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lunes, 4 de agosto de 2025

EL CELO DE SANTO DOMINGO POR LAS ALMAS

   

«Considerad que por el amor ardentísimo que tuvo el Santo Padre Domingo hacia Dios y por aquells entrañas de caridad que tuvo hacia sus prójimos, nació en él un ardentísimo celo de la divina gloria y de la salvación de las almas. No se afligía tanto de una cosa sino de las ofensas hechas a su Señor. Por estas era inconsolable y hacía tan amargo llanto, que movía a compasión en quien lo veía. Tenida pues por los santos Apóstoles Pedro y Pablo, que visiblemente se le aparecieron, la comisión de predicar, comenzó en la región de Tolosa a caer como rayo contra la herejía albigense, de los cuales por testimonio de los Sumos Pontífices redujo cien mil secuaces a la fe católica [1]: luego pasó y recorrió las provincias de la Francia, los reinos de la España, y las regiones de Italia, extirpando abusos, reformando costumbres, ganando para Dios pecadores de todo sexo, condición y edad con tan feliz suceso, que bien se puede admirar, aunque no describir las bellas y numerosas conquistas de su apostólico celo. El cual, no contento de alcanzar a los presentes, pensó en convertir y santificar las almas que vendrían, con tantas devociones santísimas introducidas por él en el Cristianismo, con tantas piadosas confraternidades erigidas por él, por tantos monasterios de consagradas vírgenes, bien fundados por él, o reducidos a clausura, y finalmente con la institución de sus hijos los Predicadores a los cuales transfundió como el corazón en los miembros, los movimientos y el ardor del su espíritu, del cual investidos fueron a todas las partes del mundo a conquistar almas para Duos y mover tan formidable guerra al Infierno, que los demonios hubieron muchas veces de querellarse y gritar por rabia “Ordo vester confúsio nostra est”: vuestra Orden es nuestra confusión y ruina».
    
P. TOMÁS AGUSTÍN RICCHINI OP, L’imitazione del Padre San Domenico (Imitación del Padre Santo Domingo), martes undécimo, punto primero, I. Turín, Tipografía y librería San José, del Colegio de los Artesanos, 1874, págs. 99-101. Traducción propia.
   
NOTA (Por el traductor)
[1] Cfr. San Pío V, Bula “Consuevérunt Románi Pontífices”, 17 de Septiembre de 1569; León XIII, Encíclica “Suprémi Apostolátus offício”, 1 de Septiembre de 1883.

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)