Noticia tomada de GLORIA NEWS.
La historia de los Legionarios de Cristo se está repitiendo con el Opus Dei, escribió InfoVaticana hoy 28 de octubre: Roma nunca disuelve lo que no puede heredar.
La lección de la Legión
Después del devastador escándalo de su fundador Marcial Maciel –una historia de abusos, mentiras e inmensa riqueza y poder–, el movimiento lógico habría sido que el Vaticano disolviera la congregación “Legionarios de Cristo”.
Pero eso no es lo que pasó.
¿Por qué no? Porque el Vaticano descubrió que los bienes de la Legión no eran en realidad propiedad de la Iglesia. Cada universidad, residencia e institución era propiedad de fundaciones y corporaciones privadas, cada una con su propio patronato, sus propias cuentas y documentación legal impermeable.
La disolución de la orden habría significado heredar deudas sin tocar un solo euro de activos. Así que el Vaticano eligió el camino sensato: dejar que la Legión se desvaneciera bajo su propio peso.
El paralelo de Torreciudad
InfoVaticana encuentra el mismo patrón ahora en Torreciudad, el monumental santuario mariano vinculado al Opus Dei en España. Al igual que la Legión, combina una gran imagen espiritual con una arquitectura civil aún más grandiosa.
Desde 2021, el santuario en sí ha sido propiedad de la Fundación Santuario de Nuestra Señora de los Ángeles de Torreciudad. Sólo hay un derecho de superficie (construir en terreno ajeno) a favor del Opus Dei.
Las 19 hectáreas circundantes, que incluye la ermita y los 17.000 metros cuadrados construidos del complejo (zonas de acceso, aparcamiento y dependencias auxiliares) pertenecen a una sociedad anónima: Compañía Inmobiliaria Aragonesa S. A. (CIASA), una de las sociedades mercantiles que ejecuta las adquisiciones vinculadas al círculo del Opus Dei.
En 2014, tras la reforma de la Ley de Mecenazgo, y la exención del Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI) a entidades sin ánimo de lucro, esta empresa otorgó un usufructo gratuito de 20 años (hasta 2035) a la Asociación Patronato de Torreciudad, una asociación civil sin fines de lucro que administra el sitio.
En otras palabras, la propiedad recae enteramente en manos privadas, no en el Vaticano, ni en la Prelatura del Opus Dei.
Cuando Roma trata de intervenir, se encuentra perdida en un laberinto de contratos y escudos corporativos y, como siempre, termina sin nada que aprovechar excepto la factura del aire acondicionado.

Hay que abonarles que han sido más astutos que el mayordomo de San Lucas XVI, 1-13.
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