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miércoles, 24 de septiembre de 2025

PRÉVOST SE “VUELA” TODA UNA LÍNEA DEL CREDO (Ya de sí mutilado)


El pasado 14 de Septiembre, León XIV Riggitano-Prévost (que ese mismo día cumplió setenta años) presidió en la basílica de San Pablo Extramuros un servicio ecuménico de lectura de “Conmemoración de los Mártires y Testigos de la Fe del siglo XXI”, recordando «a 1624 católicos, ortodoxos, anglicanos y protestantes que murieron por su fe entre 2000 y 2025», informa Catholic News Service. Idea que antes del Vaticano II era menos que risible e impracticable.

Al evento asistieron varios líderes cismáticos y heréticos, y el cardenal Kurt Koch Buhlmann, prefecto en horas extra del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.

Uno de los momentos más icónicos fue cuando a la sexagenaria pastora itinerante menonita Anne-Cathy Graber, codirectora de la cátedra de “Teología ecuménica” en la Facultad de Teología Jesuita de París y religiosa consagrada de la comunidad ecuménica “Camino Nuevo” que propugna “unidad en la diversidad reconciliada” y el “consenso diferenciado”, le tocó leer en alta voz 2.ª Timoteo IV, 1-8:
«Te conjuro, pues, delante de Dios y de Jesucristo, que ha de juzgar vivos y muertos, al tiempo de su venida y de su reino, predica la palabra de Dios con toda fuerza y valentía, insiste con ocasión y sin ella, reprende, ruega, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo en que los hombres no podrán sufrir la sana doctrina, sino que, teniendo una comezón extremada de oír doctrinas que lisonjeen sus pasiones, recurrirán a un montón de doctores propios para satisfacer sus desordenados deseos, y cerrarán sus oídos a la verdad, y los aplicarán a las fábulas. Tú entretanto vigila en todas las cosas de tu ministerio, soporta las aflicciones, desempeña el oficio de evangelista, cumple todos los cargos de tu ministerio. Vive con templanza. Que yo ya estoy a punto de ser inmolado, y se acerca el tiempo de mi muerte. He combatido con valor, he concluido la carrera, he guardado la fe. Nada me resta sino aguardar la corona de justicia que me está reservada, y que me dará el Señor en aquel día como justo juez, y no sólo a mí, sino también a los que llenos de fe desean su venida».
  
  
Pero el nivel de absurdo fue creciendo hasta el momento del Credo. En el folleto editado para la ocasión, estaba la “versión ecuménica” de la “Profesión de Fe”, que era una traducción atroz del Credo Niceno-Constantinopolitano del 381.

El problema, por un lado, es que se rezaba en unísono con los herejes, que no profesan ni aceptan cada línea en el mismo sentido que la Iglesia Católica lo enseña y profesa. Por el otro, esta versión omite el estaba la cláusula “Filióque”, que define que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, cláusula que los cismáticos “ortodoxos” rechazan como estaba la “herejía mayor de los francos” y que hace un año los luteranos decidieron abandonar, y que su antecesor inmediato Francisco Bergoglio relativizó.
   

Mas si pensabas que se detenía allí la cuestión, ESPÉRATE TANTITO. Llegados a la parte de «Crediamo nello Spirito Santo, che è Signore e dà la vita, e procede dal Padre» (Creemos en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre), omitiendo «e dal Figlio» (y del Hijo), ¿Qué haría el gringo-peruano Bob?
  1. ¿Lo leería así “tal cual”, dando consuelo a sus invitados, pero pábulo a los que reafirman que él NO ES PAPA?
  2. ¿Añadiría la cláusula Filióque, arriesgándose a las miradas rayadas de la concurrencia y mandando al carajo, las relaciones ecuménicas?
O la tercera opción: NINGUNA DE LAS ANTERIORES. Riggitano-Prévost eligió OMITIRLA TODA (otra palabra haría saltar de rabia a los tartufos).
     
