Eva diciéndola: «¡Oh! ciertamente que no moriréis». Pero eso no hace en sí mismo demoníaco al pasaje escritural. Por el contrario, el pasaje es la Palabra inspirada y santa de Dios describiendo o relatando un evento demoníaco.
   
¿Francisco Bergoglio simplemente busca desconcertar y confundir? Obviamente no sería la primera vez. Tenemos que recordar siempre que este pseudopapa es muy capaz de expresarse. Si él quiso decir que lo que es demoníaco es la (alegada) acusación judía contra Cristo de ser “nacido de fornicación”, entonces él pudo haber dicho simplemente eso. Pero no lo hizo. En cambio, él dice que el demoníaco es el pasaje del Evangelio: «Para mí es el pasaje más sucio, más demoniaco del Evangelio». Dados los antecedentes de Francisco Bergoglio, tenemos toda justificación para sospechar. Este hombre no titubea antes de insultar a Jesucristo, la Santísima Trinidad o a la Madre de Dios:
«La Iglesia y la Virgen María son madres, ambas; lo que se dice de la Iglesia se puede decir también de la Virgen, y lo que se dice de la Virgen se puede decir también de la Iglesia. […] ¿Amamos a la Iglesia como se ama a la propia mamá, sabiendo incluso comprender sus defectos? Todas las madres tienen defectos, todos tenemos defectos, pero cuando se habla de los defectos de la mamá nosotros los tapamos, los queremos así. Y la Iglesia tiene también sus defectos: ¿la queremos así como a la mamá, le ayudamos a ser más bella, más auténtica, más parecida al Señor?» (Antipapa Francisco Bergoglio, Audiencia General, 11 de Septiembre de 2013).
¡Hablando sobre un pasaje demoníaco!

1 comentario:

  1. Tan sagrado es el Evangelio que después de leerlo se dice esta jaculatoria: «Per evangélica dicta, deleántur nostra delícta» (Por las palabras del Evangelio, sean borrados nuestros pecados). Jaculatoria que otorga 5 años de Indulgencia.

    Ítem, en la época de las persecuciones (y aun hoy en Corea del Norte y Arabia de Saúd), el solo poseer un ejemplar de los Evangelios era castigado con la muerte. Por eso, los Santos Mártires y los misioneros no hallan de recibo el que Bergoglio venga sin más a llamar “sucio y demoníaco” un pasaje del Evangelio por el cual sacrificaron su vida.

    PD. Imaginar la ira de los protestantes, que erigen como estandarte de guerra “rescatar” el Evangelio de la “oscurantista” Iglesia Católica (aunque, irónicamente, LOS VERDADEROS “EVANGÉLICOS” SOMOS NOSOTROS LOS CATÓLICOS, porque a la Iglesia Católica fue confiado conservarlo y transmitirlo, y el Canon de las Escrituras lo hicimos nosotros y no ellos).

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)