Nacido hacia 1601, Terencio O’Brien (en irlandés Muiris Ó Briain Aradh) pertenecía al clan real de Ó Briain Aradh, que blasonaba ser descendiente del Gran Rey de Irlanda Brian Boru. Ingresó a la orden dominica en 1621, tomando el nombre de Alberto. Al año siguiente, fue enviado a estudiar a Toledo, y regresó ocho años después para convertirse en prior de la iglesia de San Salvador en Limerick, sucediendo a su tío Bernardo. En 1643 fue nombrado provincial de los dominicos en Irlanda, participando en el Capítulo general en Roma al año siguiente; el 11 de Marzo de 1647 fue designado obispo titular de Calama y coadjutor de Emly con derecho a sucesión de Mauricio Hurley (sin saberse en Roma que ya había muerto), y fue consagrado por el arzobispo Giovanni Battista Rinuccini en la catedral de Wartford el 2 de Abril de 1648.
Durante las Guerras Confederadas Irlandesas, al igual que la mayoría de los católicos irlandeses, se unió a la Confederación Irlandesa. Atendía a los heridos y apoyaba a los soldados confederados durante todo el conflicto. O’Brien se oponía a un tratado de paz que no garantizara la libertad de culto católica en Irlanda y, en 1648, firmó la declaración contra la tregua de la Confederación con Mauricio/Murrough O’Brien, I conde de Inchiquin, quien por atrocidades como el saqueo de Cashel contra el clero y la población civil católica se había ganado el apodo de “Murrough el Incendiario” (Murchadh na dTóiteán). Asimismo, firmó la declaración contra el líder realista protestante Santiago Butler, I duque de Ormonde, en 1650, quien, debido a su incapacidad para resistir la conquista de Irlanda por Cromwell, no fue considerado apto para comandar tropas católicas. Fue uno de los prelados que, en agosto de 1650, ofrecieron el Protectorado de Irlanda a Carlos IV, duque de Lorena.
En 1651, Limerick fue sitiada y O’Brien instó a la resistencia, lo que enfureció a los ormondistas y parlamentarios. Tras la rendición el 29 de Octubre, fue hallado atendiendo a los heridos y enfermos en un hospital improvisado para la peste. Tal como había decidido previamente el ejército de Oliver Cromwell, a O’Brien se le negó cuartel y protección. Junto con el concejal Tomás Stritch y el coronel Fenell, oficial realista inglés, el obispo O’Brien fue juzgado por un consejo de guerra sumario y condenado a muerte por el general Enrique Ireton, yerno de Oliver Cromwell.
Al ser condenado a muerte, O’Brien le dijo a Ireton que pronto iría al Juicio. O’Brien fue ahorcado el 30 de Octubre, y su cabeza fue exhibida en una pica. Poco después, se desató la peste, e Ireton murió de muy mala muerte el 26 de Noviembre. La crónica de los dominicos de Irlanda recoge que se le oía decirse a sí mismo en su lecho de muerte: «Nunca di la ayuda de mi consejo para el asesinato de ese obispo; nunca, nunca; fue el consejo de guerra el que lo hizo… deseo no haber visto nunca a ese obispo papista», mientras que el caballero Warwick en sus memorias recoge que se le oía gritando «¡Sangre, sangre! ¡Debo tener más sangre!». Diez años después, el 30 de Enero de 1661, su cadáver junto con el de su suegro y el del presidente del Consejo de Estado Juan Bradshaw fue exhumado de la abadía de Westminster, colgado con cadenas en la horca de Tyburn y decapitado, siendo su cabeza exhibida en una pica y arrojado luego a la fosa común.

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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)