  
No hay nada de malo per se en rezar las fórmulas antiguas del Credo, PERO si esto se hace bien por NO CREER alguna de las verdades de Fe expuestas en él, o PARA REZARLO junto a los que no creen católicamente, es erróneo, ilícito y pecado mortal:
«In nómine ígitur Sanctæ Trinitátis, Patris et Fílii et Spíritus Sancti, hoc sacro universáli approbánte Florentíno Concílio, diffinímus, ut hæc fídei véritas ab ómnibus Christiánis credátur et suscipiátur, sícque omnes profiteántur, quod Spíritus Sanctus ex Patre et Fílio æternáliter est, et esséntiam suam suúmque esse subsístens habet ex Patre simul et Fílio, et ex utróque æternáliter támquam ab uno princípio et única spiratióne procédit (cf Cc. Lugdun. II, Const. “De summa Trinitáte et fide Cathólica”); declarántes, quod id, quod sancti Doctóres et Patres dicunt, ex Patre per Fílium procedére Spíritum Sanctum, ad hanc intelligéntiam tendit, ut per hoc significétur, Fílium quóque esse secúndum Græcos quídem cáusam, secúndum Latínos vero princípium subsisténtiæ Spíritus Sancti, sicut et Patrem. Et quóniam ómnia, quæ Patris sunt, Pater ipse unigénito Fílio suo gignéndo dedit, præter esse Patrem, hoc ipsum quod Spíritus Sanctus procédit ex Fílio, ipse Fílius a Patre æternáliter habet, a quo étiam æternáliter génitus est. Diffinímus ínsuper, explicatiónem verbórum illórum “Filióque” veritátis declarándæ grátia, et imminénte tunc necessitáte, lícite ac rationabíliter Sýmbolo fuísse appósitam»  [En el nombre de la Santa Trinidad, del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, con aprobación de este Concilio universal de Florencia, definimos que por todos los cristianos sea creída y recibida esta verdad de fe y así todos profesen que el Espíritu Santo procede eternamente del Padre y del Hijo, y del Padre juntamente y el Hijo tiene su esencia y su ser subsistente, y de uno y otro procede eternamente como de un solo principio, y por única espiración (cf. II Concilio de Lyon, Const. De summa Trinitáte et fide Cathólica); a par que declaramos que lo que los santos Doctores y Padres dicen que el Espíritu Santo procede del Padre por el Hijo, tiende a esta inteligencia, para significar por ello que también el Hijo es, según los griegos, causa y, según los latinos; principio de la subsistencia del Espíritu Santo, como también el Padre. Y puesto que todo lo que es del Padre, el Padre mismo se lo die a su Hijo unigénito al engendrarle, fuera de ser Padre, el mismo preceder el Hijo al Espíritu Santo, lo tiene el mismo Hijo eternamente también del mismo Padre, de quien es también eternamente engendrado. Definimos además que la adición de las palabras “Filióque” (= y del Hijo), fue lícita y razonablemente puesta en el Símbolo, en gracia de declarar la verdad y por necesidad entonces urgente]. (PAPA EUGENIO IV, en el Concilio de Florencia, Bula “Læténtur Cœli” sobre la unión de los griegos, 6 de Julio de 1439).
Doscientos años antes de inaugurarse el Vaticano II, el Papa Clemente XIII della Torre di Rezzonico promulgó la Encíclica “In Domínico agro”, en la cual advirtió que manipular las palabras o los significados puede cambiar en obra de tinieblas lo que de otro modo sería una laudable confesión de Fe:
«Y si, como sucede con frecuencia, se vertiesen en la Iglesia de Dios ciertas doctrinas depravadas, que, aunque opuestas entre sí abiertamente, están, sin embargo, acordes para denigrar de cualquiera modo la pureza de la fe católica, es muy difícil en tal caso dirigir los tiros de nuestra argumentación contra uno y otro enemigo con prudencia tal, que se vea claramente, no que volvemos la espalda a ninguno de ellos, sino que rechazamos y reprobamos por igual a entrambos enemigos de Jesucristo. Y, a veces, se presenta de tal suerte el error, que fácilmente se encubre la falsedad diabólica con mentiras disfrazadas bajo cierta apariencia de verdad, corrompiéndose el sentido de los testimonios con alguna pequeña adición ó variación, y á las palabras que obraban la salud, por alteraciones á veces ingeniosas, se las hace producir la muertePor esta razón, debe apartarse a los fieles, singularmente a los que son de entendimiento rudo y sencillo, de tales caminos peligrosos y resbaladizos, por los cuales apenas podrán estar en pie o andar sin caer; ni deben ser guiadas las ovejas a los pastos por sendas desconocidas, ni proponérseles tampoco ciertas opiniones particulares, aunque sean de doctores católicos; sino que se les ha de enseñar la nota certísima de la verdad católica, esto es, la catolicidad, la antigüedad y la unidad de la doctrina» (Encíclica “In Domínico agro”, 14 de Junio de 1761, n. 2-3).
Y súmese a ello (lo cual es más grave) que Riggitano-Prévost participó (de hecho, PRESIDIÓ) un servicio acatólico, incurriendo en Communicátio in sácris activa y formal, que está prohibida en el canon 1258 §1 pío-benedictino, inexistente en el código wojtyliano (no, querido conciliar que quizá leas o llegares a leer este artículo, tu canon 844 NO TIENE NADA QUE VER). Cuando se participa en algo, no vale reclamar una reserva mental, sino que se da a entender que está de acuerdo con TODO el acto.

El tema aquí no está en la adición del Filióque (y si crees que está mal, entonces debes rechazar también la adición que hicieron en el Concilio de Constantinopla al Credo de Nicea -si es que tienes algo de coherencia-), ni mucho menos en la herejía del “ecumenismo de sangre”. El tema es precisamente el absurdo que es el uso de la omisión y la ambigüedad doctrinal para quedar bien con los herejes.

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)