Noticia tomada de ACTUALITÉS FSSPX.
No es un secreto para nadie que la tasa de fecundida en España devino la más baja en Europa. Las últimas cifras disponibles que datan de 2023 la sitúan en 1,12. En 1960, marcaba por debajo de 3. El desplome se da a mediados de la década de 1970, precisamente en la época que es llamada por los historiadores como la “Transición”.
Después, los hogares se desertifican poco a poco, las familias se encogen inexorablemente, y el país envejece, lo que anuncia un porvenir particularmente difícil. Este sitio ya ha tratado las consecuencias económicas de tal envejecimiento, que se presagia mucho más que un desafío, más bien como una muerte lenta.
No es pues de asombrarse que la España cuente muchos más perros que niños, pues la naturaleza aborrece el vacío. Así, en 2023, el país contaba alrededor de nueve millones de perros – y casi seis millones de gatos– contra 6,6 millons de niños menores de 14 años. Los perros superan en número a los 1,8 millones de niños menores de 4 años en una proporción de cinco a uno.
Una presencia que se hizo particularmente evidente durante la pandemia. Durante el confinamiento, una de las únicas actividades al aire libre permitidas, aparte de por motivos esenciales como el trabajo, la compra de alimentos y la salud, era pasear a los perros. Por lo tanto, las calles estaban mayoritariamente llenas de perros acompañados de sus dueños.
Un vocabulario que no engaña
El perro, o el gato, ha suplantado al niño. Así, como informa un artículo de Radio-Televisión Suiza, «solo hay que echar un vistazo a las redes sociales» para darse cuenta de este nuevo lugar que ocupa la mascota: «Son como mis bebés, mis hijos. Los cuido constantemente. Intento viajar con ellos», dice Ainhoa, por ejemplo, hablando de sus caniches.
Otro ejemplo: «Lo tratamos como a un miembro más de la familia. Duerme con nosotros y tiene sus cosas. Lo cuidamos igual que cuidamos a nuestras hijas», dice Luis, hablando de su perro Cardu.
Y aún mejor. En una de las secciones de la cuenta de Instagram de Ainhoa, señala la periodista que cubre el tema, hay una sección que «llama la atención». La sección se titula “El embarazo”. En la primera publicación, afrima emocionada: «Está confirmado, estoy esperando bebés». Pero, efectivamente, se trata de uno de sus caniches y sus cachorros. Cabe añadir que Ainhoa no tiene hijos.
¿El animal ha sustituido al niño?
Varios medios de comunicación españoles han establecido una correlación entre tener una “mascota” (término usal en España para los animales de compañía) y no tener hijos. Según RTS, estos medios destacan regularmente que hay más perros que niños en el país, buscando establecer una relación causal.
Pero parece que la pregunta está mal planteada: la relación causa-efecto es la inversa. El hecho de no tener hijos, debido principalmente a la descristianización de la sociedad española, que ha perdido su alma católica, y por otras razones secundarias, da lugar a que un objeto sustituya el afecto que se desea comunicar a través de las mascotas.
Así lo demuestra el siguiente párrafo del artículo citado: «Se percibe un fenómeno de humanización del perro: “Ya he visto perros en cochecitos o abrigados cuando hace frío. […] Se está desarrollando todo un sector y muchas actividades en torno al perro”», relata la corresponsal de la RTS en España.
La periodista destaca que según cifras de la Asociación Española de Distribuidores de Productos para Animales de Compañía (AEDPAC), el sector de las mascotas genera casi 3.000 millones de euros anuales en España.
Otra prueba de la tesis planteada
Las leyes reflejan esta evolución social. En 2021, los diputados aprobaron la Ley 17/2021 que eliminó a los animales de la categoría de objetos. «La relación con las mascotas ha evolucionado. Ya no son un objeto más de la casa, como un mueble. El animal se asemeja, sin ser realmente, un miembro de la familia», explica Ana Fernández Zubieta, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid.
Los tribunales también lo demuestran: «En caso de separación, ha surgido la custodia compartida del animal. Los animales aparecen en los testamentos y los crematorios se han multiplicado. Hay innumerables guarderías para perros. Algunos negocios son aún más sorprendentes, como las heladerías, donde los perros también pueden venir a disfrutar…».
Así, en un país cuya grandeza se construyó y se asentó sobre su afiliación católica, el perro o el gato han sustituido a la principal riqueza de la sociedad: los hijos. Conviene recordar la cita de Jean Bodin: «No hay riqueza, ni fuerza, excepto los hombres» (Los seis libros de la República, libro V, cap. II).
Pero es sobre todo la riqueza suprema, la fe católica y la dichosa eternidad que promete, lo que se ha olvidado en favor de los bienes materiales. Es de temer que España, un gran país católico en la historia de la Iglesia, esté al borde de una ignominiosa extinción, en este mundo y en el otro.
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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)